Luego de ser anunciada en Paris, Cecilia Todesca Bocco viajó a Washington para “defender” su postulación ante el directorio del BID. Comenzó el tironeo y las cuentas para la votación. Los tres movimientos determinantes que debería producirse para que, por primera vez, Argentina presida ese organismo multilateral.
Pablo Ibáñez /
Voto a voto, con dudas sobre si se van a cumplir algunas promesas en voz baja, la intriga sobre cómo jugará EEUU y un karma histórico al acecho: nunca, en más de 60 años, Argentina pudo presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el principal organismo multilateral de América. Sobre ese panorama incierto, el Gobierno argentino movió una pieza y se zambulló en la pelea. Desde París, Alberto Fernández presentó a Cecilia Todesca Bocco, mano derecha de Santiago Cafiero en la cancillería, como candidata argentina el organismo.
Sergio Massa, ministro de Economía que forma parte de la comitiva que acompaña al Presidente en la Cumbre del G20, podría viajar a Washington para participar in situ de lao votación que definirá el próximo presidente del BID.
Contrarreloj, comenzaron las negociaciones porque el trámite tiene un deadline: el 20 de noviembre, en un proceso de dos ruedas de votaciones, se elegirá a quien reemplazará a Mauricio Claver-Carone, el exfuncionario de Donald Trump que se convirtió en el primer presidente del BID puesto por EEUU y que, hace semanas, fue desplazado de su cargo porque una investigación lo encontró culpable de comportamientos personales incorrectos. Más simple: por hacer uso de su poder interno para beneficiar a una mujer con la que tenía un vínculo emocional.
El destino de la candidatura de Todesca depende de una matemática enrevesada. Argentina demoró, hasta el final, la presentación de un candidato propio en busca de que se construya un candidato de consenso con los socios de la región, como México o Chile. Eso no ocurrió y la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales se convirtió en la apuesta de Alberto Fernández para un sillón al que aspiró, infructuosamente, Gustavo Beliz.
La mecánica de elección requiere acuerdos previos: el presidente debe contar con la mitad más uno de los 28 países miembros pero, además, deben tener el respaldo de una cantidad de países que expresen más del 50% de representación en el BID. Por caso, EEUU tiene 30% del porcentaje del organismo, Argentina y Brasil tienen 11% y México 7%. Pero la unidad de esos no alcanza si no suman, además, el voto de 15 países.
Movimientos
En el ajedrez hay dos expedientes determinantes. Uno tiene que ver con Andrés Manuel López Obrador, (AMLO), el presidente de México, que en su momento le trasmitió a Fernández que su país acompañaría a un candidato propuesto por Argentina pero a los días apareció el nombre de la mexicana Alicia Bárcenas como candidata. Aunque no era, oficialmente, la postulante de AMLO, el dato llamó la atención. Luego la postulación se retiró lo que parecía allanar, entonces, la idea argentina pero apareció un nuevo candidato de México: Gerardo Esquivel, que integra el directorio del Banco Central de México.
Entre un hecho y otro ocurrió algo puntual. La candidatura del economista brasileño Ilan Goldfajn, que presidió el banco central de Brasil y es director del FMI, que se presentó con el aval de Jair Bolsonaro, entró en zona gris tras el triunfo de Lula Da Silva. Goldfajn es, además, de candidato del Bolsonaro, una figura que genera empatía en la burocracia de los organismos y, además, en la secretaría del Tesoro de EEUU, oficina de probada influencia sobre las decisiones del fondo.
El movimiento que generó curiosidad fue que al perder músculo Golfajn, México puso en la cancha a Esquivel que por sus antecedentes también pueden mirarse como un candidato bien visto por el mainstream de los organismos multilaterales y por el Tesoro. “Si se sigue la secuencia, Esquivel parece el candidato muleto del Tesoro, cuando empezó a peligrar lo de Golfajn”, interpretó una fuente oficial. De ahí, que el episodio central que debería ocurrir para que las chances de Todesca se consoliden, sería que AMLO baje a Esquivel y de ese modo deje que la disputa se antagonice entre Todesca y Golfajn.
En Bali, el Gobierno tendrá la oportunidad de medir ese pulso. Este miércoles, poco antes del mediodía, Santiago Cafiero se reunirá con Marcelo Ebrard, el canciller de México, en Apurva Kempinski. La agenda bilateral es múltiple pero está, en carpeta, el viaje de Fernández a México el jueves 24 de noviembre, invitado por AMLO, pero sobre todo, antes de esa fecha, está la votación del BID. “Si no lo baja a Esquival, significa que le juega mal a Argentina”, describió una fuente oficial.
“Si México baja a su candidato, Todesca está en la ronda final y ahí ya depende de lo que se pueda charlar con Lula”, apuntó una fuente al tanto del engranaje complejo de esa decisión. “Y si es necesario, Alberto tendría que hablar con Lula y decirle que ´lo fue a ver a la cárcel, en el peor momento, ahora Argentina necesita una mano”, completó.
En la ruleta hay otros jugadores.Nicolás Eyzaguirre, quien fue ministro de Hacienda en el gobierno de los presidentes socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet pero no aparece, más allá del formalismo, como un candidato que apadrine el presidente de ese país, Gabriel Boric. En tanto, Trinidad y Tobago presentó a Gerard Johnson, un exfuncionario del BID. Esa postulación expresa al CARICOM, la comunidad del países del Caribe, que tiene poco porcentaje en el BID pero muchos votos. De hecho, el CARICOM lo integran quince estados, más de la mitad de los estados miembros del BID.
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