Al margen de la expectativa sobre si dirá algo sobre su propio rol electoral, el discurso de la vice de este jueves en La Plata incorpora un interrogante: qué señal dejará sobre Sergio Massa, en medio de la tensión económica, la negociación con el FMI y la hipótesis de un acuerdo sobre las candidaturas. Duhalde, El Padrino y el candidato posible.
Pablo Ibáñez
No figura como la incertidumbre mayor pero cuando el jueves Cristina Kirchner regrese a escena, en la que parece la peor hora de la economía criolla desde 2019, estará en el dilema de ratificar o rectificar el apoyo tácito a Sergio Massa, gesto que alguna vez rubricó con una foto pero que, en esencia, se expresó en la ausencia de objeciones.
La amabilidad de llamarlo “Sergio” y consideraciones sobre sus esfuerzos en Economía se validan como respaldos pero, hasta acá, el más relevante ha sido la ausencia de críticas al desempeño del tigrense, aunque los resultados de su gestión hayan sido sinuosos y los instrumentos que aplicó, como el dólar soja, sean urticantes para el ADN K.
Sobre la intriga mayor hay dos bibliotecas: el entorno de la vice insiste con el planteo de que Cristina mantendrá su palabra, aquel de no ser “candidata a nada”. Lo sostienen, hace tiempo, sus colaboradores más cercanos y, en alguna reunión, como la de la mesa del FdT, Máximo Kirchner ha expresado su incredulidad de que un operativo clamor pueda hacer cambiar de opinión a su madre.
Al margen de esa biblioteca formal, hay otra -si se quiere más intuitiva y silvestre- que indica que la dimensión de la crisis y la falta de brújula del FdT enfrentan a Cristina con el dilema de tener que, aunque no quiera, tener un protagonismo electoral. Lo vocean dirigentes de organizaciones y gremios cercanos a la vice, dirigentes que -aclaran- expresan sus deseos o hacen interpretaciones de lo que dice, o deja de decir, Cristina.
Esa duda puede, así y todo, no despejarse este jueves. En definitiva, el calendario electoral es laxo y la expresidenta puede administrar su movimiento hasta el último segundo. Lo que parece más difícil, en un contexto de crisis espiralada, con un dólar blue que aumentó un 25% en siete días hábiles, que Cristina no dé alguna señal pública sobre el nivel de apoyo que ofrece al ministro de Economía.
El karma para la vice -a quien siempre se interpreta y sobreinterpreta-, es que si no dice nada que se pueda entender como un guiño a favor de Massa, el silencio se traducirá como una falta de apoyo. La encrucijada más compleja es, además, porque la deserción de Alberto Fernández de una reelección improbable, centraliza en el dueto Cristina-Massa la dinámica de la expectativa política.
El jueves, Massa estará en Montevideo: tiene agenda en Uruguay, un anuncio sobre PyMES y una reunión donde se confirmarán fondos de la CAF. Pero le indicó a dos de sus referentes, Cecilia Moreau y Rubén Estlaiman, para que tengan presencia “fuerte” en el encuentro de La Plata que tiene como ancla histórica ser el aniversario de la elección del 2003 en la que Néstor Kirchner logró desplazar a Ricardo López Muprhy y salir segundo detrás de Carlos Menem, antesala de su entronización como presidente luego de que el riojano desertara del balotaje.
Analogías
En 2003, cuando Kirchner se convirtió en el candidato de Eduardo Duhalde -que había intentado antes, sin éxito, con José Manuel De la Sota-, Cristina se oponía a un acuerdo con el bonaerense. El patagónico, según reconstruyen los contemporáneos, tuvo que convencerla de que era lo mejor. Algo similar tuvo que hacer Duhalde, cuya principal urgencia era conseguir un candidato para plantar enfrente de Menem. Hay algunas analogías. Duhalde, por entonces presidente, decidió no buscar su reelección, aunque podía hacerlo. Y, a su vez, bendijo a Kirchner como su candidato casi como último recurso y, de hecho, tenían matices intensos.
Kirchner era el candidato que Duhalde tenía a mano, no el que quería. Dos años después, en el mismo teatro donde hablará este jueves, Cristina se lanzó como candidata a senadora y dinamitó los puentes con Duhalde a quien comparó con El Padrino. La frase textual fue: “Cuando (al gobierno) se le interponen escollos institucionales para que no gestione, eso no es libreto peronista, es guión y dirección de Francis Ford Coppola y el resultado no es manual de conducción política, es la película El Padrino”.
En aquella disputa, que Carlos Kunkel llamó “la madre de todas las batallas” porque resolvía la jefatura del peronismo, Sergio Massa tuvo un rol: fue cuarto candidato a diputado en la boleta que, como senadora, encabezó Cristina.
Una variable que aparece en el menú del FdT indica que Massa podría ser el candidato de Cristina. Esa tesis la contó, el domingo, Gabriel Sued en elDiarioAr y enfrentó en estos días un fuego intenso, no solo por la corrida del dólar -el blue y los financieros- que pone al acecho una devaluación y el consecuente impacto sobre la inflación, sino una cuestión estructural de fondo: Cristina maldice al FMI, organismo sobre el que enfocará parte de su clase magistral, mientras Massa recurre al FMI como último salvador, en busca de un anticipo de desembolsos para tener un colchón de dólares para resistir la corrida.
Alineados
La trepada del dólar blue entre lunes y martes derivó en que Alberto Fernández, ya fuera de carrera, abrace el argumento de Massa de que se trata de una corrida agitada desde usinas “de derecha”. El lunes, Fernández estuvo reunido dos horas con Miguel Pesce, el titular del Banco Central. Es el único resorte que al Presidente le queda en la administración de la economía. Todo lo demás reporta a Massa. El ministro tiene el control de la botonera, salvo en el BCRA, donde tiene al número dos que, además, empezó a introducirse en asuntos operativos para “intervenir” contra la suba del dólar.
En el BCRA había, según un funcionario, un clima de “desolación” y “resignación”. En Economía, uno de los colaboradores de Massa, apuntaba que esta vez no parecía haber una crítica directa del ministro al titular del BCRA. La versión de que el presidente le reprochó a Pesce alguna falta de compromiso, fue desmentida en Casa Rosada y en el Central.
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