Por: Alejandro Bercovich. En pleno brote de dengue las acciones de gobierno no pasan de meras fanfarroneadas. Reuniones con proveedores de repelente y vacunas sin datos ni soluciones concretas. Pleitesía a la generala Richardson y más tensión con China. El pan lactal importado llega a las mesas argentinas. Interrogantes sobre la cosecha de soja.
La epidemia de dengue y el récord de muertes que generó esta temporada expuso como nunca antes los límites de una gestión que apuesta su suerte a la mano invisible del mercado. Menos de cuatro meses después de haber volteado por decreto todos los controles y regulaciones estatales que procuraban garantizar la provisión de bienes críticos a la población, el Gobierno pegó un volantazo e impuso un límite de dos repelentes por persona a las compras en supermercados. Un tope a la venezolana que difícilmente resuelva su escasez en las próximas semanas, con las góndolas y los centros de distribución de las principales cadenas de retail completamente desabastecidas.
La crisis desnudó la improvisación reinante en el área sanitaria y la desconexión de Mario Russo con las carteras de cada provincia, que denunció ni más ni menos que el ministro porteño Fernán Quirós, de un PRO en transición del opoficialismo al oficialismo liso y llano. También confrontó al laissez faire de Javier Milei con la planificación de dos signos políticos distintos ―la radical santafesina de Maximiliano Pullaro y la peronista bonaerense de Axel Kicillof― que repartieron miles de repelentes fabricados por laboratorios públicos en zonas afectadas por la epidemia. Para peor, la crisis estalló justo después de que el Presidente derogara la ley de producción pública de medicamentos y disolviera la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos, que también financiaba la producción de misoprostol y remedios contra mal de Chagas, zika y chikungunya, entre otras enfermedades.
Mario Russo, ministro de Salud en la gestión Milei. NA
El debate sobre la vacuna Qdenga fue igual de elocuente. Antes del fin de semana XXL se había viralizado un posteo de una cuenta que el círculo rojo adjudicaba al asesor de imagen de Milei, Santiago Caputo (@nicolabrandeis o “Enfant Terrible”), que curiosamente desapareció de la web esta semana. Era durísimo con el laboratorio japonés que desarrolló la vacuna, aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos (ANMAT) hace exactamente un año y recomendada por la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) a fines de 2023. “Le (sic) pedimos a los lobbistas de Takeda que no se hagan los vivos o sufran las consecuencias. Ustedes saben quiénes son. Nosotros también sabemos quiénes son”, advertía.
Quienes dudaban de la autoría del tuit se sorprendieron al leer casi lo mismo en el comunicado oficial de Salud del miércoles: “Instamos a las empresas vinculadas con la producción de vacunas a evitar presiones que pretenden apresurar decisiones que pueden poner en riesgo a los argentinos. Con esta premisa, se continuará el combate contra el dengue, basado en la evidencia científica y no en las operaciones de prensa”, decía.
A ciegas
Tamaña beligerancia discursiva, sin herramientas institucionales a la mano ni margen operativo en plena jibarización del Estado, terminó en una mera fanfarroneada. El secretario de Comercio, Pablo Lavigne, recibió el viernes por la mañana a los fabricantes locales pymes de repelentes (Algabo, de Vais, y Queruclor, de Aktiol) y a la empresa líder del mercado (SC Johnson), que importa de Brasil y de China las marcas Off!, Raid y Fuyi y que concentra el 80% de las ventas. Fue un encuentro amabilísimo, según relató a elDiarioAr uno de los ejecutivos presentes, donde el ex polifuncionario macrista se limitó a preguntarles qué podía hacer el Estado para incrementar (tarde) la oferta local y a ofrecerles facilidades para importar su materia prima clave, la Dietil-meta-toluamida (DEET), que habitualmente se trae en barco de China y Japón pero que desde el mes pasado empezó a llegar en avión por la emergencia.
