María Teresa García: "Es un mito que los intendentes no quieren a La Cámpora"

María Teresa García:

Aclarando que lo dice “con respeto”, afirma que algunas situaciones estructurales de la Provincia ya estaban en estado de “destrucción” cuando asumió Axel Kicillof. Sin embargo, señala que la pandemia hizo que existiera un diálogo con opositores para resolver problemas específicos. Y que ese diálogo no debería alterarse por la campaña, más allá de los tonos altisonantes de los últimos días.

En esta misma edición entrevistamos a su predecesor, Joaquín de la Torre, quien contó que, en 2018, cuando no se hablaba aún del famoso Plan V, le pidió cinco minutos a Vidal y le dijo: “No tenés ninguna chance de reelección, la gestión de Macri pega muy fuerte en el Conurbano, hay más de diez puntos de diferencia y nadie corta boleta tanto”. ¿Qué le diría a usted a Axel Kicillof en octubre próximo respecto de las elecciones de 2023? 

—Que el Frente de Todos tiene todas las chances de hacer una excelente elección y ganarla en la provincia de Buenos Aires dentro de unos meses. La diferencia entre las opiniones de De la Torre en aquel contexto y hoy es que, a mi entender, la gestión de María Eugenia Vidal en aquel momento fue deficitaria.

—¿No era solo Macri?

—Sí. Fue deficitaria. Se notó más los dos últimos años, no solo en el Conurbano, sino en el interior. Axel Kicillof desarrolla una gestión muy intensa en cuatro o cinco órdenes. Lamentablemente, está signada por la pandemia. Hay una fuerte presencia del Ministerio de Salud: la política sanitaria y de vacunación. En paralelo, existe un desarrollo muy intenso de obra pública, poner de pie el tema de la educación pública. Tuvimos en obra en más de 3 mil establecimientos escolares. Hay una enorme cantidad de acciones que lleva nuestro gobierno. Algunas me competen a mí, la regularización de la tierra en la provincia de Buenos Aires, una enorme deuda de distintos gobiernos, y quiero ser justa, no solamente el de Vidal. Vinimos con dificultades en la puesta en norma, regularización y uso del suelo de la tierra de la Provincia, algo que tiene enormes perjuicios para el Estado.

—¿Qué le dicen los intendentes del escenario electoral de octubre? 

—Todos los intendentes están muy preocupados, primero por el tema de la salud. Mientras conversamos tenemos un crecimiento enorme de casos en el interior de la Provincia, que obliga a volver a fases anteriores.

—¿Bajó en AMBA?

—Está amesetado, bajando lentamente en AMBA y creciendo en el interior. El mismo comportamiento que en la ola del año pasado. La primera preocupación es la política sanitaria y la atención de la gente de la salud. Su segunda preocupación es la actividad económica. Todos sabemos el valor actual de la soja. Los municipios del interior de la cuenca agropecuaria estarán bastante mejor. Frente a tanta obra pública, también en el Conurbano esperemos que, cuando pase esta segunda ola que nos tiene tan alertas, ya podamos empezar a ver alguna reactivación, como cuando terminó la segunda ola el año pasado, en octubre o noviembre. Para los intendentes, para los gobernadores en general, para el presidente de la Nación, para todo el mundo, esta pandemia significó un golpe en la actividad económica. Entendemos también que habrá una reactivación. Tenemos esperanzas de que suceda. Ante la pregunta de la repercusión electoral, la respuesta es que cualquier mandatario, sea local, provincial o nacional, con mucho compromiso en su gestión, que esté muy atento sobre todo al tema de la salud pública y al cuidado de su población, y que no deje de activar o preocuparse por las cuestiones económicas, será bien visto por parte del electorado. Estoy convencida de que el Frente de Todos ganará la provincia de Buenos Aires.

—En general, todos los oficialismos a los que les tocaron elecciones, salvo muy raras excepciones, fueron castigados por los votantes, asociando lo malo de su propia experiencia por la pandemia, independientemente de que lo hayan manejado mal o bien. ¿Le teme a ese efecto?

