La jaula de las locas I. Fue una semana tremenda de dimes y diretes en los que el chisme le ganó a la inteligencia. La semana en que Gustavo Blanco elevó la apuesta desafiante al intendente Arroyo y a todo el gabinete en la postura de fantasía de primero reducir el salario de los funcionarios y luego de eliminarlo lisa y llanamente. En esta peregrina idea mucho tiene que ver su novel coequiper Agustín Cinto, quien ya concurre escasamente al palacio municipal (trabaja online) en su preferenci de disfrutar de las comodidades del departamento en el que reside, propiedad de Alejandro Rossi. Desde el edificio Dumbledor, Cinto se desangra siguiendo cuentas de Twitter que abundan en chismeríos falaces, al tiempo que ofrece exhibir el contrato de alquiler del departamento en el que habita. Demasiada energía puesta en la nada que, obvio es, resta energía a la diaria labor que debe realizarse para aquello que paga la comunidad: trabajar para gestionar la cosa pública, que en Mar del Plata, tanto como en otras ciudades que atraviesan numerosas dificultades, es menuda tarea.
La jaula de las locas II. Increíble pero cierto. Luego de su súper performance en el diario La Capital en la que afirmó tener inversores para el rescate del sanatorio EMHSA, Blanco no concurrió a la reunión de gabinete, donde debía enfrentar el cuestionamiento de sus pares por sus poco leales dichos. Uno de ellos, un secretario que está resolviendo y trayendo soluciones a la ciudad, señalaba: “estoy de acuerdo con recortar un veinte por ciento los salarios de los funcionarios de más alto nivel. Si lo proponía en el gabinete, yo lo apoyaba”. Sin embargo, fue un poco más allá: “así, arriándonos indignamente, no. De ninguna manera”. En esa reunión a la que Blanco no asistió, el que no lo pasó nada bien, sin embargo, fue Agustín Cinto .El intendente le quitó el lugar simbólico en la mesa de las decisiones, manifestándole frente a todos los presentes que no lo quería sentado a su derecha. Glup.
La jaula de las locas III. Corridas para la foto, codazos por todos lados fue lo que se vio al arribo del ministro de Trabajo de la Nación, Jorge Triaca (h), a Mar del Plata. Un escenario penoso, casi pueblerino, la noción infantil de que la política son las fotos y el posicionamiento de citas en los medios. Una de las que se quejó por todo lo alto fue Mónica Felices, por no estar en el centro de la escena. Hay que avisarle que el cargo de jefa de la Oficina de Empleo no tiene rango ministerial, es un trabajo, simplemente. Su capricho para ingresar a la reunión pedida por el ministro Triaca con el intendente y dos funcionarios más jamás la consideró. Baño de realidad.
Cultura y política. Hace unos días tuvo lugar la inauguración de dos nuevas muestras en el Museo Mar. Allí, a resguardo de la mirada de los curiosos, Alejandro “el Conejo” Gómez compartió una larga tendida con el intendente Carlos Fernando Arroyo. Hablaron de política y de proyectos para Mar del Plata en el área de cultura, un escenario por cierto auspicioso para una cartera que viene muy castigada desde hace años. En el encuentro, que recibió muy buena atención gastronómica, hubo muchos cruces políticos, en los cuales, a la par del intendente, era motivo de permanente consulta el diputado Maxi Abad, que acaparaba más atención que las obras mismas.
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