El precio del blue alteró, aunque se esperaba, el inicio de la semana previa a las PASO. Cuentas y proyecciones sobre el resultado electoral. La comparación con el dólar ilegal que dejó Martín Guzmán. Deja vu con el 2019
Pablo Ibáñez
Un economista hizo la cuenta: actualizado por inflación, el dólar blue que dejó Martín Guzmán cuando se despidió del ministerio de Economía, a este lunes preelectoral, valdría 834 pesos. Es un ejercicio teórico, ensayístico, pero que apareció en las conversaciones abrumadas en Unión por la Patria (UP), como argumento border para decir que no está, todavía en los valores “de pánico” de aquellos días en los que el gobierno de Alberto Fernández parecía ante el precipicio de no terminar su mandato.
Así mirado, los 600 pesos que rozó el blue este lunes, pueden tomarse como un indicador de que podría ser peor. Pero, a su vez, el temblor en la semana previa a las PASO, que no terminó y a la que nadie se anima a ponerle un techo, puede anticipar escenarios ante un resultado electoral duro. A esta altura, el 13-A se convirtió en una elección donde a priori el peronismo parece jugarse mucho: antes que su competitividad, pone en juega la gobernabilidad y supervivencia de lo que queda de la gestión del ya fantasmal Frente de Todos (FdT).
Massa fue, desde siempre, ese antídoto: una figura que podía atravesar la tormenta y llevar el barco a puerto. Es un don que, sobre todo, le elogia Cristina Kirchner y le permitió llegar hasta acá: pudo encontrar atajos como el crédito puente de la CAF o el préstamo de DEG's del jeque qatarí para pagarle al FMI, o gestar numerosos dólares agro pacto mediante con las aceiteras. La frágil gobernabilidad que aporta Massa es, por derivación, la llave para dotar —o no— al oficialismo de competitividad electoral. El éxito o fracaso de esa alquimia se verificará la medianoche del 13-A.
Pero el lunes hubo más que trepada del blue, que según las consultas que hizo un funcionario llegó a venderse a algunos centavos más que los 600 pesos en algunas cuevas mientras otros “cueveros” dejaron de vender. ¿Qué dato es más temible? ¿Que haya muchos compradores dispuestos a pagar 600 pesos o que haya cueveros que no quieran vender a ese precio?
“Cuánto mejor este el oficialismo, mayor va a ser el intento de desestabilizar”, guasapearon desde un despacho oficial. Los datos que circularon en Economía reflejaron que la demanda más fuerte fue del contado con liquidación (CCL), volúmenes grandes. Incluso más que el MEP sobre el que, hace meses, hay una intervención metódica. Pero el blue, con la barrera psicológica de los 600 pesos, es el que rompe el termómetro social y las pantallas rojas. Mirado hacia atrás, resulta obvio que si el principal capital de Massa era demostrar destreza para domar la crisis, la mejora campaña opositora es que esa crisis se vuelva indomable.
“La semana pasada, ya sabíamos que íbamos a llegar a la elección con el blue arriba de los 600 pesos”, explicó una fuente de UP y advirtió que las cuatro rondas que quedan estarán marcadas por la misma presión. Intervino, en estas horas, la incertidumbre electoral total: no hay, en ningún lado, hipótesis sobre lo que puede ocurrir el 13-A. Mirar el 2019 sirve a medias: en aquella ocasión, el “mercado” compró la fantasía de que Mauricio Macri perdía por 2 o 3 puntos. La versión la circuló la Casa Rosada. Jaime Durán Barba, suele recordar un exfuncionario de María Eugenia Vidal, sostuvo -instalado en una oficina de la quinta de Olivos- hasta el domingo al atardecer que la elección estaba empatada.
¿Qué resultado le puede dar calma al gobierno y a Massa? No hay, salvo alguna declaración de Julián Domínguez, hipótesis de victoria de UP. La mayoría de los oráculos proyectan una derrota por algunos puntos. Parecido a las PASO 2019. Por entonces, la paliza que sufrió Cambiemos, además de sorpresiva fue la cristalización de que la elección estaba resuelta en agosto, sin vuelta atrás, y que lo que venía era una versión del kirchnerismo. UP debería conseguir, de mínima, que después del 13-A, sus chances sigan, aunque lejanas, en pie.
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