—Hay cosas que generan malestar. No poder hacer ciertas actividades, el turismo, entre otras. Pero una característica del pueblo argentino es valorar a quienes se ocupan de solucionar problemas. Además, hay que ver cuál es la alternativa que se plantea. Tendrá mucho valor la gestión en la provincia de Buenos Aires, que es lo que conozco. Transitamos un año y medio de pandemia trabajando con la totalidad de los intendentes, independientemente de su signo político, en el refuerzo de todo el sistema sanitario, algo que quedará después. Hay distritos del interior que tenían solo dos camas de terapia intensiva. Tendrán muy fortalecido su sistema sanitario. La comunidad lo percibe. Todo, acompañado por el plan de la vacunación más grande de la historia argentina. Eso en cuanto a esta pandemia. La cuestión económica es un tema común a todo el mundo. La pandemia generó fuertes consecuencias económicas en el mundo, y en nuestra región sobre todo. Cuando hay un gobierno activo en materia de obra pública, en poner de pie la actividad productiva, en fortalecer toda la política crediticia que tiene el Banco Provincia, en mejorar el sistema de educación pública, tiene incidencia. Camino la Provincia, transito los distritos, y es cierto que la gente está molesta por estas cosas, y quizás otras. Pero hay más preocupación por la salud y por cómo se sale de esto que en pensar que esto no va más.

—¿La situación es igual en el interior que en el Conurbano? 

—En cuanto a la enfermedad, sí. El Conurbano tiene 13 millones de habitantes y un sistema de salud más musculoso que el interior.

—¿La economía preocupa más en el Conurbano que en el interior?

—Hay mucha preocupación por el tema de la salud, con lo que trae aparejado, en todos los lugares por los que transito. Si el virus sigue avanzando, si el virus toma otra curva ascendente, implica más restricciones. Ahí sí aparece la preocupación económica, por el futuro del propio negocio o del trabajo. El índice de inflación nos preocupa a todos. Hay un tema con los precios complicado. Afecta al bolsillo de todos los habitantes. Es un tema para trabajar intensamente apenas salgamos de la pandemia. 

“Si hay vacunas, en octubre o noviembre estaremos más tranquilos.”

—Hay una serie de dirigentes peronistas, por fuera del Frente de Todos, que alterna entre un peronismo republicano dentro de Juntos por el Cambio o más cerca de Florencio Randazzo en la formación de otro espacio peronista. ¿Se puede reproducir la situación de un frente con un 5% de los votos que impida un triunfo? 

—Tengo una historia y vi muchos procesos electorales a los que el peronismo llegó sin acuerdos de todo su espacio. En la propia gesta de Antonio Cafiero para recuperar el peronismo de la Provincia, no estaba todo el peronismo reunido. Estuve mirando algunas encuestas estos días y haciendo algunos análisis políticos electorales. No hay espacio para una tercera alternativa. Todo está tan sacudido por el tema de la pandemia, que la elección será entre dos opciones, por más que esta sea una legislativa. Históricamente, las legislativas siempre abren la posibilidad de que la gente tenga otras opciones. En este caso me parece que no, no me parece que haya opción para una tercera vía. Habrá voces como la del ex ministro de Gobierno de la Provincia Joaquín de la Torre o como Florencio Randazzo, u otros peronistas que no están dentro del Frente de Todos, que quizá cuestionen la gestión o la política que llevamos. Deberán resolver en qué lugar van a pararse, porque muchos de esos compañeros peronistas estuvieron en Juntos por el Cambio durante mucho tiempo. Tendrán que resolver internamente hacia futuro en qué lugar quieren posicionarse.

—¿Son verosímiles las versiones que afirman que algunos intendentes peronistas enojados crearán una lista que saque un 5% o un 7% y canibalice un poco al oficialismo? 

—No hay ni tiempo ni espacio para que suceda eso. Es parte del mito que transita por el peronismo que algunos intendentes no quieren a La Cámpora. Conozco el armado político de todos los distritos. Y esa organización juvenil forma parte ya de la estructura municipal o del armado político de los intendentes. Hay una enorme cantidad de concejales que ingresaron en listas anteriores. Hay un mito con que La Cámpora es una amenaza. Es todo lo contrario. La mayoría de los intendentes trabajan o tiene a La Cámpora en sus Concejos Deliberantes, dentro de sus Ejecutivos o como parte del espacio político. Quizá, si se hubiera planteado cinco o seis años antes, cuando había voces disidentes con todo, uno podía darle cierta verosimilitud al mito. Ahora es imposible.

