Ciberpatoteros I. Pululan, y son la armada subterránea de AM. Los hay de todas las edades y están segmentados. Escriben en Facebook bajo nombres e identidades falsas, ídem en Twitter, pegan afiches truchos, pintan paredones con leyendas denigrantes o consignas falsas.
Ciberpatoteros II. Los nombrados no están solos, qué va: hay más, y todos viven del erario público. Otro que se dedicaría, insisten nuestras fuentes, por entero a las mismas lides es Rodrigo Bogdanich (@RDBogdanich), legajo 29429/1, empleado de la concejal Marcela Amenábar, pero que cumple funciones junto a Santiago Bonifatti en el Emvial. El muchacho en cuestión es quien fija afiches y realiza pintadas contra la oposición (Massa es Menem; Vilma, la Lilita marplatense; Cheppi chorro, Vilma chorra y otras delicadezas por el estilo) y fue en su momento secretario privado de Gustavo Pulti. Lindo séquito. Gente con unos valores que dan para aplaudir… se el cerebro. Fuerte. De horror, a ver si despertamos.
Viajero y orador. Hablando del Emvial y de su minúsculo director Santiago (a) “Santiaguito” Bonifatti, el pequeñín agresivo se ha tomado unos días en Brasil aduciendo haber sido invitado a dar una disertación. ¿De qué habrá ido a disertar? ¿Sobre calles hechas merda y asfaltos detonados que dejan a la ciudad como a la Beirut de la costa atlántica? Cuando retorne, más vale que se ponga casco y armadura, porque resulta que los fiscales que contrató AM para la pasada elección fueron a cobrar su estipendio y percibieron -muchos de ellos- menos dinero del que se había acordado. La cajera de la empresa de pagos, que tuvo que poner la cara por una situación completamente ajena, la pasó bastante mal. Con la diferencia entre lo que debía pagarse y lo que efectivamente Bonifatti dejó para ser abonado, ¿habrá financiado su estadía brazuca?
Cambios. Florencio Aldrey Iglesias logró un viejo objetivo: compró el diario El Atlántico. O lo que quede del mismo. Hay tufillo a cloaca por la calle Bolívar al 3000. Cursiadera de los que ya se ven echados y sin trabajo a la hora de la vida en que arrancar de nuevo es sólo para titanes del espíritu.
Y hablando de cloacas, es una vergüenza sanitaria que la bomba cloacal de la Casa del Deportista, ubicada frente a los balnearios de Punta Mogotes, no funcione, y los detritus terminen en la calle, con el consabido riesgo y ni qué decir de la incomodidad olfativa. Alejandra Urdampilleta, que muy poco sabe y menos hace, ni toma cartas en el asunto ni una pala ni un desodorante, y la cacona fluye libremente por la vía pública y desagua en los balnearios. ¡Ah!, esos vivificantes aromas naturales, tan ajenos a los primeros mundos de los cruceros y la hospitalidad de 24 meses…!
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