Cuál es la meta de la gobernadora para las PASO. La pelea con Monzó, el llamado de Carrió y la cita con Pichetto.
“Sucede que la figura central de Cambiemos es la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Una mujer muy joven, de 45 años y divorciada; que gobierna la provincia más importante del país y a la que pocos le asignan ‘aptitud presidencial’. Sin embargo, nunca ningún medio o periodista menciona romance o noviazgo alguno. Todo lo contrario; la presentan como una mujer casi virginal, angelical, una suerte de hada buena. Y ya se sabe, las vírgenes y las hadas no tienen novio y los ángeles ni siquiera sexo”.
Por supuesto, Vidal leyó el fragmento de Sinceramente. Pero le impactó menos que verla a ella en persona, a Cristina Kirchner, repetir casi las mismas palabras en un acto en Rosario por el Día de la Bandera. Esa tarde ocurrió algo curioso: la ex presidenta retomó las ironías contra la mandataria, pero cuando los militantes empezaron a silbar y a hacer referencia a Vidal, los frenó: “Sin nombres, sin nombres”, dijo. Como si el libro no existiera.
“Me sorprendió, no lo podía creer. Lo había leído, pero otra cosa es verlo. Y muchas mujeres con el pañuelo verde aplaudían…”, dijo la gobernadora días atrás en la intimidad de su despacho. Es la primera y única respuesta que dejó trascender desde que Cristina inauguró una disputa silenciosa con ella. Los asesores de Vidal no abundaron en el tema, pero en su celular recibió todo tipo de mensajes y llamados.
Tal vez el que más le haya sorprendido sea el de Elisa Carrió. “Claro que la llamé -revela la diputada- Hemos llorado de la risa. El tema no bastaba una conversación. No me hablen de feminismo para terminar en esa declaración. Yo estoy en el club de las divorciadas y me encanta que ella también esté”.
Las principales protagonistas mujeres de Cambiemos -ahora Juntos por el Cambio- hablaron justo cuando la interna del oficialismo ardía por el cierre de listas. Carrió le dio su respaldo y cuando cortó le dijo a un colaborador: “Esta chica se parece a mí”.
Los estrategas de campaña de Vidal creen que Cristina cometió un error infantil para los tiempos que corren, aunque admiten que el voto kirchnerista es activo, decidido, militante y que no se moverá ni por eso ni por nada. La senadora sigue teniendo una alta intención de voto, en especial en tierra bonaerense, y más aún en el Conurbano profundo, donde la crisis económica golpea con más fuerza.
La expectativa vidalista pasa por repetir la performance de las últimas elecciones. Es decir, que el voto de sus principales oponentes crezca fuerte y de golpe y que el de Vidal se vaya construyendo de a poco. Hoy admiten en voz baja que la pelea con Axel Kicillof es desigual: el economista va pegado a la boleta de Cristina en el distrito que mejor le va y la gobernadora va asociada a Mauricio Macri Macri en el terreno que más complicaciones tiene. La popularidad del jefe de Estado está muy devaluada en localidades de la tercera sección (Lomas de Zamora, Florencio Varela, La Matanza) y en algunas de la primera (José C. Paz, Moreno, Merlo), lugares donde la candidata del Frente de Todos más diferencia saca.
El objetivo de Vidal para las primarias del 11 de agosto es obtener la misma cantidad de votos que en las generales para legisladores de 2017. “Con repetir ese resultado estamos hechos. Después vamos a crecer en octubre”, aseguran. En aquel primer desafío de 2017, las PASO, Esteban Bullrich cosechó 3.208.870 votos, que representaron el 34,06%. Perdió con Cristina, que sacó el 34,27%, por solo 20.324 sufragios. Más tarde, en las generales, Bullrich revirtió el resultado: se alzó con el 41,25% y su rival solo creció al 37,31%.
Las PASO, como se ve, han sido funcionales al Gobierno. A diferencia de lo que opinaban hasta hace pocos días los principales referentes de la UCR, serán útiles para sostener el relato de que la polarización es extrema. Eso podría acelerar los movimientos del electorado y perjudicar a Roberto Lavagna y a su aspirante a la gobernación, Eduardo Bali Bucca, que corren de atrás para las eleciones generales. La Casa Rosada no tardó en constatarlo y les rogó silencio a quienes proponían su eliminación.
Como contrapartida, un fantasma recurrente es que el oficialismo pueda perder las PASO por una buena diferencia. Eso podría agitar los mercados y generar una bola de nieve que afecte a una economía que ya arrastra problemas suficientes.
Vidal se puso al frente del armado de las listas de la Provincia. En su entorno juran que fue su lapicera la que escribió todos los apellidos. Macri solo intercedió una semana antes para advertirle que Daniel Lipovetzky no iba a tener lugar en la lista de diputados nacionales. No fue por su posición a favor de la legalización del aborto, como se dijo y como el propio Lipovetzky sugirió. El equilibrio que establece la ley entre hombres y mujeres marginó a otros hombres que están en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, como Eduardo Amadeo. Macri no pidió por Amadeo, pero sí lo hizo por Lipovetzky: por eso Vidal lo integró a la boleta de legisladores provinciales.
El cierre dejó otros heridos. Emilio Monzó, uno de los dirigentes clave que tuvo Cambiemos para que Macri llegara al poder, fue el principal perjudicado. Monzó y Vidal tuvieron un encuentro a solas para negociar nombres. Negociar es una exageración: ella le dijo qué lugares podía ofrecerle y él no pudo pelear ni un espacio más. Debió conformarse con la ubicación que le dieron a Silvia Lospennato y a Sebastián García De Luca, un hombre fuerte en el ministerio del Interior.
“Nunca viví una cosa así”, les dijo Monzó a quienes integran su grupo político, como Rogelio Frigerio y Nicolás Massot, el jefe del bloque en Diputados. Monzó se ve afuera de todo. ¿Y la embajada que le prometió el Presidente si llegara a ganar en octubre? También estaría en duda.
Monzó empezó a ver que tenía la manzana rodeada en febrero de este año. Frente a su pedido de dejar la presidencia de la Cámara de Diputados para irse a la embajada de España, Macri le contestó con un contragolpe: llamó a Vidal y le dijo que quería que Cristian Ritondo encabezara la lista de diputados nacionales para que, en el caso de ganar, suceda a Monzó. Es infrecuente que el macrismo anuncie una candidatura con tanto tiempo de anticipación, por no decir que va en contra de su metodología. Frigerio es el único aliado de Monzó que sigue firme en la primera línea del poder. La ambición del ministro del Interior es presidir el Banco Interamericano de Desarrollo. Tal vez ese día, si es que llega, pueda abrir la botella de whisky que conserva hace tiempo en su despacho y que reservó para una ocasión especial. Esa ocasión, por lo visto, aún no ha llegado.
Algo más de suerte que Monzó tuvo Miguel Ángel Pichetto. El senador se reunió con Vidal luego de convertirse en el candidato a vicepresidente. Pichetto dijo en público que no había pedido nombres en la lista, pero solo decía una parte de la verdad: es cierto que no impuso condiciones para saltar al macrismo, pero en una reunión con Vidal y Federico Salvai solicitó espacios para Claudia Rucci y Gilberto Alegre. La hija de José Ignacio Rucci será postulante a senadora provincial y a Alegre le aburrieron las PASO en General Villegas para pelear la intendencia con el actual intendente, Eduardo Campana. Los pedidos fueron concedidos por Vidal. La misma a la que alguna vez llamaron Heidi.
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