Hizo una alianza implícita con los empresarios que la pedían como plan B de Mauricio Macri. La preocupación y el financiamiento de la campaña
Tal vez sea el morbo por su vida dentro de la base militar. O la promocionada lucha contra las mafias. O simplemente su empatía. En definitiva, María Eugenia Vidal es una dirigente profesional y aplicada que sabe cómo cautivar al auditorio que sea. Su mensaje les llega. Y punto.
"Los empresarios mueren por ella. De cualquier segmento", asegura un ministro bonaerense que tiene roce permanente con el establishment.
Fue Alberto Tarasido, de la constructora CRIBA, con presencia estable y variada en el espacio público de la ciudad de Buenos Aires, el que le puso voz a la devoción del empresariado por la gobernadora.
"Tuve el enorme placer y gusto, y honor, de escuchar a nuestra gobernadora María Eugenia Vidal. Realmente, como me llenó tanto el día, como se los dije, me animé a viralizarlo entre muchos de mis amigos y conocidos. Ahora quiero que escuchen este audio, que voy a mandar ahora, que realmente me ha dejado conmovido. No refiriéndome, no por mi persona, si no el mérito de María Eugenia de ocuparse hasta de los temas más ínfimos. Así que se los mando y saquen ustedes conclusiones. Crack total María Eugenia", introdujo el constructor, embobado, en varios grupos de WhatsApp -la vedette de la campaña oficial-, tras un almuerzo con la mandataria en la fundación Mediterránea, a principios de julio.
Y reenvió el audio que le había retribuido Vidal como respuesta a otro anterior en el que el empresario se deshacía en elogios.
"Hola Alberto, ¿cómo estás? Daniel Chaín me mandó tu audio. Te quiero agradecer. No es que yo sea tan buena expositora, si no que el equipo de Provincia ha trabajado enormemente. De verdad muchas gracias, gracias por decir cosas tan lindas, lo que más me gustó es que dijiste 'esta chica'. Te mando un beso grande", le envió la gobernadora, consciente de su acción.
Tarasido, un viejo conocido del macrismo, es solo uno de los innumerables empresarios del establishment que entre el verano y el otoño presionó por un "Plan V" que nunca fue analizado por la Casa Rosada y que el entorno de Vidal, aún consciente de su imposibilidad, dejó esparcir en el círculo rojo como una salida a la crisis. Y como una devolución a la negativa presidencial ejecutada por Marcos Peña de desdoblar el calendario bonaerense que, según se lamentan desde las oficinas bonaerenses, ya hubiera coronado a la mandataria.
Vidal, la preferida del círculo rojo, la mejor alumna del manual de Jaime Durán Barba, corre ahora el riesgo de quedarse sin nada.
Vidal, el viernes, junto a candidatos del Conurbano bonaerense
El viernes, 24 horas antes de la prohibición de la publicación de encuestas en los medios, la expectativa del equipo provincial, a nueve días de las primarias, estaba atravesada por el temor a una derrota que ningún encuestador se anima a pronosticar con certeza por la volatilidad del electorado y la imposibilidad de predecir los cortes de boleta.
"Está realmente muy complicado. Y no es una estrategia de campaña: está complicado en serio", analizaba ante este medio un dirigente bonaerense que acompañó a la mandataria por una recorrida por Ituzaingó. "María Eugenia es nuestra esperanza. La única esperanza que tenemos", agregaba.
Como en el 2015, y en el 2017, Vidal, que a fines del año pasado terminó enfrentada con Peña y Nicolás Dujovne por discusiones presupuestarias, y hasta avisó puertas adentro que no tenía ganas de buscar la reelección, volvió a ponerle el cuerpo a la campaña más compleja que le tocó enfrentar desde que se independizó del padrinazgo político de Mauricio Macri y de Horacio Rodríguez Larreta.
A principios del 2015, su popularidad en la provincia de Buenos Aires era de escasa a nula. Pero Cristina Kirchner no tuvo mejor idea que ponerle enfrente a Aníbal Fernández, el candidato con peor imagen, para pelear la gobernación. Vidal tuvo a su favor un corte de boleta histórico.