La empresa líder del mercado (SC Johnson), que importa de Brasil y de China las marcas Off!, Raid y Fuyi y que concentra el 80% de las ventas. X @lukelaviana
Lavigne no tenía siquiera el dato de cuántos Off! importó en la última temporada la multinacional estadounidense a la que en su país de origen obligarían por ley a dividirse si concentrara la misma proporción del mercado que acá. Si lo hubiera sabido, podría haberles preguntado a sus autoridades por qué dejaron de recibirlos en septiembre. O por qué en el primer bimestre de este año ingresaron la mitad de los embarques de Raid y Fuyi del mismo lapso de 2023, tal como consta en registros aduaneros a los que accedió este medio.
¿Se confiaron los empresarios de que alcanzaría con el cupo asignado por la casa matriz a la Argentina? ¿Fue el gobierno anterior, que administraba las escasas reservas del Banco Central, el responsable de no haberles autorizado las importaciones de insumos o del producto terminado? ¿Por qué el abastecimiento no se normalizó este verano, ya con Santiago Bausili al frente del Central y las compras al exterior supuestamente normalizadas? ¿Cuánto repelente exportaron Algabo y Queruclor, cuyos productos se comercializan también en países atacados por la misma plaga de mosquitos como Uruguay y Paraguay? Son preguntas sin respuesta que requieren en plena alerta sanitaria algo más que un tuit encolerizado de medianoche.
Con la vacuna pasó parecido. Semanas atrás hubo una reunión entre el ministro Russo y representantes de Takeda, confirmada a elDiarioAr por voceros del laboratorio japonés, donde simplemente se revisaron las dosis suministradas a provincias y a vacunatorios privados que venden la vacuna a quienes pueden pagarla, sin importar si ya tuvieron dengue o si padecen comorbilidades que pueden agravar el cuadro. Tampoco ahí hubo eco alguno de las amenazas previas.
Bananeros
La sobreactuada pleitesía que le rindió Milei a la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, no ayudó a conseguir repelentes ni vacunas. Tampoco colaboró en lo inmediato con las gestiones febriles de Luis Caputo ante el Fondo Monetario, cuyo jefe para América abandonó el país sin destrabar el desembolso que procura el ministro de Economía para reforzar las reservas. La visita sí volvió a tensar el vínculo con China, el rival global de Washington y principal comprador de Argentina, que todavía no informó si renueva el swap de monedas firmado con el gobierno anterior.
El Presidente Javier Milei se reunió el 4 de abril de 2024 en Ushuaia, Tierra del Fuego, con la Generala del Ejército de los Estados Unidos Laura Richardson, comandante del Comando Sur. NA
Si China decidiera no renovar la libre disponibilidad de los 35.000 millones de yuanes (U$S5.000 millones) que habilitó el año pasado para el pago de importaciones, los vencimientos de deuda de este año podrían incrementarse en ese mismo monto. Es dinero que Massa usó para pagar importaciones entre junio y octubre y que vence a los 365 días. Además, si se cae el swap, el Club de París podría reclamar el pago al contado de los U$S2.400 millones que tenía previsto cobrar en trece cuotas hasta 2028, por cláusulas de cross-default con cualquier otro acreedor bilateral.
Los chinos todavía no entienden por qué Milei se hizo eco de la preocupación estadounidense por su base aeroespacial de Neuquén y no objeta, por ejemplo, el funcionamiento de un observatorio idéntico en Mendoza instalado por la Agencia Espacial Europea (ESA) gracias a un convenio con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el mismo organismo que coordinó con ellos el emplazamiento del supertelescopio neuquino. La relación bilateral está en su peor momento y el gigante asiático evita confrontar, incluso ante provocaciones como la “inspección” anunciada para el lunes, pero insiste por lo bajo en que es Argentina la que pierde competitividad al ceder a ésa y otras exigencias del Tío Sam, como la de demorar la implementación de la tecnología 5G para que no sea Huawei la compañía que lo lidere.
