Por Indalecio Francisco Sanchez
La batalla no es por las elecciones del año próximo ni por las candidaturas ni por el “cariño” de Mauricio Macri. La pelea entre los máximos dirigentes políticos de Tucumán, oficialistas y opositores, se libra en estos días por lo que puede suceder en 2019.
Su apresuramiento no se debe a una precocidad electoral, sino a que las necesidades actuales podrían acomodar el escenario para las parlamentarias de 2017.
El gobernador Juan Manzur requiere que la Nación haga fluir los fondos frescos que su administración necesita para despegar. Para lograr ese objetivo, el ex ministro de Salud estaría dispuesto a jugar al distraído en los comicios nacionales del año próximo. Eso estaría negociando con Rogelio Frigerio, el encargado de buscar la “pata peronista” en distritos de todo el país. El ministro del Interior habría sumado en ese plan a Domingo Amaya. Incluso, habría viajado hace poco con un influyente legislador local a Buenos Aires para reunirse con Frigerio. El encuentro se dio a puras “gallegadas” y avanzaron en esa suerte de pacto electoral. La idea sería que la campaña venidera sea “limpia” y que termine en empate: que cada fuerza se lleve dos de las cuatro bancas en juego y que los cabeza de lista del PJ sean dirigentes moderados. ¿Chau kirchnerismo?
Los buenos tratos de la Nación hacia Manzur tendrían que ver con esa estrategia frigerista. La invitación de Alfonso Prat Gay de ayer a Manzur, para que sea la Nación la que le financie las obras públicas a Tucumán, sería otro síntoma en ese juego de especulaciones. Si esa tregua se sella, ¿José Cano será candidato a diputado? ¿O evitará una disputa electoral adelantada a la que podría librarse en 2019?
Ese armado del ministro del Interior colisiona con el ala radical del Gobierno nacional: la UCR no está dispuesta a aceptar alianzas con el peronismo y hasta estaría dispuesta a patear el tablero si ello sucede. Habrá que ver, además, si el peronismo acepta acuerdos “perdedores” de esas características. El tiempo dirá cómo se resuelve esa disputa.
Recelos que crecen
En las trincheras de Manzur y de Cano todos están en guardia. En ambos bandos reina el nerviosismo y las denuncias cruzadas sobre campañas de desprestigio en marcha. Del lado del oficialismo, vinculan las denuncias en Tribunales contra los legisladores y el uso de los gastos sociales a maniobras de sus eternos rivales. En la vereda de enfrente, sospechan de presuntas “operaciones” en las redes sociales y en medios online nacionales con una supuesta intención de hacer mella en la figura de Cano.
Además, el oficialismo debe luchar con sus internas. Algunos legisladores creen que José Alperovich y Manzur quieren debilitar al poderoso Osvaldo Jaldo. Hasta mencionan que se estaría analizando que los parlamentarios dejen de percibir los gastos sociales en la Legislatura y que se canalicen por la Casa de Gobierno. Así, deberían modificar sus lealtades y aportar al aún endeble “manzurismo”. La operación sería descabellada y difícil de ejecutar. Por lo pronto, el vicegobernador disimula su nerviosismo y continúa moviéndose con cuidado, evitando quedar en off side en una jugada que no está clara. Al PJ le está costando acomodarse tras 12 años de unicato alperovichista.
Manzur se mueve entre las sumas y las restas. Habría sumado a Gerónimo Vargas Aignasse entre sus filas, concediéndole una veintena de contratos en la Cámara y varias decenas más en comunas. Esa operación podría terminar con signo negativo. Los delegados comunales que piden desde hace ocho meses que le pongan tinta a sus lapiceras habrían montado en cólera y advirtieron: así, no moverán un dedo en las elecciones. Algo similar le sucede a Cano, que intenta mantener el Acuerdo para el Bicentenario, pero algunos aliados y los propios radicales le patean en contra. Amaya, Germán Alfaro y él mismo parecen principiantes en un “sexteto” de truco: mientras uno se “come” las señas, el otro se “traga” el envido, entre otros pecados del entretenimiento criollo. El radical se olvidó de sus pesares en estos días. Recibió datos de una encuesta de la Casa Rosada que lo ubicarían primero en imagen y con un Alperovich en picada
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