En el 2017, en las elecciones de medio término, no fue candidata. Pero se paseó como si lo fuera. Ya era, para esa altura, la dirigente mejor valorada del país.
Ahora, el panorama es distinto. En la provincia de Buenos Aires, la crisis económica hizo estragos. En el primer cordón, por ejemplo, 1 de cada 2 personas no tiene trabajo formal.
Ese combo llevó al empresariado a apostar por la gobernadora a medida que la crisis amenazaba con llevarse puesto a Macri.
Desde el relato que ella misma construyó -"yo vivo de mi sueldo, no tengo acciones en el exterior, no tengo una cuenta offshore", repitió más de una vez para diferenciarse de Macri y el gabinete nacional-, y que fascina al establishment -culposo y curioso-, Vidal se relacionó de entrada con el empresariado.
Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Miguel Ángel Pichetto
A los pocos meses de gestión, recibió al Grupo de los Seis en el piso 19 de la sede porteña del Banco Provincia, la oficina que dejó de usar a mitad del mandato. Y empezó a tejer una alianza, ayudada por Fabián Perechodnik, el secretario General de la gobernación que cosechó sólidos vínculos con el establishment -y que, de hecho, está a cargo de ese segmento en la campaña-, y por un puñado de operadores que le acercaron hombres de negocios de los más diversos rubros.
Además de sus oficinas, utilizó en los últimos tiempos uno de los salones reservados del hotel Four Seasons, que tiene accesos discretos a esos metros de sus oficinas de la avenida Libertador, en Retiro, y que más de una vez también frecuentó para reunirse con Sergio Massa.
Con Macri, en cambio, el vínculo con el círculo rojo fue de mayor a menor.
El empresariado le financió la campaña para terminar con el kirchnerismo, pero después fue testigo de cómo su programa económico no solo no les solucionó los problemas, si no que en muchos casos se los empeoró, con excepción de algunos rubros, como el energético. Y vieron cómo, a la par, Cristina Kirchner volvía a convertirse de nuevo en una opción real de poder.
Ahora, el establishment se inclina por Macri, en buena medida, casi por descarte. A pesar de los esfuerzos de Alberto Fernández por mostrar un proyecto novedoso.
Pero para el círculo rojo, la candidata era Vidal. Así se lo hicieron saber en el almuerzo del CICYP, en el Hoteal Alvear, a mediados de abril, en el peor momento de la crisis, después de una larga exposición en la que la gobernadora detalló, a través de filminas, lo que enumera como sus logros de gestión. Después hubo tiempo para preguntas. Dos de tres apuntaron a saber si sería candidata a presidenta.
En el último mes y medio, la gobernadora aprovechó ese vínculo para pasar la gorra. Hasta estas semanas, que se dedicó full time a hacer campaña por el conurbano y el interior de la Provincia, se presentó en reuniones particulares en casas de empresarios para contarles qué es lo que hizo en estos años y por qué era importante que financiaran su campaña, "la más importante desde el retorno de la democracia". Desde constructores y banqueros, hasta farmacéuticos y de servicios.
Acompaña por Perechodnik, en ocasiones por el senador Esteban Bullrich, y por una especialista en recaudación que fue contratada ad hoc para emprolijar las cuentas, como contó este medio, se puso al frente del financiamiento. Casi por obligación: la rendición de cuentas de la campaña bonaerense del 2017 estuvo repleta de ilegalidades que esta vez Vidal y su entorno más íntimo no se pueden dar el lujo de repetir.
En la recta final de cara a las PASO, ese trabajo quedó a cargo del secretario General y de algunos ministros, como Roberto Gigante y Hernán Lacunza, que se pasearon por algunos ámbitos empresariales para explicar la gestión.
Muchos de esos hombres de negocios, incluso, pidieron información para defender ellos mismos a la administración bonaerense, ante el avance de Axel Kicillof y Cristina Kirchner.
Desde el Gobierno bonaerense se preguntan, inquietos, si alcanzará.
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