—¿Hay un proceso de fusión entre La Cámpora y el resto del peronismo, que eliminará la diferencia?

—Se está funcionando en la Cámara de Diputados, en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, en los Ejecutivos municipales. Los gabinetes, el nacional y el provincial funcionan así.

—¿Cuál será el lugar del intendente Fernando Gray, que se opuso a la elección de Máximo Kirchner como presidente del PJ bonaerense?

—Fernando Gray, una vez saldadas las cuestiones vinculadas a este proceso, seguirá como hasta ahora. Es un intendente del Frente de Todos que institucionalmente tiene nuestra atención y preocupación, como el resto de los intendentes. Políticamente, nunca se fue del Frente de Todos, todo lo contrario. Es un hombre cercano al kirchnerismo y a Cristina. No veo ningún motivo para que Fernando Gray decida dar un portazo.

—¿Fue un error que Máximo intentara asumir antes? ¿Cómo analiza la tensión que se creó?

—No es la primera vez que pasa en el PJ de la Provincia. Cuando conformamos Unidad Ciudadana como fuerza política electoral, encabezada por Cristina Kirchner, quienes éramos consejeros también renunciamos al consejo del partido para que esta pertenencia al organismo partidario del PJ no fuera obstáculo para el armado de la propuesta electoral. Históricamente, pasó en el peronismo, aun en los ámbitos colegiados partidarios como es el PJ; lo tuvo Antonio Cafiero con Luis Macaya con el Rojo Punzó, la lista de Carlos Menem.

—Siempre hay una mayoría y una minoría.

—Siempre hay posturas diferentes. La mayoría de los intendentes y de la fuerza política decidió que el lugar de Máximo era la conducción del PJ bonaerense. Hubo algunos compañeros que integraban el PJ, como Fernando Gray, que no estaban de acuerdo con que eso sucediera antes de tiempo. A todos les parecía oportuno porque íbamos a enfrentar un año electoral. Nos agarró la segunda ola y me parece correcto postergar cualquier tipo de definiciones. El año pasado, el radicalismo postergó su propia interna desde el mes de noviembre hasta el mes de marzo por las complicaciones de la situación sanitaria. Esta segunda ola está haciendo mucho daño.

—¿Imagina que la situación institucional se resolverá pronto?

—Sí. 

—Máximo podría haber asumido antes de las elecciones.

—Podía haber asumido antes de las elecciones con un acto, un evento o un congreso de proclamación. Es muy prudente de su parte esperar a que pase esta situación.

—¿Puede llegar a asumir antes de diciembre si la segunda ola se resuelve? 

—Sí, pero serán uno o dos meses. El rebote es la razón por que las PASO se postergaron del mes de agosto al mes de septiembre.

—¿En qué momento se resolverá la situación actual?

—Por lo que estamos haciendo en la provincia de Buenos Aires, soy muy optimista. Esperamos una importante cantidad de vacunas. Esperamos la producción local de las vacunas en un laboratorio nacional, estimamos que será para el mes de junio. Es intensa la campaña de vacunación, lo digo orgullosamente. Tenemos más de 650 puntos de vacunación, con un promedio de turnos diarios que van desde 80 a 100 mil personas y con distintos grupos. Primero, los de más de 70, luego de más de 60 con preexistentes. Ya estamos comenzando con los de más de 50. Entre los 6 millones y medio de inscriptos, llevamos vacunados ya 3.700.000. Si hay vacunas, en octubre o noviembre estaremos más tranquilos.

—¿Es correcto decir que en ninguno de los escenarios electorales, y ahora me refiero exclusivamente a la parte legislativa de la provincia de Buenos Aires, los 26 senadores actuales de Juntos por el Cambio no se modificarían, que habría un empate, en algunos casos unos dicen un senador arriba el oficialismo, en otro un senador arriba la oposición o en equilibrio? 

