El Presupuesto 2023, será una prueba para el ministro de Economía. Se define el rol de Juan Schiaretti en la presidencial del año próximo.
Por Ignacio Zuleta
La tolerancia en la cúpula, a prueba
Las tibiezas de setiembre, mes primaveral en el horizonte, disparan la agenda, por encima o por debajo de las distracciones del sistema Massa, productor de humos y tinieblas que no dejan ver la realidad.
La primera señal, tenue, pero decisiva, es si esta semana se completa el equipo del nuevo ministro. Apura los tiempos un proyecto central: la confección del proyecto de Presupuesto 2023.
Será la señal de que el nuevo gabinete está en control de la economía. El compromiso no se agota en cumplir con la fecha de la presentación el 15 de septiembre. Debe estar acompañado de un seguro de sanción para evitar el chasco de diciembre de 2021, cuando el cristinismo derrumbó el proyecto de Martín Guzmán y dejó al gobierno sin presupuesto 2022.
Seguro de sanción quiere decir que el oficialismo tendrá para esa fecha, dentro de 40 días, asegurados los votos en las dos Cámaras. La clave es lograr acuerdos con la oposición y los gobernadores, para asegurar quórum y aprobación. La mesa de Olivos, que sigue jugando junta desde el armisticio que siguió a la crisis Batakis, transita un período de aprendizaje.
El presidente Alberto Fernández y el ministro Economía Sergio Massa, el viernes en un acto en Rosario donde se reinauguró el servicio metropolitano de trenes que une con Cañada Gómez. Foto: JUAN JOSE GARCIA
La nominación de Gabriel Rubinstein - un anti-Cristina de aquellos - es un ensayo de tolerancia. Otro será no ir de nuevo a chocar en el Congreso nada menos que con el presupuesto. Este gobierno tiene en Massa un primer ministro, como si tuviéramos un gobierno parlamentario. Y en este tipo de sistema, si el premier fracasa en imponer un presupuesto, se va a su casa.
Sale a licitación un peaje clave en Diputados
Para el trámite hay cabos sueltos que parecen minucias, pero que determinan todo. Uno es la indefinición, hasta este domingo, de quién reemplazará a Cecilia Moreau, nueva presidente de la cámara de Diputados, en la comisión de Legislación General.
Esta comisión es la herramienta principal del oficialismo para superar las estrecheces de un Congreso empatado. La comisión tiene que ver todos los proyectos. Pero cuando el dictamen de uno de ellos queda trabado en alguna comisión específica, el oficialismo hasta ahora lo derivaba a Legislación General en donde tiene mayoría, y liberaba el tratamiento.
Ocurrió con el discutido proyecto de creación de una zona protegida en el llamado "Agujero Azul" del mar argentino. No salía de otras comisiones específicas y el oficialismo se lo confió a Legislación General, y a Moreau, para llevarlo al recinto.
El recitativo oficial dice que Massa renunció a la banca y al cargo de presidente pero que mantiene el control del peronismo en la cámara, tribu ya herida por el renuncio de Maxi Kirchner a la presidencia de la bancada del Frente de Todos.
La prueba de tolerancia será si Massa pondrá a un diputado propio en esa comisión de Legislación General, o si sus socios le coparán ese peaje clave. Hasta ahora Massa tiene tres postulantes de su estricta observancia: Mónica Litza y Marcela Passo (Buenos Aires), y Vanessa Massetani (Santa Fe). Se aceptan apuestas, pero el que se la juega todo es Massa, para seguir controlando lo que le queda de peronismo en Diputados.
Córdoba, test para el oficialismo y la oposición
Otra trama que corre con aire primaveral es la estrategia del oficialismo y la oposición en los distritos más disputados, y que definen las elecciones por su cantidad de votos.
