El segundo y último debate mostró discusiones más picantes, con los candidatos hacerse fuertes desde sus posiciones. Sergio Massa volvió a mostrar una mayor impronta presidencial y presentó propuestas para cada tema. Patricia Bullrich subió la voz y buscó arrastrar a Massa a la pelea. Javier Milei se mantuvo en su estrategia conservadora, que lo convirtió en el más deslucido.
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FERNANDO CIBEIRA
El segundo y último debate presidencial tuvo cruces más picantes, con los tres postulantes con mayores posibilidades de ganar buscando su posicionamiento ideal. El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, se ubicó en el lugar de quien exhibe propuestas a futuro. "¿Volver atrás, un salto al vacío o apuntar a un modelo de producción y desarrollo?", terminó planteando la disyuntiva del 22-O en el minuto final, instante que definió como uno de los más importantes de su vida. La postulante de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, subió el tono de voz y consiguió dejar atrás los titubeos del primer capítulo, aunque se repitió en latiguillos sobre "la corrupción kirchnerista", como el gran mal que se debía superar. El ganador de las PASO, el candidato libertario Javier Milei, reiteró su estrategia conservadora al mostrar de nuevo una faceta moderada, sin gritos ni estridencias, más allá de su machacar contra la "casta". De tan contenido quedó deslucido.
Massa volvió a lucirse como el candidato mejor preparado y con mayor impronta presidencial. No leyó, mostró conocimiento de los temas y en cada ítem destacó alguna propuesta, mirando siempre a cámara. En la cuestión de Seguridad, que busca convertir en uno de los ejes de su mensaje de campaña, repitió la idea de llevar a todo el país lo realizado en el municipio de Tigre, con la instalación de cámaras de seguridad y la masificación de botones antipánico, y lanzó la propuesta de un FBI argentino con sede en Rosario. En Trabajo y Producción presentó propuestas segmentadas -para discapacitados, mujeres y pymes- que desde anoche ya comenzaban a circular en formato de videos cortos a través de las redes. "Igualdad salarial entre hombres y mujeres", divulgó de inmediato su equipo de campaña. En este tramo, fue donde Massa recibió más cuestionamientos de parte de sus adversarios y debió gastar más minutos en derecho a réplica.
Varios de los cruces más fuertes los tuvo con Bullrich. Golpeada por su mala actuación en el primer debate -adujo estar engripada-, la ex ministra salió de movida con un tono de voz mucho más elevado y buscó tirarle barro a Massa. Así como en la anterior ocasión llamó la atención que casi no aprovechara el "affaire Insaurralde", esta vez lo utilizó varias veces y de entrada. En el entorno de Massa destacaban cómo le había respondido el ministro. "Cometió un hecho gravísimo, la pedí la renuncia al cargo y a la candidatura, y no todos somos lo mismo Patricia: nunca pediste la renuncia de Milman", dijo Massa en referencia al diputado y colaborador cercano a ella, involucrado en la investigación por el intento de homicidio de la vicepresidenta Cristina Kirchner, además de otras irregularidades.
No obstante, algunos de los que acompañaron al candidato de Unión por la Patria a la Facultad de Derecho pensaban que tal vez tendría que haberle retrucado más fuerte a Bullrich y no dejarle pasar tantas. Massa optó por no perder el tono. "Ser vulgar no te va a hacer más popular de cara a la elección, no alcanza con gritar", la cruzó en uno de los mano a mano. El estilo peleador de la ex ministra la llevó a tener varios cruces también con Milei. El más caliente fue cuando se acusaron mutuamente por la integración de sus listas. "Tenés a todos los chorros de Massa en las listas, lo tenés a Barrionuevo adentro, ¿creés que vas a cambiar algo con tantos chorros adentro de tus listas?". Milei no la desmintió: "Vos también tenés un montón de gente en tus listas que viene de otro lado. Mientras que vos sí podes lavar tu pasado de montonera asesina, nosotros que solo gritamos y decimos cosas, ¿no podemos cambiar, no podemos tomar otra gente?". Fue uno de los momentos tensos del debate, en el que Milei se pareció más a sí mismo.