—Hay cuatro secciones electorales que son las que abrevan en el Senado en la próxima elección: la primera, la cuarta, la quinta y la séptima. En aquel momento, tuvimos una elección dificultosa para senadores. Estimamos que en la primera vamos a invertir el número que teníamos, que era tres y cinco. Está también Sergio Massa dentro del Frente de Todos, que tiene distritos de volumen electoral importante.

—No ganó ningún senador en esa elección.

—No, pero tenía una cuota importante de votos. Estimamos que vamos a aumentar un poco la cantidad de votos en algunos distritos. Respetuosamente, tampoco hay una alternativa de Juntos por el Cambio que se vea reflejada en la primera intención electoral. Con lo cual, pronostico un triunfo y una inversión en el número de senadores. La cuarta sección fue difícil históricamente para el peronismo. Sin embargo, estamos muchísimo mejor. Hay mucho trabajo en el interior y creo que se verá reflejado electoralmente, no me atrevo a hablar de un triunfo, pero sí de una mejora notable. Lo mismo para la quinta sección. Y en la séptima, que tiene la característica numérica, o entra uno o entran tres, no alcanzamos el piso en la última elección, por lo tanto no hay senador de la séptima. Es Olavarría, Azul, 25 de Mayo. Creo que ingresaremos un senador. Si fuera así, tendríamos el número en el Senado.

—¿Son diferentes La Cámpora y Axel Kicillof? 

—Se hace difícil deconstruir mitos creados vaya a saber por quién. Nuestra fuerza política la integran peronistas históricos con mucha adhesión al kirchnerismo. Hay una gran fuerza de movilización en los jóvenes, que son La Cámpora y otros dirigentes. Axel es un hombre proveniente de la academia, de estricta dedicación a la economía y con una enorme capacidad política. Tiene su vínculo estrecho con los compañeros de La Cámpora. Transitó con ellos una etapa en el gabinete nacional. Hoy tiene un estrecho vínculo con muchísimos sectores del peronismo, producto de ser gobernador. Hay varios mitos a derribar. Uno es que los intendentes no querían al gobernador. Nada de eso ocurrió. Lo demuestra la experiencia de gobierno. Pero uno debe explicar estas cosas.

—¿Por qué piensa que debe hacerlo?

—Admiro a los medios de comunicación en la construcción de su discurso. A veces de manera muy bien intencionada, y otras no tanto, se construye un relato de la realidad. En ciertas oportunidades hay poca comprensión del peronismo. Algunos nos entienden poco. 

—Muchos intelectuales, incluso desde adentro, dicen que el peronismo no tiene explicación.

—Pero la tiene. Vino, vinimos, a este país a resolver las realidades de injusticia. El peronismo se explica por múltiples razones.

“Muchos intendentes me dicen que no imaginaban cómo es Axel en realidad.”

—Es que en su perdurabilidad uno encuentra muchas diferencias. Por ejemplo, entre Carlos Menem y Néstor Kirchner. Ideologías muy cambiantes. 

—Es que esto es el peronismo. Conviven enormes cuadros políticos con diferente formación y distintas orientaciones. A veces, y usted lo definió bien con el ejemplo de Menem y Kirchner, con distintos objetivos para el país.

—¿Menem representa al peronismo? 

—Menem fue candidato del peronismo. Negar que Menem fue el candidato del peronismo y gobernó este país por el peronismo sería una necedad. Después se puede negar si se adhirió a sus ideas. Pero que fue representante del peronismo es innegable.

—El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, hace una semana contaba en esta misma serie de reportajes que, cuando iba al interior de la Provincia, la gente se sorprendía porque lo veía como una persona afable. Lo atribuía a que está la idea de que el gobierno de la provincia de Buenos Aires es una fuerza crispada. ¿Hay un estilo asertivo de Axel Kicillof y La Cámpora que genera esa imagen? 

—Es una imagen equivocada. Discutir modelos, formas, restricciones, prevenciones con apasionamiento no lo hace a uno crispado. También es una construcción encasillar al kirchnerismo, a Axel Kicillof y a muchos de nosotros, en una conducta crispada.

—Más agresiva.

