Unión por la Patria apuró su cierre para que coincida este martes con el 17 de octubre, fecha “patria” peronista, y un escenario que Cristina Kirchner usó en 2017. El simbolismo PJ y el acto en conurbano como señales de las prioridades y urgencias del oficialismo para sostener sus dos objetivos enlazados: la reelección del gobernador y una buena performance en las intendencias, como llaves para que sentar al candidato de UP en la segunda vuelta presidencial.
La postal de Sergio Massa y Axel Kicillof, solos sobre el escenario, con la presencia lateral de Jorge Ferraresi, como anfitrión, buscará ser la foto que, más allá de la escenografía, dejará el acto de cierre -el más masivo, aunque no el último antes de la elección- que Unión por la Patria (UP) hará esta tarde en la cancha de Sarandí, en Avellaneda, en el conurbano sur. El destino y la fecha, el 17 de octubre, anudan dos simbolismos sobre los que el oficialismo asienta, en estas horas, una doble expectativa para el 22-O: la reelección de Kicillof en la provincia de Buenos Aires y, sobre ese soporte, el ingreso de Massa al balotaje del 19 de noviembre.
El escenario despojado, con la centralidad en Massa y Kicillof, traduce un mensaje que se consolidó en el último mes e intenta trasmitir un registro: el peronismo apuró, luego del tropiezo electoral de las primarias del 13-A, una mutación en las figuras esenciales. La ausencia de Alberto Fernández y Cristina Kirchner -que no estará hoy en Sarandí- en la campaña, que va más allá de que no sean candidatos, pretendió construir un nuevo centro de gravedad en la conducción y en las figuras. El dato adicional es que, en el último tiempo, acotó la foto gregaria del peronismo, esa postal multitudinaria de dirigentes amontonados sobre escenarios superpoblados.
Massa y Kicillof, Kicillof y Massa, desplegarán en Sarandí un ritual de alto significado político: tratar de entrar en el tramo final de la campaña, a 100 horas de la elección, con el impulso que requiere una disputa que es la versión recargada, y más decidida que la del 2005, de la llamada madre de todas las batallas. Vale una microhistoria. En 2005, Carlos Kunkel, un dirigente peronista históricamente ligado a Néstor Kirchner, dijo que ese año de elecciones legislativas será la madre de todas las batallas porque expresaría la ruptura, y enfrentamiento, entre Kirchner y quien había sido su promotor, Eduardo Duhalde. Así ocurrió: compitieron Cristina Kirchner versus “Chiche” Duhalde, ganó la primera y se resolvió la interna peronista.
Ahora el asunto es de otro calibre. En un escenario de alta incertidumbre sobre el resultado nacional, la provincia de Buenos Aires se convierte en un territorio clave desde donde el peronismo puede funcionar como contrapeso para un eventual Javier Milei presidente además de tener un territorio de supervivencia para una, siempre preanunciada, reinvención. Otro capítulo de la historia sirve como referencia: la derrota del Frente para la Victoria (FpV) en 2015, con Mauricio Macri en la presidencia y sorpresiva llegada de María Eugenia Vidal a la gobernación, marcó el periodo de mayor repliegue territorial del peronismo, que en la provincia se redujo a las intendencias.
El resultado bonaerense, que se resuelve por un voto -sin balotaje- tiene un valor adicional: si UP repite, y más todavía si mejora, el resultado de las PASO no solo lograría el objetivo de la relección de Kicillof y en el grueso de las intendencias peronistas, sino que también pondría un piso para Massa y un techo para Milei que haría inevitable el balotaje presidencial. Al menos, en un sentido riguroso: para evitar el balotaje, un candidato debe superar los 45 puntos o estar por encima de los 40 con más de 10 de diferencia sobre el segundo.
La provincia de Buenos Aires, que concentra el 37% del padrón, es por eso la madre de todas las batallas porque es uno de los territorios donde Milei tuvo peor resultado en agosto -24%- y, por eso, tiene matemáticamente mayores posibilidades de crecer. Por el contrario, en el resto del país -con números en algunos casos cercanos a los 50 puntos-, el techo de Milei está más cerca y la posibilidad de crecer, en términos estadísticos, es menor.
De ahí que el territorio bonaerense, donde Milei quedó tercero y su candidata a la gobernación, Carolina Píparo obtuvo 1,1 millón de votos menos que Kicillof, es el escenario clave de cómo se dibujará el escenario político del próximo tiempo: no solo, si hay o no segunda vuelta presidencial, sino también respecto a cómo se armará el puzzle del poder territorial y legislativo. Hay una foto probable interesante: si se repiten los datos de las PASO, Jorge Macri quedará en CABA, Kicillof en la provincia, el peronista Raúl Jalil en la provincia y el macrista Rogelio Frigerio en Entre Ríos, que sumarán a un mapa multicolor donde el radicalismo gobernará Santa Fe con Maximiliano Pullaro, Chaco con Leandro Zdero, Mendoza con Alfredo Cornejo, Corrientes con Gustavo Valdés y Jujuy con Carlos Sadir, el PRO con “Nacho” Torres en Chubut, Marcelo Orrego en San Juan y Claudio Poggi en San Luis, además de un conglomerado de partidos provinciales en Neuquén, Rio Negro y Santa Cruz con Claudio Vidal, entre otros.
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