En el sepelio del subteniente Miguel Angel Martínez, sus compañeros dijeron estar "abandonados por las autoridades"
Cientos de policías recorrieron ayer a pie el trayecto entre la sala velatoria y el cementerio, al tiempo que hacían sonar las sirenas de sus patrulleros.
"Nos sentimos abandonados por las autoridades", decían los uniformados mientras aplaudían.
El superintendente coordinador de la zona sur de la policía bonaerense, comisionado Mario Valente, se mostró "optimista" y dijo que la investigación "avanza muy bien". Fuentes oficiales dijeron a LA NACION que hay sospechosos identificados.
Ninguna fuente confirmó, sin embargo, las versiones de que los delincuentes dejaron en el lugar del hecho un arma y un teléfono celular ni la de que los sospechosos habrían cometido 16 asaltos violentos en la misma zona.
El cortejo fúnebre, al que se adhirieron ciudadanos solidarios que, además, reclamaban seguridad, fue encabezado por la hija embarazada de la víctima, de 22 años, y por el resto de la familia, que se mostró muy consternada.
El jefe de la policía, superintendente Juan Carlos Paggi, participó de la caravana junto con el subsecretario de Investigaciones, Paul Starc. Ambos se sumaron a los aplausos. Paggi negó que hubiera malestar en la fuerza.
En los corrillos de la marcha, muchos policías deslizaron su indignación por la presencia de los funcionarios.
Cuando Paggi se aprestaba a subirse al vehículo oficial para retirarse del lugar, un comerciante lo increpó y le pidió más presencia de agentes en los barrios. "¡Me robaron 35 veces, «jefe»!; ocúpese de salir más a la calle", le gritó un hombre que dijo llamarse Jorge Campo.
Entre los policías que expresaron su descontento, el jefe de calle de la comisaría 15a., subteniente Daniel Navarro, fue el más enfático. Navarro trabajaba con Martínez desde hacía dos años. Emocionado y dolorido, enumeró las dificultades con que se encuentran: chalecos antibalas vencidos, móviles sin radio para comunicarse y escasez de personal son las principales carencias que mencionó. Rodeado por otros oficiales que asentían, Navarro, con 23 años de carrera policial, dijo: "Necesitamos que el pueblo nos apoye", y aseguró que es la primera vez que vive una problemática como ésta en la fuerza. "Sólo pedimos que nos den los elementos necesarios para trabajar", reclamó.
"¡Mírenlo bien y registren su nombre porque posiblemente sea sancionado por lo que está contando!", gritó, desde atrás, un compañero del subteniente.
En diálogo con LA NACION, el superintendente Paggi negó que la policía se haya acuartelado y adelantó que en los próximos días llegará una partida de 27.000 chalecos antibalas (ver aparte).
"A fondo"
El gobernador Daniel Scioli también habló sobre el tema. El mandatario sostuvo que "la policía provincial no mira para otro lado ni está con los brazos cruzados sino que está yendo a fondo a buscar a los delincuentes".
Durante la presentación de un plan para mejorar la recaudación bonaerense, el gobernador Scioli admitió los problemas que soporta la policía. "Cuando hablamos de las soluciones y de los cambios estamos hablando de más policías en las calles, que necesitan más recursos y mayor equipamiento", dijo.
En la inhumación de los restos de Martínez, una mujer policía aseguró que las condiciones con las que se trabaja "son paupérrimas" y explicó que tienen que salir solos a patrullar; además, si el vehículo se descompone, los mismos agentes tienen que arreglarlo.
También recaen los reclamos policiales sobre los últimos rodados entregados por el gobierno provincial: dicen que no están blindados o que no son aptos para realizar persecuciones.
El tema salarial también estuvo entre los planteos. Según indicaron los policías, un uniformado que recién entra en el servicio gana 1200 pesos, mientras que el de un subteniente llega a los 1700.
En medio de la preocupación policial y de las quejas de la ciudadanía, el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, Aníbal Fernández, dijo que desde 2006 a la fecha "no hay variación en el tema del nivel de delito en el país", y remarcó que "la realidad argentina, en comparación con el resto del continente, es una realidad sumamente beneficiada".
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