—Muchos intendentes me dicen que no imaginaban que Axel era así. A veces veo televisión tarde en la noche y en las repeticiones veo graphs y algunas imágenes. Y hasta en lo gestual del dirigente que enfocan ya indica algo agresivo, de crispación, y no es verdad. Siempre existieron en el peronismo personas con verbo más elevado, quizás hasta con un tono más elevado, y ha habido otros dirigentes mucho más suaves para expresar las cosas.

—El propio tono de Gollan sería un ejemplo.

—Sí, su propia historia. Me parece que no deberíamos mirar tanto las formas.

—Usted es de la generación de Daniel Gollan y Sergio Berni. ¿Es diferente su peronismo al de los sub 50?

—En las formas, sí. Pero no es un peronismo diferente. Hay un peronismo. Lo sabemos porque es parte de nuestra vida y nuestra familia. Los jóvenes son impulsivos, tienen verbo más levantado, son más apasionados. Pasa en todas las fuerzas políticas. En el gobierno de Raúl Alfonsín, recuerdo lo que significaba la Junta Coordinadora Nacional y cómo se expresaba. 

—¿Cuál es la diferencia entre kirchnerismo y peronismo tradicional? 

—Primero hay que ver quiénes se asumen como parte de ese peronismo tradicional.

—Los gobernadores del interior, la corriente de José Manuel de la Sota en Córdoba, Eduardo Duhalde.

—Córdoba tuvo siempre una postura diferenciada. Pero el kirchnerismo es expresión del peronismo. En los gobiernos de Néstor y Cristina las decisiones se tomaron en sentido inclusivo, de ampliación de derechos; también en materia económica. Tiene que ver con la esencia del peronismo. No es algo diferente.

—¿El Frente Renovador es peronista? 

—Son miradas diferentes respecto de algunos temas de distintos dirigentes que provienen de distintos sectores. También en el sindicalismo hay dirigentes que no tienen la misma mirada que yo. Pero los objetivos son los mismos. El proyecto es el mismo. Vienen de lugares distintos, de alianzas distintas, que volvieron a reunirse en el Frente de Todos. Algo que se percibe, quizá se vea muchas veces en las charlas, en las discusiones. Trabajo con intendentes que vienen del sector de Massa y no tenemos diferencias en cómo atender la pandemia, la obra pública, la cuestión social cotidiana. 

—Gollan decía que no encontraba diferencias con los intendentes radicales del interior. ¿Hay diferencia entre los intendentes radicales del interior de la Provincia y los del PRO del Conurbano?

—En el interior, la gran mayoría de los intendentes opositores son radicales. También hay algunos que adhieren al PRO.

—Por ejemplo, Mar del Plata, con Guillermo Montenegro.

—Como en el caso de Mar del Plata, como en el caso de Campana (N de R: con Sebastián Abella). A eso se suman los intendentes del PRO del Conurbano. Durante toda la pandemia se trabajó muy bien con todos. De algunos escuchamos críticas, incluso públicas, a través de los medios. Pero en la realidad, al día siguiente esas críticas no aparecían, porque los gobiernos provincial y municipal debía llevar adelante la tarea. Las diferencias no afectaron a la población. Algunos intendentes del PRO elevan más el tono de voz este año, porque comenzaron la campaña electoral. Viene todo en la misma carroza.

—¿Hay diferencias entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich, y entre María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta?

—Me cuesta ya bastante opinar de la interna peronista. Se imaginará lo difícil que me resulta hablar de la del PRO.

—Mi pregunta era si las críticas tenían que ver con esas diferencias.

—Todos los intendentes, hablo del interior ahora, radicales, del PRO e incluso algunos del Conurbano que son del PRO y radicales, tienen la obligación de gobernar. Hay dirigentes del PRO que no tienen la responsabilidad de gobierno. Es mucho más fácil opinar y tirar cascotes todo el tiempo desde el otro lado de la vereda. Lo digo, aunque no suene muy elegante. Hay algunos intendentes del Conurbano que se prestan a eso porque están en la misma sintonía que estos dirigentes del PRO. Todo el año pasado se trabajó institucionalmente con Jorge Macri. Lo hizo Carlos Bianco, Daniel Gollan, yo. Ahora, cuando aparece un tema como vacunas o camas o restricciones, la voz de este intendente se levanta mucho más fuerte. Lo hace en directa relación con lo que plantean los dirigentes nacionales de su partido.