Uno es Córdoba, el segundo en tamaño después de Buenos Aires. El 11 de setiembre habrá una prueba que decidirá el futuro en esa provincia. Se elige intendente de Marcos Juárez, el distrito que Cambiemos considera su "Kilómetro Cero". Fue donde la alianza del PRO y la UCR tuvo su primer triunfo electoral en setiembre de 2014. Ganó el vecinalista Pedro Dellarosa y aquel triunfo ordenó la negociación de alianzas y mostró cómo podía funcionar lo que después se llamó Cambiemos.
Aquella victoria consagró a Emilio Monzó y a su equipo. Dellarosa reeligió en 2018 con el 53% de los votos. Para esta elección esa amistad se ha roto. Disputan el cargo dos secretarias de la gestión actual, Sara Majorel por Juntos por el Cambio, y Verónica Crescente, a quien apoya el peronismo de Juan Schiaretti.
El resultado del 11 de septiembre resolverá la conducta del peronismo cordobesista de Schiaretti. Si gana, fortalecerá la posibilidad de un proyecto nacional con él de candidato. Si no gana, desatará maniobras de control del proceso para retener el poder provincial en 2023.
Schiaretti está en los papeles de dirigentes hoy opositores, como Gerardo Morales, para ampliar la coalición o negociar un eventual apoyo del cordobesismo en un ballotage. De esto han hablado, entre otros, Schiaretti con Morales y Facundo Manes.
El gobernador Juan Schiaretti en La Rural, a fines de julio.
El límite del "Gringo" es que su juego obligado es por afuera de Juntos por el Cambio. Por eso, un entendimiento tiene que mirar el ciclo completo que comienza ahora en Marcos Juárez, sigue en las elecciones provinciales de junio de 2023 y termina en la fecha final de un eventual ballotage. Es el partido completo, como en las idas y vueltas de las copas de fútbol, en las que, además, el gol visitante vale doble.
Schiaretti entusiasma a propios y extraños
Para el formato peronista Juntos por el Cambio es el límite. En las charlas de Schiaretti con Florencio Randazzo, Juan Manuel Urtubey y otros, la idea es que el gobernador juegue siempre, como candidato o no, en protección del poder del cordobesismo, que es un peronismo ampliado.
En esas reuniones hay delegados de un peronismo no cristinista de nueva generación, que oculta hoy sus movimientos, pero que se mostrará dentro de diez días en Córdoba hablando de lanzamientos schiarettistas. Con entusiasmo, participan de esas charlas Oscar González, presidente de la legislatura provincial (y uno de los "Pelados" más conocidos del oficio), y el intendente de la Capital Martín Llaryora.
Se entusiasman con que el de Córdoba va a ser el único peronismo que va a quedar en pie después de este gobierno. En el gobierno nacional escuchan otras campanas, y dan fe a expresiones de Schiaretti a colegas de otras provincias: "A mí me dijo que no quiere ser nada. Que finaliza su carrera política: Tengo 73 y mi salud no me acompaña", dice haberle escuchado el gobernador más movedizo del peronismo. Me guardo el nombre porque después se enojan.
Concentración opositora en Santa Fe
El otro distrito que desbalancea por el tamaño es Santa Fe. Este fin de semana fue un festival de conspiraciones. Horacio Rodríguez Larreta juntó entre viernes y sábado a todas las tribus de Cambiemos, aun las que mantienen inquinas odiosas entre sí.
Aprovechó la oportunidad de una reunión previa al C-40, la Cumbre Mundial de Alcaldes por el cambio climático, que ocurrirá en octubre en la CABA, para mostrarse con 35 intendentes de todo el país. También para cenar con los caciques de Cambiemos. Les juntó las cabezas sin restricciones.
Mientras, el mismo viernes, pero en la capital de Santa Fe, Ernesto Sanz, José Corral y Mario Barletta juntaron a dirigentes del radicalismo para diseñar el juego del partido en las primarias del año que viene. Las elecciones serán, como en Córdoba, en junio, con unas primarias en abril, que influirán en el armado nacional de la oposición. En Córdoba el gobierno provincial ha estado en manos del radicalismo varios turnos en el pasado.
