Los enojos del líder del PRO con el Gobierno y la estrategia de desgaste. La guerra por la SIDE y la batalla con Patricia Bullrich. Dudas sobre Lijo.
Por Gabriela Pepe
“No me voy a pelear con usted por esto”. A Javier Milei no le cerraron las explicaciones que Mauricio Macri le dio el miércoles por la noche sobre el voto del PRO en contra de los fondos reservados para la SIDE, pero decidió dar por saldado el tema. La cena en Olivos terminó “bien”. Quedaron en volver a verse. Todavía faltaba un capítulo más en la escalada de tensión entre el oficialismo y su principal socio, por la plata de los jubilados.
Macri jura que no les dio su aval a los senadores del PRO para que votaran junto al peronismo y a la UCR por la actualización de la fórmula jubilatoria. “Se mandaron solos”, dicen en el entorno del expresidente y aseguran que negociaron directamente con la Casa Rosada. No quisieron pagar costo electoral. “Nuestro bloque tiene criterio propio. Somos parte de un partido político, pero no recibimos órdenes”, aclaró la bancada en un comunicado.
El expresidente hizo saber al oficialismo que, de repetirse la votación en el Senado, el proyecto no volvería a reunir 61 votos a favor. Los suyos no acompañarían. Ya era tarde. Milei había salido a disparar contra él para ponerle el broche final a una semana escandalosa, en la que Macri expuso la debilidad política del gobierno libertario, pero pagó un costo alto por meterse en el barro.
Disparen contra Mauricio Macri
“No maneja la tropa, o la tropa no entiende lo que hace”, dijo Milei el viernes por la mañana, después de que Macri le soltara la mano a su propio bloque en el Senado al avalar el veto presidencial a la nueva fórmula jubilatoria. Diez horas más tarde, uno de los tuiteros estrella del Gobierno, Daniel Parisini, más conocido como El Gordo Dan, marcó la línea de forma más brutal. “De llamar a votar a tus legisladores con los kukas para quebrar al Gobierno y fundir al país por caprichos personales no se vuelve”, le escribió a Macri.
Durante toda la semana, el expresidente había sido blanco de los ataques del ejército de trolls que forma parte del ecosistema digital del Gobierno y que, como Parisini, responde directamente a Santiago Caputo, el asesor estrella al que Macri eligió como su enemigo principal en La Libertad Avanza. El exmandatario cayó dentro de la bolsa de los acusados por el mileísmo de ser responsable de un posible atentado terrorista por bloquear el DNU que asignaba $ 100 mil millones de fondos reservados a la SIDE.
“Santiago junto a mi hermana es el triángulo de hierro”, lo blindó Milei, en Radio Rivadavia. Caputo había quedado en el ojo de la tormenta a comienzos de la semana por las decisiones que tomó el Congreso en materia de Inteligencia, el área que el asesor del Presidente pretende tener bajo control.
El pacto por Martín Lousteau
El martes, la oposición coronó como presidente de la comisión bicameral de Inteligencia al senador Martín Lousteau, uno de los enemigos dilectos del Presidente, frecuente blanco de los ataques digitales. Así, un pacto de kirchneristas y radicales, le ganó la pulseada al PRO y a la Casa Rosada. El hacedor de esa jugada fue el diputado de Unión por la Patria (UP) Leopoldo Moreau, que durante semanas tejió en silencio para bloquear al peronista disidente Edgardo Kueider y al macrista Martín Goerling.
Ducho en roscas, Moreau aprovechó cuando vio que se había abierto un frente de conflicto entre Caputo, que promovía a Kueider, y la sociedad de Victoria Villarruel y el PRO, que impulsaba al misionero Goerling. El exradical apeló a su antiguo correligionario Emiliano Yacobitti para proponerle un acuerdo por el nombramiento de Lousteau. Marcaron todos los teléfonos y hasta le ofrecieron la vicepresidencia a la senadora por Chubut Edith Terenzi, que responde al gobernador del PRO Ignacio Torres, que prefirió declinar la oferta para no quedar pegado al acuerdo.
Las vicepresidencias quedaron en manos de dos cristinistas, Moreau y el senador Oscar Parrilli. Quienes siguieron de cerca las negociaciones cuentan que Caputo prefirió que la bicameral quedara a cargo de Lousteau antes que de Goerling, que responde a Macri y tenía el aval de Villarruel, ya archienemiga del Presidente. Caputo, además, tiene su propia línea con Yacobitti. Fue un puñal para el expresidente, que tiene especial encono contra la dupla radical.
Quienes conocen el funcionamiento de la bicameral dicen que el Gobierno “tendrá un problema” cuando la comisión empiece a funcionar porque “hay muchos gastos de Inteligencia que no podrá explicar, hicieron muchas boludeces”. Señalan “gastos en medios digitales” y el espionaje sobre “gobernadores y funcionarios” que habría comenzado en tiempos de Nicolás Posse como jefe de Gabinete. Hay gobernadores que tienen a Posse en su memoria por esos episodios.
