Busca elevar el piso de la negociación con Pro e insistir con que se grave el juego y la minería
El Frente Renovador formalizó ayer la presentación de su proyecto de reforma del impuesto a las ganancias. El trámite excede lo formal: lo que busca el massismo es plasmar por escrito su posición para evitar que el proyecto presentado por el Gobierno sea la única referencia a partir de la cual se inicien las negociaciones parlamentarias.
Se sabe, la iniciativa del partido de Sergio Massa es mucho más ambiciosa -o agresiva, según a quien se consulte- que la motorizada por la Casa Rosada: eleva el mínimo no imponible a $ 48.000 mensuales de salario bruto para un trabajador casado, con dos hijos, a $ 36.200 para un soltero y a $ 60.000 para los jubilados. Aunque instala escalas más flexibles, oficialismo pretende subir el piso sólo un 15 por ciento.
Pero el proyecto del FR también es más agresivo sobre los sectores con los cuales compensaría el costo fiscal del beneficio a los trabajadores: propone gravar la renta financiera, aumentar los impuestos al juego, volver a cobrar retenciones a la minería y gravar la ganancia extraordinaria de quienes realizaron operaciones con el dólar futuro.
La iniciativa de Massa es mucho más ambiciosa -o agresiva- que la motorizada por la Casa Rosada
La iniciativa de Massa es mucho más ambiciosa -o agresiva- que la motorizada por la Casa Rosada. Foto: Archivo
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"Estamos fijando un punto de partida, porque si no lo hacemos tenemos que partir de un proyecto, el del Gobierno, que es malísimo, porque termina sumando trabajadores al impuesto y no al revés", sintetizó en diálogo con LA NACION la diputada Graciela Camaño, mano derecha de Sergio Massa en el Congreso.
"El Gobierno va a tener que admitir que su proyecto de ganancias es malo y en consecuencia, corregirlo", agregó Marco Lavagna, para insistir en que la iniciativa del oficialismo es "más deficitaria" para el Estado y las provincias. "Nosotros presentamos una estructura impositiva que sirve para financiar el proyecto que tiene que ver con gravar la timba financiera y el juego", enfatizó.
Ayer, de hecho, el comentario entre los diputados y operadores del massismo en el Congreso pasaba por la abundancia de "gestores" de los sectores afectados. "Hay un lobby fenomenal", reconoció Camaño, para remarcar la posición de su bloque: "Hay mucho que trabajar y consensuar con el oficialismo y las otras bancadas de la oposición, pero nuestra decisión es insistir para que la minería, el juego y la renta financiera paguen impuestos".
El miércoles, luego de que Massa copara la escena mediática con su proyecto (también las redes, con su calculadora de beneficios), el Gobierno se vio obligado a negociar una salida con la oposición.
El desafío del massismo pasará ahora -y hasta la sesión de Diputados, planteada para el 6 de diciembre- por evitar que las coincidencias de la oposición se desintegren por las internas partidarias.
No parece un camino fácil. De hecho, y sin que el Gobierno tuviera que mover un dedo, ese consenso comenzó a crujir el mismo jueves a la madrugada, cuando los diputados de La Cámpora y Diego Bossio, referente del Bloque Justicialista, exhibieron cicatrices del pasado.
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