Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Qué bueno que apareció esta nueva crisis cambiaria, porque lo de los cuadernos ya estaba empezando a cansarme.
La cosa fue excitante con los primeros 6 o 7 arrepentidos, que contaban cómo habían contribuido con sus coimas a la sustentabilidad del modelo de saqueo nacional y popular. Pero ahora ya hay más arrepentidos que bolsos. Por suerte, en unos poquitos días la agenda se modificó radicalmente: pasamos de los dólares fáciles de los Kirchner al dólar imposible de Macri.
No ignoro, claro, que se viven horas terribles, que el Gobierno no sabe muy bien qué hacer, que estamos en las tapas de todos los diarios del mundo, y no precisamente por el retiro de Manu Ginóbili. El panorama es complicado, sobre todo si haciendo zapping caés en C5N: para ellos, el dólar ya llegó a 80 pesos, la inflación de agosto será de 23% y Macri no está pensando en sacarlos a Dujovne y a Toto Caputo, sino en ejecutarlos en la Plaza de Mayo.
Algunos amigos que tengo en la Casa Rosada me llamaron de apuro para que les diera una mano. "El miércoles habló Macri temprano, con la idea de llevar tranquilidad, y resulta que el dólar estalló. Tenemos un problema de comunicación", me dijeron, la voz quebrada, el ánimo por el piso. No estoy seguro de que sea un diagnóstico acertado. Cuando el billete pasa de 30 a 40 pesos en unas horas, el problema no es dialéctico, de discurso. Si estás en el horno, estás en el horno, y no lo arreglás con una buena comunicación, diciendo que te sentís a gusto en un ambiente cálido.
De todos modos, también es cierto que mientras juntan fuerzas para hacer cambios profundos, en serio, y no para la tribuna (tipo reducir la flota de autos oficiales), tenés que sacar de la galera un relato que te permita ganar tiempo. Acepté, pues, poner mi galera y mis dotes de embaucador profesional, aprendidas en la década de los bolsos ganados.
Presenté un plan de 10 puntos. 1) Es clave preservar la credibilidad de la palabra presidencial: hay que salir a decir que si habla Macri y el dólar sube, si se quedase callado subiría mucho más. 2) No estamos ante un problema argentino, sino del capitalismo: los mercados no le creen al Fondo Monetario Internacional; de hecho, la Lagarde se reunió con la CGT, le pidió colaboración, le respondieron "oui, madame" y llamaron a un paro general (contra el ajuste, no por lo de los cuadernos, aclaro); "#MeToo", tuiteó Christine, ofendidísima. 3) En la misma línea, profundicen la línea argumental expuesta por Alfredo Casero: digan que los mercados, insaciables, angurrientos, están pidiendo flan, y cuando les das flan reclaman que le pongas crema, se la ponés y te exigen dulce de leche. 4) Para reducir el déficit fiscal, Horacio Rodríguez Larreta debería hacer un sensible aporte con reducción de obras públicas en la ciudad: bajar de 150 por mes a solo 50; porque yo lo quiero mucho a Horacito, pero le mete al pico y a la pala como si estuviésemos creciendo a tasas chinas. 5) Cuiden a los ministros cuando hablan. Nico Dujovne dijo: "Hay un proceso de desconfianza en la economía argentina, que en nuestra opinión tiene fundamentos sólidos"; eso puede leerse como que lo que tiene fundamentos sólidos es el proceso de desconfianza. 6) Cuiden también las declaraciones de Lilita. Fíjense lo que dijo: "Los ladrones están jugando sus dólares, pero no podrán con nosotros" (no sé si podrán con nosotros, pero al peso lo están matando), "no va a haber helicóptero" (¿qué va a haber, aviones, drones tripulados?) y "van a especular hasta el final" (¡no hay ni que mencionar la palabra "final"!). 7) No hace falta cuidarlo a Marcos Peña; él es superprudente cada vez que abre la boca, al punto de que tira tanta onda positiva que te queda la impresión de que por fin, gracias a Dios, el dólar está por las nubes. 8) Denles aire a las buenas noticias: por caso, desde hoy funcionan los ómnibus low cost, con reducciones de hasta 75% en el precio, que se suman a los vuelos low cost; ahora, para viajar solo falta que haya hoteles low cost, restaurantes low cost, taxis low cost...; de las propinas low cost se encarga Lilita. 9) Lejos de negar las versiones de cambios en el gabinete, confírmenlas; porque es horrible que en plena lluvia ácida digan, muy orgullosos, que no piensan ni usar impermeable ni abrir el paraguas. 10) Lo que está faltando es un golpe de efecto, tomar la iniciativa, sorprender: Macri tiene que anunciar que es el nuevo arrepentido; que se arrepiente de insistir con el gradualismo, de no haber hecho los ajustes que la hora demandaba, de negarse a una reducción del mayor número de ministerios que hayamos tenido nunca.
Presenté mi plan, lo hicieron circular y recibí algunas respuestas. Quintana y Lopetegui se oponen a la reducción del gabinete, y no es difícil imaginarse las razones. Larreta está dispuesto a aflojar con los canteros de flores. Marcos Peña promete evitar desbordes emocionales y declaraciones altisonantes. María Eugenia, que acaba de marcar distancia con la línea oficial, me hizo saber que si hace falta tomar más distancia todavía, que cuente con ella. Dujovne viaja a Washington para reunirse con Lagarde y decidir los próximos pasos: es decir, si vuelve o se queda a vivir allá.
En cuanto a Macri, está feliz porque ayer bajó el dólar. "Justo cuando estaba a punto de arrepentirme", dijo.
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