Se bajó de las presidenciales, pero ungió a su primo en la Ciudad, aupó a Bullrich para vencer a Larreta y ayudó a Milei a llegar a la Casa Rosada. Dolor xeneize.
Por Gonzalo Prado
El expresidente Mauricio Macri no pudo coronar el año con una victoria en las elecciones en Boca, donde fue derrotado por Juan Román Riquelme. Así, terminó el año con un sabor amargo y una mezcla de victorias y derrotas en los objetivos que se había trazado a principios de 2023. Tras bajarse en marzo de la pelea presidencial, evitó que el exjefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta ganara las PASO de Juntos por el Cambio (JxC) frente a Patricia Bullrich y consiguió que Javier Milei superara a Sergio Massa en la carrera por la Casa Rosada. Además, celebró que su primo Jorge Macri se sentara en la Jefatura de Gobierno porteña, el bastión PRO donde el ingeniero inició un reinado amarillo que arrancó en 2007 y se prolongará al menos por dos décadas. Sin embargo, no pudo lograr que alguien de su partido ocupara el sillón de Rivadavia y, para colmo, sufrió la traición de su exministra de Seguridad, quien negoció por su cuenta cargos para ocupar lugares de poder en el nuevo gobierno.
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Macri tuvo un comienzo de año marcado por la disputa entre Bullrich y Larreta, caras visibles de la disputa entre halcones y palomas que cruzó a la coalición opositora. La intensidad de ese enfrentamiento alcanzó niveles preocupantes para buena parte de JxC, pero el expresidente siguió con su idea de equilibrar la cancha. Es que en el verano pasado el expresidente veía al entonces alcalde porteño con una luz de ventaja sobre la titular del PRO. La primera polémica estuvo en torno a cuál de los dos tenía la primera foto con el exmandatario. La ganadora fue ella.
El Plan V y la renuncia de Macri
Mientras Bullrich y Larreta se concentraban en sus respectivos armados, Macri potenciaba la candidatura de María Eugenia Vidal. La exgobernadora siempre fue una debilidad del expresidente, pero en este escenario el ingeniero había encontrado una veta en su disputa con el jefe de Gobierno porteño: correr de su lado a la diputada que fue, es y será una de sus aliadas históricas.
En medio de esos tironeos, llegó marzo y Macri anunció que no sería candidato a presidente. La decisión la tomó después de considerar que la "balanza" entre Bullrich y Larreta estaba lo suficientemente equilibrada. La titular del PRO había conseguido un principio de acuerdo con un sector de la UCR, en lo que se llamó el Grupo Malbec, que le permitía compensar de alguna forma la alianza entre el alcalde y el gobernador de Jujuy y entonces titular de la UCR, Gerardo Morales, que cada vez estaba más sólida.
Fuera de la competencia por decisión propia, empujada por las encuestas que no le daban buenos augurios, Macri se concentró en su siguiente objetivo: que su primo Jorge Macri fuera el sucesor de Larreta. Dentro de JxC, la interna porteña era la que concitaba mayor atención después de la pelea nacional. El PRO volvía a enfrentar, aún sin un candidato definido, al senador radical Martín Lousteau que, de forma subterránea, contaba con el apoyo del alcalde. Esa discusión en el macrismo estalló con la decisión de Larreta de desdoblar los comicios en la Ciudad dos semanas después de la renuncia del expresidente a competir por su segundo tiempo.
El punto de quiebre entre Macri y Larreta
La furia de Macri por lo que consideró una traición de Larreta fue tal que no ocultó más sus intenciones de derrotarlo a toda costa. Aún si la interna podía llegar a ser nociva para las aspiraciones nacionales de JxC, lo que finalmente ocurrió. El expresidente se dedicó entonces a conseguir financiamiento y adhesiones para Bullrich. Todo mientras criticaba la estrategia del jefe de Gobierno de buscar "un acuerdo del 70%" del sistema político.
En mayo, la renuncia de Vidal a una postulación presidencial, que ya dejaba entrever su acuerdo con Larreta, no hizo más que echarle leña al fuego a la relación del expresidente con el jefe de Gobierno. Por eso Macri salió con los tapones de punta a criticarla, la acusó de "haberse desdibujado" y hasta consideró una "pena" ese cambio de actitud. El affaire con la exgobernadora bonaerense fue la única pausa en el discurso halconizado del fundador del PRO.
Sin ocultar sus simpatías por Milei, Macri continuó con su empresa contra Larreta. Consumada la victoria de Bullrich en las PASO, el expresidente tuvo un gesto que comenzó a detonar su relación con ella: elogió al economista, el más votado el 13A, arriba del escenario del búnker cambiemista, cuando los halcones estaban eufóricos por haber derrotado a Larreta. El bullrichismo nunca se lo perdonó.
El camino hacia los comicios de octubre quedaron como algo anecdótico. JxC nunca encontró un eje discursivo y se vio perjudicado por los coqueteos de Macri con Milei. Bullrich dijo "basta" a un mes de las elecciones, pero eso no alcanzó para revertir el resultado y la titular del PRO se quedó afuera del ballotage.
El Pacto de Acassuso
Las 72 horas posteriores al 22-O quedaron signadas por las discusiones entre Bullrich y Macri para definir quién sería la punta de lanza en el anuncio de lo que se llamó el Pacto de Acassuso con Milei. El apoyo público de la fórmula de la coalición al libertario, con el exmandatario moviéndose en las sombras como artífice de la movida, volcó al electorado cambiemista en favor de La Libertad Avanza.
La segunda vuelta coronó al economista ultra como presidente, pero fue el puntapié para la venganza de la titular del PRO, que no dudó en negociar por su cuenta con la nueva administración. Una forma no tan sutil de remarcarle a Macri que no sigue sus órdenes.
La derrota en Boca
A la par de la rosca grande rumbo a las elecciones 2023, Macri no paró de fragotear para recuperar el comando del club de sus amores, el lugar donde todo empezó: el ingeniero comenzó su carrera política alcanzando la presidencia de Boca Juniors en 1995 y sólo la abandonó en 2007, cuando se convirtió en alcalde porteño. Retuvo el poder xeneize a través de figuras de su armado, pero en 2019 la ola que se llevó a Cambiemos de la Casa Rosada y de la gobernación bonaerense también lo sacó de la entidad de la ribera.
Como contó este medio, durante todo el año se mostró proclive a meterse en el barro azul y oro. Su apoyo público a Andrés Ibarra estuvo acompañado por sus declaraciones acerca de jugar fuerte, aunque sin blanquear si sería o no candidato. Finalmente, a una semana del ballotage presidencial y con el envión que el Pacto de Acassuso le había dado a su figura, el exmandatario confirmó su candidatura a la vicepresidencia de Boca.
Lo que vino después, es conocido. Pelea frontal de modelos con Riquelme, pelea judicial, impugnaciones, comicios suspendidos el 3 de diciembre, marchas, contramarchas y la votación de este domingo, donde el ídolo boquense le propinó una durísima caída.
Con las cartas echadas, ahora Macri termina el año con un propósito claro para 2024: demostrarle a Milei que fue un error pactar con el peronismo para conseguir gobernabilidad.
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