El kirchnerismo celebró la decisión y Wado De Pedro, sin participar de la decisión, logró alinear a su tropa con el nuevo ministro; el ala moderada del Gobierno no logró persuadir a Fernández de inclinarse por otro nombre
Antes de tener su primera reunión de trabajo con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el futuro ministro de Justicia, Martín Soria, ya había recitado públicamente el guión con el que asumirá al frente de la cartera más sensible de la gestión.
A primera hora del día, Soria dijo en declaraciones radiales que tiene la “decisión férrea de avanzar con cambios” en el Poder Judicial y que su trabajo como funcionario público será “mostrar y denunciar” la relación del macrismo con la Justicia. Además, en nombre de Cristina Kirchner, dijo que ella “quiere que sea la propia Justicia la que la libere de culpa y cargo”, porque es inocente. Y habló de “lawfare”, una palabra que su antecesora -y todavía ministra en los papeles- Marcela Losardo nunca pronunció con naturalidad.
Ads by
El discurso de Soria fue música para los oídos del kirchnerismo, que venía reclamando esta actitud de parte del titular de Justicia. Así lo celebró enseguida la directora de Asuntos Jurídicos del Senado, Graciana Peñafort, que dijo que “es un ministro que va a hacer el esfuerzo de empujar una agenda ambiciosa” y que tiene “una postura más dura”.
Para cuando Soria pisó este mediodía la Casa Rosada, también se había reunido anoche con quien será su segundo en el ministerio, Juan Martín Mena, y con el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, Gerónimo Ustarroz, dos funcionarios que tienen la plena confianza del kirchnerismo y que intervienen con pragmatismo en el Poder Judicial. Tal como publicó LA NACION, la conclusión del encuentro fue que a partir de ahora existirá una comunión de intereses y estilos en el área de Justicia: ganó el ala dura.
Entre los triunfadores por la designación de Soria se ubica la troupe kirchnerista, de Cristina Kirchner para abajo. En ese grupo se ubica también el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, un funcionario político en su tarjeta de presentación, que hace a su vez de guardián de los intereses de la vicepresidenta en la Justicia. Aunque lo conoce al rionegrino desde hace tiempo, De Pedro no estuvo el lunes en la reunión nocturna con Soria, ni se involucró activamente en la danza de nombres que sonaron durante toda la semana pasada. Pero Ustarroz -su hermano de crianza- es su mejor embajador ante el mundillo judicial.
La ganancia de Wado es doble. Con sus intereses en la gestión judicial asegurados, se sostiene en Interior, el ministerio de mayor interlocución política del gabinete y su mejor vidriera hacia afuera. Las segundas líneas del ministerio tampoco sufrirían por el cambio. Fuentes judiciales señalaron que, además de Soria, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla y la titular del Servicio Penitenciario Federal, María Laura Garrigós de Rébori, seguirán en sus cargos.
Heridos
El nombre de Soria salió de la cabeza de Alberto Fernández. El Presidente había conversado con la vicepresidenta sobre el candidato que tenía en mente incluso antes de que comenzaran a sonar los rumores de la salida de Losardo, confiaron fuentes oficiales. El jueves pasado a las 14, cuando promediaba la semana de incertidumbre por el recambio en Justicia, Fernández cortó la jornada de trabajo en la Casa Rosada para encontrarse con Cristina en Olivos.
En la Casa Rosada hoy se encargaron de repasar el historial político de Soria en Río Negro para demostrar que no se trata de un nacido y criado en el kirchnerismo. “Él no es de La Cámpora ni es de Cristina. Cuando uno habla con él se da cuenta que viene del PJ clásico del interior. Lo eligió Alberto”, aseguró hoy un estrecho colaborador presidencial, que reconoció que Soria se convirtió al cristinismo cuando asumió como diputado nacional.
Cafiero en un acto donde se presentó el 5G
“Alberto pensó en Soria como un mensaje a la Justicia. Si por las buenas no funcionó vamos a probar de otra manera”, resumió un funcionario que entra sin golpear al despacho presidencial.
El agónico trámite que tuvo la designación de Soria dejó heridos en el ala moderada del gabinete, integrada por los funcionarios con despacho en la Casa Rosada y que accedieron a su silla por la historia que los une con Fernández. En ese grupo está, además de Cafiero, la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz y el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos. Todos conocen a la Justicia de cerca.
Tanto Cafiero como Ibarra intentaron persuadir sin éxito al Presidente de que se inclinara por la otra candidata firme que estaba sobre la mesa, la jurista especialista en derecho Civil, Marisa Herrera. La investigadora del Conicet, tiene prestigio en el Derecho y es abiertamente simpatizante del kirchnerismo, al punto que integró como suplente la lista de Unidad Ciudadana. También Losardo veía con buenos ojos que la sucediera Herrera.
Pero finalmente el Presidente se quedó con su primera opción. “No le gustó que lo apuren”, dijo un ladero de Fernández consultado por la demora en la designación de Soria.
La confirmación del rionegrino causó sorpresa y fastidio en algunos funcionarios albertistas, que se enteraron de la decisión final el lunes pasadas las 18, casi al mismo tiempo que la prensa. “Fue el recambio más empantanado”, reconoció un colaborador oficial. Más allá de las formas, todavía muchos colaboradores de Fernández están dolidos por la desprolijidad que rodeó a la salida de Losardo y la decisión del Presidente de calzarse el traje de la confrontación.
Losardo seguirá prestando su firma para que el ministerio siga operativo hasta que Soria pueda renunciar a su banca (se espera que sea el 23 o 25 de marzo) y pueda asumir. Y ya estuvo en contacto con su reemplazante.
Como jefe de Gabinete, Cafiero se encolumnó detrás de la decisión del Presidente y hoy recibió a Soria en su despacho. Estuvieron una hora y media juntos y se sacaron la foto de rigor. Ahora que se terminó el misterio por el capítulo judicial, en la Casa Rosada esperan retomar la “agenda de la gente” lo antes posible. Es decir, el plan original que se había trazado en el Gobierno para encarar el año electoral.
Comentá la nota