Los comerciantes callejeros aprovechan la época de las fiestas para ofrecer sus productos en el centro. Inspectores tratan de poner un freno a la actividad. La plaza 9 de Julio y las peatonales son los lugares predilectos, aunque no los únicos, de los vendedores ambulantes para ofrecer sus productos por la gran cantidad de salteños y turistas que transitan por ahí.
Gomitas para tejer pulseras, vírgenes, rosarios, ropa, anteojos, globos y artesanías son algunos de los productos que se pueden encontrar en las calles del micro y macrocentro de Salta.
Para los comerciantes, esta actividad es una competencia desleal; para los inspectores municipales y la Policía es algo que está fuera de la ley y, para los vendedores, es una fuente de trabajo y la posibilidad de llevar algo a la mesa.
Mujeres con niños revenden todo tipo de artículos en la plaza 9 de Julio. El Tribuno estuvo en el lugar y habló con un grupo de comerciantes que no quisieron dar sus verdaderos nombres por miedo a represalias por parte de los inspectores municipales y la Policía.
"Nos persiguen y nos tratan mal. Si no les damos plata, nos quitan las cosas y nos llevan presos. Se turnan entre inspectores y policías para pedirnos dinero. Con 20 o 30 pesos nos dejan trabajar un rato sin molestarnos", dijo Lorena, madre de un hijo.
"Deberían ver cómo nos tratan. Nosotras no venimos al vicio. Estamos acá porque tenemos una familia qué alimentar", dijo Susana, madre de 4 chicos.
1.250: Vendedores ambulantes hay aproximadamente en Salta de acuerdo con información oficial de la Municipalidad de capitalina.
El operativo municipal
También en la plaza hay artesanos de diferentes provincias y de países vecinos que venden sus productos donde pueden. "No competimos con los comercios porque vendemos otra cosa. Lo nuestro es arte, un trabajo manual y original. Eso les gusta mucho a los turistas", contó Isaac Ontiveros, que es de Córdoba.
En el momento que El Tribuno estaba haciendo una entrevista a un grupo de artesanos, se acercó un inspector municipal y les pidió retirarse. El funcionario les informó que está prohibido este tipo de comercio en el centro de la ciudad.
En segundos llegaron cuatro policías y tres inspectores de la Municipalidad, entre ellos, el secretario de Control Comercial, Marcelo Scarponetti, y rodearon a los vendedores.
La situación se puso tensa y los policías forcejearon con dos de los artesanos, que juntaron sus cosas de mala gana y dejaron de vender. Los inspectores no les secuestraron la mercadería ni se llevaron a nadie detenido.
"Nosotros entendemos que la policía y los inspectores hacen su trabajo, nosotros hacemos el nuestro. Pero tenemos que vender todos los días y no nos alcanza con los fines de semana en la feria de la plaza Gemes o el paseo de la Balcarce", explicó Isaac.
"Ofrecemos alternativas"
El secretario de Control Comercial, Marcelo Scarponetti, explicó a El Tribuno que, para las fiestas, siempre se llena el centro de vendedores ambulantes. "Entendemos que es una fuente de trabajo y les ofrecemos alternativas para que se inserten en la legalidad. Planes de cooperativismos y la escuela de Artes y Oficios, son algunos ejemplos. Pero no podemos permitir este trabajo ilegal porque esto sería una anarquía", dijo Scarponetti.Para el funcionario, el comercio ambulante tiene varias causas, como la falta de empleo formal. Pero además dijo que es una cuestión cultural. Scarponetti también responsabilizó al tráfico que llega desde Bolivia. "Por la frontera se pasan miles de toneladas de mercadería ilegal. Todo esto ayuda al comercio ambulante", manifestó."Tratamos de no quitar la mercadería, pero a veces la situación se vuelve violenta e insostenible y tenemos que proceder al decomiso", indicó el funcionario a este medio.
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