La peligrosa cornisa permanente por la que camina la provincia de Buenos Aires otra vez ha quedado demostrada en estos días. Varios conflictos se acumulan y obliga a definiciones y redefiniciones.
La agitada interna en la Policía de la Provincia de Buenos Aires preocupa a los jefes municipales.
No es nuevo. Es sencillo remontar a los tiempos de Daniel Scioli gobernador -para no ir a buscar en el archivo aquella frase de Eduardo Duhalde cuando habló de 'la mejor policía del mundo'.
El control de los territorios no puede escindir el costado de la seguridad, tema de agenda permanente en las campañas electores pero que, lejos de solucionarse, empeora.
Desde siempre, la relación entre intendentes y jefes policiales estuvo cruzada por diversas especulaciones. Desde quienes incurren en complicidades hasta quienes decidieron (y deciden) mantener sólo una relación institucional.
El problema radica en que, ante cada episodio de inseguridad grave, las protestas tienen dos destinos:
** o las puertas de la comisarías -tal como se observó esta semana en la localiad de Rojas-;
** o la puerta de los municipios, comportamiento en el que, hasta ahora, los gobernadores suelen salir ilesos, aunque no tanto como el Poder Judicial.
El ambiente que se respira por estas horas provoca varias dudas.
¿El enojo de un sector de la fuerza de seguridad más numerosa del país produciría zonas liberadas como consecuencias de sus supuestos 'brazos caídos'?
Nadie se anima a descartarlo de plano.
Pero aquí aparece una problemática más añeja y compleja. La interna desatada en 2014 mantiene sus esquirlas.
Hay que buscar en aquellas jornadas el 'pico de tensión' entre quien era el jefe de la Bonaerense, Hugo Matzkin, y un sector de la Agencia Federal de Inteligencia, exSecretaria de Inteligencia de la Nación. De alguna manera, resabios de esa conducción en la fuerza conviven en estos tiempos.
El N°2 de la bonaerense, Jorge Figini, es conocido como un hombre de Matzkin, quien cuando dejó 'la fuerza' logró influir en la designación de varios secretarios y asesores de seguridad en distritos del conurbano, al margen de su vínculo con quien fuera ministro de Seguridad hasta 2015, Alejandro Granados.
Muy distinta es la procedencia de Daniel García. El actual jefe acumula experiencia al frente de comisarías, o sea es uno de los que en la jerga policial son identificados como “troperos”. Es decir, estuvieron al mando de las tropas en sus territorios. Tiene calle. Y eso genera respeto. No sólo entre sus subordinados, sino también entre los intendentes.
Un dato no menor: en aquellos tiempos convulsionados, Sergio Berni era secretario de Seguridad de la Nación y, tal como hoy, 'un soldado de Cristina' (Fernández de Kirchner). Reducir esta tensión a la agitación de Florencia Arrieto es demasiado infantil.
Dicen que apenas se 'raspe un poquito' caerían algunos argumentos de moralidad y dedos acusatorios. Agregan que habría que buscar en las planillas del Senado bonaerense para ver si no aparece alguna práctica que hoy denosta. Pequeños detalles. La resolución o el agravamiento de esta conflictividad marcará parte del agitado año electoral que amanece.
¿Hay internas políticas? Sí, nadie podría dudar de ello.
Pero también hay un escenario con las remuneraciones, que no fue resuelto. Y un tema lleva a otro. Algo tan viejo como la película 'La Bonaerense', de Pablo Trapero.
Pasos sí, Pasos no
Aún no se sabe cuándo habrá elecciones y si se convocará o no a las primarias abiertas simultáneas y obligatorias.
Sergio Massa, jefe del Frente Renovador y presidente de la Cámara Baja, se muestra como el dirigente más activo del Frente del Todos para intentar retener el voto de la clase media que confió en Alberto Fernández como un moderado.
Massa retomó su ofensiva con dos acciones concretas esta semana:
** la presentación de un proyecto para modificar el impuesto a las ganancias para la 4ta. categoría o sea los salarios en relación de dependencia (falta aún un auxilio a los autónomos) y jubilados; y
** declaró que entre gastar en elecciones primarias y comprar vacunas prefiere lo segundo. Los dichos provocaron respuestas inmediatas.
El tema aún será materia de discusión y alharaca mediática.
Con cierta habilidad, Sergio Massa puso en agenda un tema que la oposición no puede rechazar sin costo.
De paso, él consigue que cambiar la agenda de opinión pública. De pronto, no se habla tanto de las internas que anidan en el peronismo de la Provincia de Buenos Aires.