Victoria Villarruel y Laura Richardson en una reunión que mantuvieron en el Senado. Prensa Cámara de Senadores
En una gestión abocada a la batalla cultural, los símbolos pesan más que las minucias de lo material. Quizá fue por eso que, como subrayó el profesor titular y exvicerrector de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, la generala Richardson fue tratada más como una Jefa de Estado que como la encargada de un comando militar que ni siquiera está en el pináculo de la pirámide del poder estadounidense. No solo el Presidente viajó especialmente a Ushuaia para rendirle honores y ordenó a una banda militar entonar su himno, justo en la semana del aniversario de Malvinas y tras haber faltado a la vigilia de los excombatientes, sino que al día siguiente volvió a hacerse un hueco en la agenda para compartir con ella otro acto. Antes la recibieron el secretario de Estrategia Nacional, el titular de la AFI, el secretario de Estrategia y Asuntos Militares, el ministro de Defensa, la canciller y el jefe de Gabinete. Casi como en los países de Centroamérica donde las embajadas estadounidenses tienen instalaciones más seguras y mejor equipadas que sus respectivos gobiernos.
Soja light
La semana pasada, enviados de dos cadenas de supermercados viajaron a Brasil para terminar de negociar las importaciones de pan lactal con las cuales el Gobierno aspira a ponerles freno a los aumentos de precios dispuestos por otro cuasi-monopolio, en este caso mexicano: Bimbo-Fargo. Visitaron las fábricas de la megapanificadora Bauducco, que ya comercializa bizcochos y galletitas en el país. Su pan de mesa aparecerá en las góndolas criollas dentro de un mes.
Que una potencia agroexportadora importe pan del país vecino que siempre le compró trigo es un sinsentido macro con una explicación micro algo incómoda para el peronismo: fue la comisión antimonopolios controlada por Guillermo Moreno la que aprobó la fusión Bimbo-Fargo durante el mandato de Néstor Kirchner. Desde entonces, abastecen una proporción similar del mercado a la que domina SC Johnson en los repelentes e insecticidas. Es parecido a lo que pasa con la “sumisión” a Washington que denunció Alberto Fernández el viernes. Justo él, que llevó a la Casa Rosada a Gustavo Beliz para bloquear todo intento de cooperación con Beijing desde el minuto cero de su gestión.
Una foto de difusión de la fábrica de pan Bimbo Bocado Lat
¿Qué harán finalmente los exportadores de granos con las divisas de la cosecha de soja que avanza en la pampa húmeda? Es el interrogante clave del mes. Mucho más relevante incluso que lo que pueda decidir el FMI sobre un nuevo programa que, según reveló a interlocutores locales el chileno Rodrigo Valdés, en Washington ni siquiera se está discutiendo.
A esta altura del año, según la Bolsa de Comercio de Rosario, más del 25% de la cosecha de soja ya tenía precio. Esta campaña, hasta la semana pasada, menos del 5% lo tiene. Esté entregada o no, esa soja recién se computa como exportada cuando se cierra ese precio. Y aunque el valor internacional está en baja y el dólar bolsa planchado, y aunque esos sean dos buenos alicientes para liquidar rápido, los productores siguen esperando una rebaja de retenciones, otro bonus cambiario al estilo del “dólar soja” o una nueva devaluación, porque la inflación ya se comió la de diciembre.
También ahí ajustó el mercado. Contando cosechadoras, tractores y pulverizadoras, los chacareros compraron un 41,5% menos maquinaria agrícola entre enero y marzo que en el primer trimestre del año pasado. También, advierten los agrónomos más experimentados, empezaron a ahorrar en fertilizantes y agroquímicos, lo cual podría afectar seriamente los rindes de la próxima cosecha. Nadie podría culparlos: si el Estado renuncia a planificar algo tan elemental como el combate de un brote epidémico ¿quién podría obligar a un particular a prevenir con un año de anticipación las malezas de su campo?
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