—¿Es más compacto ideológicamente el gabinete de la Provincia, al menos por el origen de sus dirigentes?

—Tenemos incorporados en el gobierno a distintos sectores. Sergio Massa participa del gobierno provincial, al igual que los intendentes. También estamos los que somos de otra generación. A un gobierno no lo define el troquel de dirigencia. Lo define la orientación que tiene. Los funcionarios deben seguirla. Me parece acertada la orientación que eligió el gobernador Kicillof. En una provincia desordenada, desintegrada, comenzó a integrar políticas públicas en determinadas líneas de acción. Y en eso todos los funcionarios seguimos esa línea, más allá de los orígenes.

“Como en la primera ola, el AMBA se ameseta y crecen los casos en el interior de la Provincia.”

—¿Es más coherente que el gobierno nacional? 

—No sé si es coherencia. La Provincia tenía la obligación de ordenar su estructura orgánica funcional y decidir líneas de gestión. Es enorme y muy diversa entre el interior y el Conurbano. A eso se suman las áreas con competencias superpuestas; era necesario ordenarlo y definirlo. Hace muchísimos años que la Provincia no tiene vocación de locomotora. Axel renovó ese espíritu.

—Con Antonio Cafiero, el primer ministro de Salud fue Floreal Ferrara. Después lo reemplazó nada menos que Ginés González García. Felipe Solá fue el primer ministro de Asuntos Agrarios, Alberto Cormillot fue el primer ministro de Acción Social, Jorge Remes Lenicov fue el segundo ministro de Economía, Eduardo Amadeo fue el presidente del Banco Provincia, Mario Cafiero fue secretario general de Gobierno. ¿Hoy hay menos choque de cerebros? 

—Cuando se conformó el gobierno de Antonio yo estaba muy cerca, era obviamente mucho más chica. Los ministros del Gobierno de Antonio provinieron del Cepar (Centro de Estudios para la Renovación Justicialista), una suerte de instituto que se había armado en pleno proceso electoral para recuperar la Provincia donde estaban Rodolgo “Rolo” Frigeri y algunos de los que usted mencionó. Antonio tomó su intuición para definir quiénes iban en qué áreas de gobierno. También tuvimos un inicio convulsionado. Apenas empezó a gobernar Antonio la Provincia, tuvimos dos inundaciones históricas. Además, esas personalidades eran muy fuertes. 

—Dicho de manera más frontal: se asocia a Axel Kicillof a un estilo más soviético, de disciplinamiento absoluto. 

—No, para nada. Axel tiene enorme capacidad de escuchar. Incluso lo que proviene de un origen distinto del suyo. Quienes venimos con treinta años de experiencia política y conocimiento de los actores a veces opinamos en otro sentido.

—Se critica que los últimos gobernadores eran porteños que conocían menos la Provincia.

—Una de las cosas que más me gustaron, cuando era candidato, es que siguió la estrategia de recorrer los 135 municipios de la Provincia. Conoció a todos los actores, políticos, sociales, económicos. Fue muy intensa la campaña. No la hizo por televisión, sino en el territorio, fue una campaña de territorio. Eso le dio una ventaja fenomenal. A otros gobernadores, si usted les preguntaba dónde estaba Carlos Beguerie, o si pasaba el tren por Beguerie, no sabrían contestarlo. Axel lo sabe, porque además está permanentemente sobre la gestión. Para gestionar la Provincia, hay que conocer mucho el territorio. Y para ser creíble en el territorio, hay que tener una buena gestión.

—Durante la gestión de Eduardo Duhalde como presidente, se generó un vínculo más directo entre la Casa Rosada y los intendentes. Se limitó la relación entre los intendentes y los gobernadores. ¿Cómo es el vínculo entre los intendentes y el gobernador, y con el Presidente? 

