Sergio Massa quedó en el tercer escalón y no consiguió su objetivo de meterse en segunda vuelta. En su discurso, saludó “a Daniel y a Mauricio” por la elección que hicieron y anunció que junto a sus intendentes y legisladores fijará posición para el 22 de noviembre.
No alcanzaron las promesas. Mucho menos los votos. El candidato de Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), Sergio Massa, quedó en el tercer escalón del podio de los aspirantes presidenciales y no conseguió el objetivo de meterse en el ballottage presidencial. “Quiero agradecerle muy especialmente a los más de cinco millones de argentinos que nos dieron su respaldo en el día de hoy”, sostuvo Massa frente a un reducido grupo de militantes en su bunker de Tigre desde donde presentó su derrota como la consolidación de su espacio político, sentenció que “hoy (por ayer) termina una etapa en la Argentina y empieza una etapa nueva”, que –afirmó– nos “encontrará peleando, luchando por aquellos sueños por los que creemos”. Sobre el final de su breve y eufórico discurso, saludó “a Daniel y a Mauricio” por la elección que hicieron, al tiempo que se mostró como árbitro de la segunda vuelta y evitó definiciones. “Dentro de tres semanas vamos a elegir un camino”, arrancó para luego decir que junto a los intendentes y legisladores de UNA redactarán un “documento único” para fijar posición. Un escenario que lo pone ante una disyuntiva que puede hacer crujir su propia fuerza política y dejar en el camino gran parte de lo construido detrás de su candidatura.
Massa salió al escenario montado en el complejo Pipa Tigre, junto al río, convencido de que se ha convertido en una nueva estrella del firmamento político argentino que seguirá brillando aun después de no haber logrado entrar a la segunda vuelta. Señaló que su “campaña de propuestas” obligó a definirse a las fuerzas políticas que irán al ballottage sobre temas como “narcotráfico”, “Impuesto a las Ganancias”, “inseguridad” y “jubilaciones”. Además de afirmar que “seguirá peleando” para que ellas se conviertan en “políticas de Estado”, como casi un guiño para los dos aspirante que en el ballottage del 22 de noviembre definirá quién llega a la Casa Rosada en diciembre.
El ballottage terminó por ser una situación por lo demás incómoda para el massismo. Antes de que Massa saliera a hablar cerca de las once de la noche, varios de sus referentes fueron dosificando declaraciones en las que los diputados Graciela Camaño, Facundo Moyano y el legislador y empresario Horacio de Mendiguren y el operador político Alberto Fernández reivindicaban la “performance” electoral de Massa, la condición de “fuerza joven” del Frente Renovador y el mantenimiento del piso electoral conseguido en las PASO “impidiendo que la polarización” los marginara definitivamente de la pelea. Pero no hubo pronunciamientos sobre definiciones sobre una postura frente al ballottage que se anunciaba desde el macrismo. Incluso dejaron en claro que no hubo un único frente electoral opositor porque “Macri se negó a una interna abierta” con Massa.
Desde la mesa chica del massismo se bajaba línea a sus dirigentes de que no habría ayer definiciones sobre la postura que asumiría el Frente Renovador ante un ballottage. La posibilidad de que se concretara por primera vez la necesidad de una segunda vuelta para definir una elección presidencial desataba una dualidad de humores en sus filas. Por un lado, se entusiasmaban con la idea de que Massa se mantendría en escena como un posible árbitro de la contienda presidencial. Por el otro, la situación terminaría tensionando al interior de su propia fuerza y sobre el electorado que los sostuvo como candidato.
“La gente no es ganado”, había dicho no hace mucho el propio Massa, haciendo referencia a la disponibilidad que tendrían los candidatos sobre su propio electorado. Lo cierto es que una definición sobre el ballottage hará crujir a su propia fuerza política. La mayoría de sus dirigentes provienen del peronismo y no sería fácil alinearlos detrás de Macri. Una muestra fue una reunión de su bloque de diputados nacionales de hace poco tiempo, donde se puso esa hipótesis sobre la mesa y –salvo algunas excepciones– la mayoría manifestó su rechazo a pronunciarse a favor del alcalde porteño en una segunda vuelta.
Otro inconveniente, y no menor, es la composición de su electorado. Cerca de Massa reconocen que sus consultores políticos le explicaban al candidato que la mayoría de sus votantes también provienen del peronismo y aunque se trata de un voto opositor, “quieren que continúen muchas de las medidas implementadas por los gobiernos kirchneristas. “Por eso se eligió (como consigna de campaña) la ancha avenida del medio”, afirman, para “diferenciarse” de oficialistas y opositores acérrimos. Aunque también reconocen que una porción menor de su electorado se inclinaría por Macri en un supuesto ballottage.
Por eso Massa en su discurso se propuso mantener lo conseguido y se deshizo en elogios para quienes lo acompañaron en la derrota. Al gobernador cordobés José Manuel de la Sota lo llamó “el mejor gobernador de la Argentina”, pese a que no puso fidelizar que sus propios votos se trasladaran a Massa en Córdoba. A su compañero de fórmula, el intendente salteño Gustavo Sáenz, que definió como el hombre que “puso en jaque a los poderosos”; a Felipe Solá le agradeció que se haya puesto al hombro “la batalla más importante” (la bonaerense) luego de quedarse sin candidato a gobernador; e hizo suyo el triunfo de Gerardo Morales (que iba en las boletas de todos los presidenciables opositores) en Jujuy al que calificó como “el mejor dirigente que parió la UCR en democracia”.
Ahora vendrá para Massa tiempo de definiciones, donde todas las variantes estarán en la balanza.
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