Massa lanzó una propuesta de créditos hipotecarios y retomó la propuesta de Juan Grabois para convertir los inmuebles ociosos del Estado en dos millones de lotes con servicios para que la gente pueda construir sus viviendas. En el cierre, planteó su modelo como de "producción y desarrollo", algo que claramente lo diferencia de Milei y Bullrich. Habló de la necesidad de mejorar los ingresos de los trabajadores y aseguró que lo peor de la crisis "ya pasó" e insistió en pedirle a la gente que el 22 vaya a votar "sin bronca y odio". Volvió al planteo de un gobierno de unidad nacional que busque dejar atrás las diferencias. En su equipo quedaron conformes porque pudieron redondear la propuesta que se plantearon de antemano: ser el candidato más preparado y con las mejores propuestas. Lo logró aunque a su actuación le faltó un poco de espontaneidad.
En una campaña de JxC que viene a los tumbos, en la que uno de los puntos más flojos es la propia candidata, Bullrich buscó recomponerse en el papel de adalid de la mano dura, que fue con lo que mejor le ha ido en el pasado. "No me tiembla el pulso", repitió al hablar de seguridad, cuando incluso planteó la posibilidad de echar mano a las Fuerzas Armadas "si hace falta", algo prohibido en la ley. Llevó para que la acompañe al ex policía Luis Chocobar, destituido y condenado por matar a un delicuente a balazos por la espalda. Habló de los bolsos de Julio López, los hoteles de Cristina, los ñoquis de La Cámpora y bautizó "Tongolini" al secretario de Comercio, Matías Tombolini, quien decide las SIRA para acceder al dólar precio oficial. Pero nunca varió el tono indignado y falló en el tramo de las propuestas, de lo que habló poco y nada.
Con todo, le alcanzó para situarse en el centro de ring y dejar de ser objeto de meme por sus dudas. Tanto le puso a la discusión que luego debió ser atendida por el SAME por un derrame en un ojo, seguro producto de la tensión y del esfuerzo de una campaña que tiene muy cuesta arriba. En alguna medida, la recuperación de la ex ministra llevará alivio al comando de Unión por la Patria que temían que otra muy mala actuación de Bullrich la dejara fuera de escena, con lo que podría haber un corrimiento de su electorado hacia Milei, con un peligro de definición en primera vuelta. Ese fantasma, en principio, quedó superado.
Milei se volvió previsible. Sus ataques a la "casta" y su cháchara sobre las bondades de la libertad en los diferentes ámbitos -que por momentos se vuelve incomprensible- ya son marca registrada. "No entendí nada, para mí lo sacó de Yahoo respuestas", ironizó la candidata del FIT; Myriam Bregman, respecto a lo que le respondió sobre el cambio climático. Tampoco fue claro respecto a la venta de armas ni la de órganos, que dice que no propone pero justifica. Sus mejores momentos aparecieron en sus cruces con Bullrich, de quien pasó a considerar amiga a enemiga. "Tu espacio se la pasa bloqueando todo el tiempo y cuando el líder de tu espacio llama a hacer algo racional, vos le gritás", le tiró respecto a lo dicho por Mauricio Macri en Harvard. También la criticó por el desayuno que Carlos Melconian tuvo tiempo atrás con Massa para defender las SIRA que ahora critica. Habrá que ver qué efecto causa en el electorado este Milei moderado, si consigue atraer a algunos indecisos.
Juan Schiaretti insistió en su defensa de lo hecho en su provincia -parece el candidato a gobernador de Córdoba, le dijeron en un momento- y buscó principalmente discutir con Massa. Como en el primer debate, Bregman fue quien lució más suelta y buscó arrogarse la representación de los trabajadores. Sin embargo, en lo que realmente se diferenció fue en su postura en no condenar el ataque de Hamas a Israel -algo que hicieron los demás candidatos- y hablar del apartheid al pueblo palestino, más allá de lamentar las víctimas civiles.
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