—El gobernador tiene una reunión semanal con los intendentes, por la pandemia o por gestión. Ordenadas por sección, por Conurbano o interior o como fuera, pero es raro que pase una semana en la que no haya esas reuniones. El gobernador conoce cuáles son las fortalezas de la gestión y las debilidades, qué cosas hacen falta y, cuando se resuelve que tiene que ayudar el gobierno nacional, no hay per saltum. Es una decisión conjunta. El gobernador lo habla con el Presidente y en función de eso se resuelve. En general, son temas vinculados a la ayuda financiera. En cada acto que se organiza desde Presidencia de la Nación, el gobernador está presente junto con los intendentes de la región. Se funciona bien, articuladamente.

—Duhalde dice que hubo un cambio de perfil en los intendentes del Conurbano. Cuando él gobernaba, era habitual que todos los intendentes vivieran en sus municipios y hoy viven en barrios cerrados o fuera de su municipio, incluso algunos en la Ciudad de Buenos Aires o hasta en Puerto Madero. 

—No me parece que sea así. Es un discurso maniqueo el tema del enriquecimiento de los intendentes del Conurbano. Dos o tres décadas atrás, alguna voz disidente podía haber dicho lo mismo de los intendentes en aquel momento. Las modalidades de vida cambian. Hay gente que vivía en una casa en el barrio que nació y se mudó a un departamento. Duhalde nació en un barrio y terminó viviendo en un departamento en Lomas. Son cuestiones menores. Dentro de los cánones lícitos, no me parece cuestionable. Es obvio que cambiaron los intendentes. Conocí la generación de Federico Russo, de Hugo Curto, de Manolo Quindimil. Tenían un determinado estilo. Hoy los intendentes son reflejo de su comunidad.

—Y de la época.

—Hace treinta años, la sociedad era de una manera y ahora es de otra. Y nosotros, los dirigentes políticos, somos reflejo de la sociedad y de los hábitos de la sociedad y de la época.

—Hay una suerte de lógica familiar que persiste. La presencia de la esposa de Fernando Gray en el Senado, Magdalena Goris. Se dice que Gustavo Menéndez dejaría a su hermana Karina en el puesto. En una época se hablaba de barones.

—Sucede en otras provincias también. Debe suceder en el mundo. No es cuestionable que alguien que se dedica a la política toda su vida genere una impronta en su familia. Que exista una herencia de la pasión que pase a sus familiares más cercanos. No me parece cuestionable, siempre y cuando provenga del esfuerzo, trabajo, y de conocer el lugar. Soy de San Isidro. Y el intendente es Gustavo Posse. Es el hijo de Melchor y se está previendo también la herencia en el mismo sentido. No es materia de cuestionamiento político, en tanto el dirigente se comprometa con su comunidad, que trabaje ahí, viva, accione y sea representativo. No puedo cuestionar que un hijo de un dirigente quiera seguir los pasos de su padre. Si no se lo cuestiona en la empresa privada, ¿por qué sí en el trabajo político? 

“El Frente de Todos ganará en Buenos Aires en las elecciones de medio término.”

—¿María Eugenia Vidal será candidata en la Provincia o en la Ciudad?

—No tengo información, pero hago el siguiente análisis. El macrismo no va a elegir la opción con menos posibilidades. Y María Eugenia Vidal tiene conocimiento. Yo pienso que ya hizo un tránsito en la gestión de la provincia de Buenos Aires. En los dos últimos años de su gobierno, fui senadora, presidenta de bloque del Senado. Fue una gestión con fuertes cuestionamientos en temas muy sensibles. Fue hace muy poquito, por eso no sé qué opinar. La oposición en la Provincia tiene distintas vertientes. El intendente de Vicente López, Jorge Macri, es una de ellas. Los intendentes radicales, sobre todos los del interior, son una enorme fuerza política, pero que no se refleja en las cámaras. En las cámaras, los representantes de Juntos por el Cambio tienen mucho más que ver con el macrismo que con el radicalismo. Creo que los intendentes radicales querrán tener mayor peso legislativo.

—Gustavo Posse dijo en esta serie de reportajes que el radicalismo había “sido servil” con el PRO durante el gobierno de Cambiemos.

—Lo viví primero en la Cámara de Diputados de la Nación como secretaria parlamentaria del bloque. Me tocaba reunir el quórum y discutir las leyes. Lo digo con muchísimo respeto, pero en numerosas oportunidades había que haber fijado posturas solamente por ser un partido nacional y popular. En homenaje a la propia historia, se debía haber levantado la mano de manera distinta. Durante el gobierno de Macri se ejercía una centralidad indiscutida. El radicalismo no tenía demasiada voz ni voto.