Es verdad que Massa está alejado de las reyertas peronistas aunque no es ajeno. Su espacio, el Frente Renovador, se prepara para un Congreso partidario antes que termine febrero.
En el encuentro, el FR avanzará en lo que el peronismo provincial aún no concreta como acto organizativo: definir autoridades. En el PJ ya le avisaron a Máximo Kirchner que su consagración deberá esperar un tiempo. Por ahora, Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, mantiene su bloqueo.
Eduardo Duhalde se entusiasma con Gray, a quien conoce desde hace muchos años, en especial lo recuerda su mujer, 'Chiche'.
Duhalde cree que la posición pública de Gray de negarse a salir de escena para facilitar el arribo de Máximo, lo podría convertir en un abanderado de varios sectores del peronismo que esperan estas actitudes y que acaban de lanzar una agrupación llamada Sumar.
El comunicado que llegó a la Redacción concluye así: "(...) Si bien la mayoría de los impulsores del espacio han sido gente joven y de las nuevas generaciones, se han integrado al sector reconocidos dirigentes del peronismo bonaerense entre los que se destacan Hilda de Duhalde, Carlos R. Álvarez, Mabel Muller, Alfredo Meckievi, Juan Manuel García Blanco, María del Carmen Falbo, Isidoro Laso, Juan Carlos Correa, Carlos Martínez, Héctor Scavuzzo, Osvaldo Dameno, Oscar Rodríguez, Haroldo Lebed, Ángel Abasto, Eduardo Britos, Roberto Altarrui, Dardo Ottonello, José Luis Bichara, Álvaro Franpoyen, Eduardo Budiño, Jorge Scoccia, Silvina Rodríguez, Ricardo Yacomino, Jorge ÁAlvarez, entre otros."
Carlos R. Álvarez hizo llegar un comunicado propio de respaldo al reclamo policial bonaerense.
En su más reciente mensaje, el intendente Gray compartió una canción de Hugo del Carril (h), nada mejor para llegar al corazón del peronismo.
El ex presidente Duhalde así lo dijo en una reciente entrevista con Canal 26, en la que consideró que el avance de La Cámpora sobre la estructura partidaria era una “payasada” y “no se va a poder hacer”.
En esa misma nota, Duhalde mantuvo palabras elogiosas para con el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, quien integra el binomio que, con Gray, conduce el peronismo bonaerense.
Fue el intendente de Merlo quien le explicó a Máximo Kirchner las dificultades para desembarcar sin escándalos ni presentaciones judiciales de por medio.
Al parecer, Máximo lo entendió, que no es lo mismo a decir que se resignó.
Lo interesante en todas estas movidas es cómo quedó al desnudo la misma división de los alcaldes peronistas del Conurbano.
Un grupo lo comanda Martín Insaurralde, el intendente de Lomas de Zamora, quien no disimula sus acuerdos con Máximo Kirchner. Sus detractores le adjudican haber sido él quien entusiasmó a Máximo a zambullirse en una pileta sin agua. Es más: sus críticos afirman que el error de Insaurralde proviene del escaso contacto que tiene con el peronismo bonaerense.
Cualquiera sea la situación, quedó partido el bloque de jefes comunales de la 3ra. Sección Electoral.
Mientras tanto, en la 1ra. Sección se agrupan en un bloque además de Menéndez, 'Juanchi' Zabaleta; Julio Zamora -de Tigre, con buena relación, por necesidad desde su ruptura con Massa, con La Cámpora local-; Fernando Moreira, de San Martin, vía Gabriel Katopodis; y Alberto Descalzo, de Ituzaingó.
De esa mesa se alejó, con aviso previo, Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, quien no quiere tensar su vínculo con el cristinismo, de manera tal que se trabe la reelección de su jefe político de siempre, el senador provincial Luis Vivona. Algunos afirman que fue una orden de Vivona, antes que una iniciativa de Nardini.
Ese grupo de alcaldes piensa que todo se puede negociar, pero no a los empujones. Para explicarlo suelen utilizar otras expresiones, más explícitas y populares.
Tal como se descubre, la agenda política bonaerense transita, de manera permanente, siempre sobre el filo de la navaja.
El juego de equilibrios es endeble. Mientras el oficialismo cree en una recuperación de la economía gracias al rebote luego de la catástrofe 2020 y el avance de la vacunación, un episodio de los tantos que abundan en el conurbano pueden cambiar los planes.
De todas maneras, nada que los jefes territoriales no sepan. El problema es que, en muchos casos, funcionarios de estratos superiores no entienden de qué se trata.
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