Por: Pablo Sirvén. Parece "una joda para VideoMatch", pero no lo es. El chascarrillo que remataba las bromas pesadas a desprevenidos en las iniciales temporadas del programa de Marcelo Tinelli ahora vuelve remixado, pero contra su propio mentor, con situaciones equívocas que intentan dejarlo mal parado.
El "Tinelligate" ya le compite a la pandemia: es tema intenso de noticieros y hasta de programas políticos, amén de las siempre excitadas fieras chimenteras.
Tinelli cree que ni un pedófilo recibe tan duro trato. Vaya casualidad, en la misma semana que pasó, dos personas reflotaron el eslogan ultrakirchnerista de "Clarín miente": el propio animador se defendió así del "fuego amigo" del multimedio para el que trabaja; el otro fue Ricardo Russo, el pediatra del Garrahan condenado por pedofilia, que perdió la paciencia durante una entrevista con ese diario por teléfono, desde el penal de Ezeiza.
Son cíclicas las agarradas del conductor más exitoso de la TV con el holding que lo tiene contratado hasta fin de año: cuando fue el Mundial de Alemania, en 2006, se fastidió con las crónicas sucesivas sobre el rating lánguido de entonces, y en sus titánicas luchas de estos años por ascender a la conducción del fútbol argentino siente que tampoco lo acompañó. Ahora lo culpa, además, de la mala estrella que lo ilumina desde que decidió hacer la cuarentena en el sur y por primerear lo del vuelo privado con medicamentos, que investiga la Justicia Federal.
Tinelli es un poderosísimo líder informal de opinión que influye sobre millares de personas desde hace treinta años. La clase política, sin distinción de ideologías, lo trata con una combinación de veneración cholula, temor, avidez y desprecio. Saben que el animador puede ser un pasaporte a mayor popularidad (por una caricatura en el "Bailando", Francisco de Narváez derrotó en las urnas, en 2009, a Néstor Kirchner) o un arma mortífera (Freddy Villarreal, como Fernando de la Rúa y Mauricio Macri).
Cuando en la apertura de su show nocturno Tinelli ordena parar la música y congelar el movimiento de sus bailarinas, es que "habla al país" y la clase dirigente tiembla por sus estocadas. Si lo sabrá Alberto Fernández, a quien, cuando todavía era jefe de Gabinete, en 2007, osó compararlo con José López Rega por un lío en el que el animador quedó involucrado en aquel momento.
Tinelli mantuvo una excelente relación con Kirchner, tuvo de nula a mala comunicación con Cristina (lo llegó a calificar de idiota) y con Macri desarrolló una competencia hostil.
Trece años más tarde de aquel cortocircuito con el ahora presidente Fernández, Tinelli otra vez está muy cerca del poder y se incorporó a la "mesa contra el hambre", de la que no se tuvieron mayores noticias posteriores. Desde el entorno del animador se puntualiza que, gracias a sus aportes, ya está operativo un pozo de agua en Salta para una comunidad wichi y que otro está casi listo. También que sus contribuciones llegan a villas porteñas.
"No hice nada fuera de la ley", repite ahora Tinelli como una letanía cuando le echan en cara su cuarentena lejos de su domicilio habitual, tal como hicieron otros empresarios. Formalmente no la violó porque viajó el día anterior a su puesta en vigor. Si contó con información privilegiada, eso cuestionaría a los funcionarios que podrían habérsela facilitado. El conductor de ShowMatch mantiene fluida comunicación con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y con Matías Lammens, su alter ego durante mucho tiempo en San Lorenzo, actual ministro de Turismo y Deporte.
Tinelli fue uno de los últimos en dar el brazo a torcer para suspender el fútbol (también le caen por eso) y, tras viajar a Esquel, su donación de dos mil dólares al hospital local levantó comentarios socarrones. No sería la primera contribución al nosocomio ni su único aporte pecuniario en la zona.
El máximo responsable del "Bailando por un sueño" venía masticando bronca desde que Alejandro Borensztein, en su risueña columna dominical, lo puso en dos ocasiones como candidato a "pelotudo del año". Si el hijo de Tato Botes leyó el WhatsApp que Tinelli le mandó, aún tendría pendiente su respuesta. Aunque el ciudadano ilustre de Bolívar habló con uno de los máximos jerarcas del Grupo Clarín, las notas ásperas nunca cesaron. ¿Le soltaron la mano? El metamensaje sería que si quiere jugar fuerte en las grandes ligas del fútbol y de la política, no habrá trato preferencial.
Hora de patear el tablero, pensó, para terror de Adrián Suar, quien al ver tambalear a uno de sus platos fuertes nocturnos sacó un comunicado de El Trece manifestando lo mucho que lo quieren y le hizo larga terapia telefónica al conductor. Pero mientras Suar se considera un orgánico del multimedio, Tinelli se siente un cuentapropista que solo reporta a sí mismo. Siempre fue así.
Se rumoreaba que se iba a Canal 9, como cuando se fue de Telefe, en 2005, con sus alforjas llenas de anunciantes y PNT. Otras épocas que, con la economía maltrecha del coronavirus, se añoran. ¿Traerá a los africanos de los memes del ataúd al "Bailando"? Dudoso con el dólar por las nubes.
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