—Varias veces dijo que “de nada serviría que la Provincia tomara medidas por su cuenta, cuando en verdad en Capital Federal lo único que nos separa es la General Paz”. ¿Cómo tomó usted en particular el fallo de la Corte Suprema que le dio la razón al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? ¿Tendrá consecuencias electorales?

—No creo que tenga ninguna consecuencia. Me produjo disgusto que la Corte Suprema se manifestara en ese sentido. Sería materia de discusión el tema, pero no durante una pandemia. Estamos con una situación muy crítica al momento de tomar la decisión. Los estudios de los últimos días comprobaron científicamente que la presencialidad escolar aumentó los contagios de los chicos y la circulación. Pero para no entrar en esa discusión, para no minimizar lo que significa el fallo de la Corte, la Corte tomó una decisión que no es jurídica, sino política. Siempre cuestionamos el funcionamiento de la Corte cuando se bandea para un lado o para el otro. Fue una decisión incorrecta que traerá consecuencias no electorales, sino en la opinión pública.

—Dijo que “le recuerdo a Vidal que en 2017 y 2018 había escuelas sin vidrios y los chicos iban con bufandas y gorros porque los colegios no tenían gas”. ¿La infraestructura escolar no permite que haya clases presenciales en la Provincia? 

—Tenemos problemas de conectividad en gran parte del territorio. Y venimos de cuatro años en se quitó la entrega de computadoras y se terminó con el sistema de conexión que había. Hay que decirlo sin ponerse colorados. Se deterioró la asistencia y el servicio del Estado a la educación pública. Se agravó la situación. Ya dije que era una situación preexistente, pero con Vidal se agravó. En junio del año 2018 se dio a conocer un audio de quien era responsable de infraestructura escolar en la provincia de Buenos Aires, Mateo Nicholson, en que pedía que armaran sobreprecios para la construcción de cocinas. Tomo el video, lo certifico y presento una denuncia para que se investigue si era cierto, porque la suma de la que se hablaba era enorme y en la Provincia las escuelas estaban destruidas. Al mes, ocurre la explosión de Moreno. Por supuesto, nunca se me respondió un pedido de informes. Tomamos las escuelas en una situación muy crítica. En el sur de la Provincia en serio no había vidrios ni estufas. Los chicos iban con mantas a estudiar. La primera preocupación de Axel Kicillof antes de la pandemia fue poner la educación pública lo mejor que se pudiera. Se trabajó aun en pandemia, todo el año pasado y todo este verano. Seguramente falte más. Es verdad que no hay conectividad en muchos lugares del interior. La Jefatura de Gabinete está trabajando en eso. Hay que dotar a los chicos de los instrumentos de tecnología. No es buena la chicana de revolver en el pasado, pero hay que ver de qué realidad venimos. Y esa realidad era la destrucción.

—Le pediría una reflexión final sobre la condición femenina en la política. La escucho y me produce asociación con Graciela Camaño, otra mujer más o menos de su generación. ¿Le costó más? ¿Tuvo que saber más que los hombres que ocupaban el mismo cargo para llegar donde está ahora?

—La verdad es que sí. Cuesta más, sobre todo cuando uno arma su vida, tiene hijos; ahora tengo una nieta, no quiero que me roben el tiempo de ella. En materia de uso del tiempo, cuesta más porque se es mamá, se ocupa de su casa.

—¿Pero hace falta más capacidad para igual profesión o puesto? 

—Se nos exige muchas veces el doble. Hay que mirar fotos nada más: la mayoría son varones, hay pocas mujeres. Cuando uno discute el rol de las compañeras en el partido, habitualmente se asignan secretarías que no son esenciales. Afortunadamente, en estos últimos años se dio un gran avance en el tema de cómo participamos las mujeres en la vida política. Pero falta mucho. Tengo un pensamiento bastante simple al respecto y es que la vida se construye de a dos. El barrio, la sociedad, en general los construimos de a dos. Es un pecado perderse la otra mitad.

 

Por Jorge Fontevecchia

Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.

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