El expresidente estuvo en diálogo con precandidatos radicales y del PRO para intentar ser una variable de unidad. El caso Córdoba y su bronca en Tucumán, donde JxC va camino al quiebre. Los indicios sobre cuál será su palabra final sobre la competencia interna presidencial del frente opositor y qué les viene repitiendo a Larreta y Bullrich. El ofrecimiento para que se sume a una lista del club xeneize a fin de año para fortalecer a su candidato, Andrés Ibarra.
Por: Ezequiel Spillman.
Asu regreso de Italia, Mauricio Macri ya les adelantó a sus confidentes que tiene resuelto comunicar su decisión sobre si, finalmente, será candidato a presidente o no. Las señales que viene dando van en dirección de ser un gran mentor de Juntos por el Cambio e intentar ser un motor de unidad para que el frente electoral logre despojar del poder al kirchnerismo, pero la última palabra la dará él a fines de marzo.
En este marco, desde Europa –primero estuvo en París y luego partió a Italia– se mantuvo muy activo en los cierres provinciales de JxC. En particular en Córdoba, viene pidiendo que haya acuerdo interno para gobernador y, aunque su preferido es el diputado Rodrigo de Loredo sobre el senador Luis Juez –con quien mantiene una distancia desde el año pasado–, festejó que ambos hayan decidido ir juntos y que el orden sea determinado por una encuesta para ver quién encabeza.
Pero la provincia que más tiempo le llevó fue Tucumán, donde compiten el intendente de la capital, Germán Alfaro, un peronista aliado a JxC, contra el radical Roberto Sánchez. El expresidente recibió una llamada de José Cano, el radical que estuvo a cargo del Plan Belgrano cuando estaba en Casa Rosada, quien le reveló que no lograban ponerse de acuerdo. Originalmente, Alfaro y Sánchez quedaron en encargar un sondeo de opinión pública a Gustavo Córdoba, que dio a favor del intendente por cuatro puntos. Por su lado, el radical había encargado una encuesta a Federico Aurelio de apenas 600 casos que lo daba arriba. Ante eso, Macri le expresó a Cano que, para que haya acuerdo tucumano, él era la garantía para que contrataran una tercera encuesta que definiera las candidaturas. Alfaro aceptó pero Sánchez no. En ese marco, el expresidente lo llamó enfurecido para reclamarle por la falta de consenso. La charla no terminó bien.
Según cuentan a PERFIL cerca de Macri, la obsesión que tiene es que JxC no se siga rompiendo en las provincias, como ocurrió en Neuquén o en Río Negro. Piensa que será clave para el próximo presidente no solo tener un Congreso más afín que el que tuvo él (con un tercio de diputados y un quinto de senadores) sino gobernadores e intendentes de peso territorial.
En este marco, también pasó estos meses pidiendo encuestas de todo tipo y color, de prácticamente todas las provincias. Habla con todos: desde Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, pasando por chats de WhatsApp con Cristian Ritondo (jefe del bloque del PRO y precandidato a gobernador), hasta intendentes como Néstor Grindetti (de Lanús y precandidato a gobernador) o Manuel Passaglia, de San Nicolás, a quien felicitó públicamente por haberles sacado la obligatoriedad de usar IOMA (la obra social bonaerense) a los empleados del municipio.
Con todo, sigue con su teoría de que el gradualismo lo perjudicó y que ahora tendrá que haber un “shock” en el próximo gobierno para no fracasar. Eso les transmite a Larreta y a Bullrich cada vez que los ve.
Paralelamente, su gran pasión, Boca Juniors, vuelve a ser un tema en su agenda. Es que uno de sus colaboradores más cercanos de los últimos 25 años, el exvicejefe de Gabinete Andrés Ibarra, es uno de los candidatos más competitivos que buscará sacar a Juan Román Riquelme de la conducción del club.
En ese marco, comenzó a circular la idea de que, para darle mayor fuerza a la lista que viene confeccionando Ibarra, el expresidente sea candidato a primer vocal del club. El tema no está definido aún pero está dentro del menú de opciones que baraja Macri para su futuro, de no ser candidato presidencial, claro está.
De ese armado, la agrupación ya decidió que no irá a un acuerdo con el precandidato Jorge Reale, quien venía amarrando lazos para terminar allí, pero sin eco.
A su regreso de Europa, a Macri lo esperan sus nuevas oficinas, más grandes que las que supo tener en Avenida del Libertador. Tuvo que desalojar esas oficinas casi de forma intempestiva cuando se enteró de que los empresarios que se las habían cedido gentilmente habían tenido problemas legales en Santiago del Estero, de donde son oriundos.
Comentá la nota