Pero en Santa Fe no ha gobernado un radical desde 1983. Esperan que ésta sea la oportunidad. Con Córdoba y Santa Fe ordenadas, la Capital también resuelta por el acuerdo entre Larreta y Martín Lousteau para la sucesión, y Mendoza asegurada para la oposición, quedan Buenos Aires y Entre Ríos para trabajar.
Un cayetano más pacífico
Este domingo de San Cayetano mostró algunos deslizamientos de las organizaciones que tradicionalmente han mostrado adhesión al gobierno desde la Iglesia.
El primer dato para retener es que San Cayetano ha perdido la gravitación que tenía en años anteriores. El pico más alto ocurrió en 2018, cuando la celebración de esta devoción - que es un eje del programa bergogliano - coincidió con la votación del proyecto de despenalización del aborto en el Senado.
En la madrugada del 8 de agosto de aquel año, el Senado derrumbó el proyecto que había promovido el gobierno de Macri con el apoyo del peronismo opositor. La derrota en el Senado fue un triunfo de Macri, que jugó rechazando la iniciativa que él mismo había promovido - y de Bergoglio.
Esteban Gringo Castro, líder de UTEP, en la movilización por San Cayetano.
Las organizaciones cayetanas - como se llamaban en aquel momento las que conducía Juan Grabois - la pasaron mal porque aquel San Cayetano se hizo cuando el gobierno de Macri ya había acordado con el FMI. Las organizaciones habían pasado a la beligerancia total, pero debían al mismo tiempo manifestar en contra de la despenalización del aborto.
Otras emergencias cayetanas
Esta vez las organizaciones están en otras emergencias. Revisan sus relaciones con el oficialismo y pueden llegar a dejar el Frente de Todos para abrirse en un bloque aparte. El oficialismo juntará número con ellos en un eventual interbloque. No está decidido. Grabois, presente este domingo en San Cayetano, insiste en que “depende si hay medidas para los de abajo o no. Nosotros ponemos toda nuestra fuerza al servicio de los humildes. Lo demás es táctico”, remata.
En estos días se distribuye un libro en el cual explica cómo su plan del Salario Universal es financiable en un 99% con fondos que el estado ya tiene, pero que malgasta. Habría, y ahí está el punto de disidencia con el gobierno, que sacárselo a otros decisores – intendentes, gobernadores, etc. Así cualquiera, porque es un imposible ("Los peores: Vagos, chorros, ocupas y violentos - Alegatos del humanismo cascoteado)".
Estrategias peregrinas
Este año los sermones fueron moderados y hay imágenes que darán vuelta por ahí, para hacer la felicidad de quienes se entretienen en la interpretación de fotos.
Por ejemplo, Gustavo Béliz, símbolo del anti-massismo, peregrinó con la Virgen de Luján en los hombros, pocos días después del portazo a su cargo de secretario estratégico del gobierno. Evidentemente, ha cambiado de estrategia, ¿o esta de peregrinar era la única que tenía? Y eso que quería presidir el BID, que es un banco.
Señal política importante, porque las organizaciones cayetanas están en la mira del cristinismo, que rechaza su rol en la administración de los planes sociales. El gobierno debe tramitar la iniciativa de Cristina de trasladar la administración a intendentes y gobernadores, que siempre entendieron que esa tercerización les quitaba poder y dineros.
La crítica de Cristina a la tercerización fue tema del Grito de Ensenada, el discurso que pronunció aquel sábado cuando renunció Martín Guzmán. Béliz, observado con inquina por el cristinismo extremo, reapareció en fotos portando la imagen de la Virgen como un protagonista de ese acto cayetano, que sigue siendo un emblema del bergoglismo.