La oposición dice que el Gobierno ya se gastó el 80% del presupuesto asignado a los fondos reservados. El control sobre esos gastos dependerá de cómo hayan sido registrados por la SIDE. En tiempos de Cristina Fernández de Kirchner se implementó un protocolo que marca algunas pautas de rendición que protegen secretos de Estado. En caso de que la bicameral entienda que fueron mal utilizados, podrá impulsar causas penales contra los responsables.
Aunque ahora todos los cañones apuntan a Caputo por haber sido quien diseñó la reestructuración formal del organismo y porque construyó casi un mito alrededor de su gusto por el submundo de la inteligencia, hay opiniones divididas sobre quién tendrá el control real sobre la nueva SIDE. En la oposición hay voces que apuntan contra Patricia Bullrich como la verdadera dueña de los servicios.
“Caputo no entiende nada de eso, la que sabe ahí es Patricia. Es la más peligrosa”, dice una voz autorizada del PRO. En el peronismo coinciden con la lectura. De las conversaciones que hubo por Inteligencia aseguran que surgieron algunos datos que indicarían que Bullrich está en cortocircuito con Caputo y también con Karina Milei.
La guerra total de Mauricio Macri y Patricia Bullrich
“Uno está a favor o en contra del cambio. Estás de un lado o del otro. Basta de especular”, le escribió Bullrich a Macri el viernes en su cuenta de Twitter. El expresidente y la ministra de Seguridad se vieron en privado por última vez el 26 de julio por la mañana para tratar de acercar posiciones. La reunión terminó “mal”. Están en guerra total.
En el bullrichismo se jactan de que "sólo 20" de los 37 diputados del PRO votaron en contra de los fondos reservados de la SIDE, a pesar de la orden que Macri dio unas horas antes de la sesión vía Zoom. “Ya no le hacen tanto caso a Mauricio, ¿no?”, chicanea la tropa de Bullrich. El Gobierno cree que la batalla contra Macri es todo ganancia para Milei. Apuesta al desgaste de su imagen. “La gente valora mucho lo auténtico, por eso banca a Milei. La apuesta política es ponerlo en jaque, que se le note la farsa”, dice el oficialismo.
Macri entiende que todavía tiene un electorado propio que sostener. Las últimas encuestas muestran que hubo una pequeña migración de votos desde La Libertad Avanza hacia el PRO. Son alrededor de cinco puntos de desencantados, en particular adultos antiperonistas que no comparten las formas del Gobierno. Milei se consolida en jóvenes de clase baja.
Pero Caputo no es el único escollo en la relación entre Macri y Milei. La artífice central de la distancia entre el Presidente y el líder del PRO es Karina Milei, a quien Macri nunca se animaría a cuestionar directamente. Su brazo ejecutor es otro apuntado: Lule Menem. “Caputo y Karina le dicen a Milei que vaya por todo, incluso por Macri”, señalan en el PRO. “Todo” sería su distrito, la Ciudad de Buenos Aires, donde el Gobierno amenaza con plantar una lista propia, sin acuerdo con el PRO, para quedarse con los dos senadores de la mayoría. La candidata podría ser Bullrich. Sería un golpe letal. El peronismo celebra la división de ese electorado.
La SIDE y Ariel Lijo, las dos banderas de Macri
Atento a las encuestas, Macri blande la bandera del republicanismo con los fondos reservados de la SIDE y la postulación de Ariel Lijo como candidato a juez de la Corte. Milei lo volvió a respaldar este viernes frente a las críticas de Villarruel.
La impulsora de la candidatura de Lijo es Karina Milei. Fue la secretaria general quien cerró esa postulación con Ricardo Lorenzetti. Quiere asegurarse que el máximo tribunal no tumbe el plan económico de su hermano y tiene entre ceja y ceja al supremo Horacio Rosatti, que se pronunció en contra de la dolarización. Para eso dio luz verde para avanzar en la negociación con Cristina Fernández de Kirchner y los gobernadores. Habrá que ver cómo talla en la discusión el nuevo bloque de senadores que presentará esta semana un grupo de gobernadores. Se llamará "Provincias Unidas" y tendría entre nueve y 11 integrantes.
En un principio, la expresidenta dio el visto bueno a sus alfiles en el Senado para respaldar al candidato a cortesano. Pero, según pudo saber Letra P, entró en dudas en los últimos días. “¿Lijo es confiable para nosotros?”, es la duda que le hicieron llegar algunos exfuncionarios, preocupados por causas judiciales. Concluyeron que el peronismo tiene que hacer valer un poco más sus 33 senadores en la negociación.
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