Francisco abre el juego: mariposa o murciélago
El sindicalismo del Transporte adelantó que esta semana sus dirigentes serán recibidos por el papa Francisco. Como el ala moyanista amenaza con un paro al gobierno, no faltarán las lecturas lineales de este gesto papal, del cual hay que esperar el resultado. Como ocurre en todo lo que hace el pontífice, que mira más allá del común de los mortales, y como en el ajedrez, hace jugadas previendo las reacciones.
Como haberlo recibido a Petro antes de las elecciones de Colombia, un país en el cual el episcopado ha asumido responsabilidades altísimas en la administración del acuerdo entre el gobierno y las guerrillas - desarme, desmovilización de fuerzas, recuperación de menores que integraban las guerrillas para la vida civil. Es una herida que no cierra y que el Vaticano sigue de cerca, porque la Iglesia ha sido llamada en aquel país a resolver lo que la política no terminó de arreglar.
El Papa Francisco con indígeneas en Quebecm Canadá, el 29 de julio pasado. Foto: Jacques Boissinot/The Canadian Press via AP
Para entender el sentido de estos movimientos vaticanos es interesante retener una anécdota del último viaje de Francisco a Canadá. Una de las actividades fue una reunión con un grupo de sacerdotes jesuitas. Uno de los anfitriones le regaló el cuadro de una mariposa. El Papa bromeó: "Viendo esta foto tan bonita me viene una duda. Es tan bonita que podría ser una trampa jesuita. ¡No sé si es una mariposa o un murciélago!" El Dr. Pichetto tiene la palabra.
A dos puntas en Colombia
El ademán más amigable de Alberto hacia Cristina ocurrió en una reunión de contrafrente en Bogotá - asunción del presidente Petro - con algunos socios del llamado Grupo de Puebla.
Esta foto de vetero-terceristas venía de pronunciarse en defensa de Cristina a raíz de los procesos judiciales. La cita en Bogotá juntó a Alberto con algunos pasivos como Dilma Rousseff, Ernesto Samper, Fernando Lugo y figuras menores como el excandidato chileno Marco Enríquez-Ominami, y las argentinas Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de las Mujeres, y Cecilia Nicolini, secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, ex vacunatorio VIP.
La elasticidad del oficialismo de esta era massista le dio más relieve a la cita con Juan González, el asesor de Biden para temas hemisféricos en el Consejo Nacional de Seguridad, y que funge como otro de los muchos amigos americanos de Sergio Massa, en el gabinete demócrata.
El nuevo ministro de Economía ha manejado mejor -hasta ahora- una agenda republicana, por sus relaciones con el abogado de Donald Trump, "Rudy" Giuliani. González estuvo como integrante de la delegación americana a la asunción de Petro, exguerrillero y amigo del nuncio papal en Colombia, el argentino Luis Mariano Montemayor, quien acercó al nuevo presidente al papa Francisco.
Bergoglio, que no recibe a candidatos, hizo una excepción con Petro. Seguramente porque lo creía ganador y es función de un jefe de Estado avenirse a las realidades efectivas y conducentes de la política.
Delegada de Biden, esposa de un admirador de Macri
La delegación americana a esa jura la encabezó alguien más importante que González, la jefa de la Agencia de Desarrollo Internacional, Samantha Power, una estrella de la política exterior de los gobiernos demócratas - fue funcionaria también de Barak Obama.
La Power es la esposa de otra estrella que ha andado por acá, el constitucionalista y escritor Carl Sunstein. Este personaje estuvo en el país en febrero de 2019 y mantuvo una larga reunión con Mauricio Macri, de quien salió hablando maravillas, así como de su gobierno.
Sunstein es el teórico de un pensamiento liberal a ultranza, pero que recupere los objetivos del New Deal de Roosevelt. Un producto ideal para la Argentina, que sostiene en la agenda que comparten las principales familias políticas: una mezcla del liberalismo clásico con el igualitarismo de las revoluciones europeas.
No consta en el record oficial que Samantha se reuniera con Alberto, que prefirió exaltar la cita con los veteranos del Grupo de Puebla.
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