Con fuentes cercanas al ex presidente reconstruimos su intimidad y su actividad politica en su momento de mayor distancia con los medios. Si bien se le escucha repetir que pensar en la elección de medio término es como planificar un viaje a la luna, con los suyos habla sobre Vicentin, Rodríguez Larreta, Cristina, la causa de espionaje y el futuro de Cambiemos. Imperdible
La crisis económica de la Argentina, agravada por la variedad de medidas controversiales tomadas por el gobierno de Alberto Fernández durante la ochentena, hicieron sonar más fuerte el silencio que se autoimpuso Mauricio Macri desde que dejó el poder el 10 de diciembre.
Si bien Cristina Kirchner también había mantenido silencio durante los primeros seis meses de gobierno de Cambiemos, el de Macri generó incertidumbre sobre su futuro político.
Según pudo reconstruir Border con fuentes de su entorno más Íntimo, el ex presidente está enojado con la estatización de Vicentin, cree que el país se está convirtiendo en Venezuela; considera que la causa AFI está “armada”; está convencido de que éste es el gobierno de Cristina y no de Alberto y le molesta que el Gobierno mienta sobre la obra pública concluida en su gobierno, mucho más que lo que pueda decir Santiago Cafiero.
Justifica el acercamiento de Horacio Rodríguez Larreta al gobierno nacional y provincial con este razonamiento que suele repetir entre sus colaboradores: “¿Qué querés que haga pobre Horacio? Lo amenazan con los fondos y con limitar la entrega de respiradores a la Ciudad. Es muy difícil esa convivencia".
Ensaya pocas autocríticas, está activo políticamente por Zoom y se distrae con Netflix y Prime Video.
Macri pasa la cuarentena en la quinta “Los Abrojos” de Malvinas Argentinas junto a su mujer Juliana Awada, la hija de ambos Antonia (8) y la mayor de su mujer, Valentina(17), aunque tiene lista para mudarse la casona de las barrancas de Acasusso con vista al río que habría alquilado por dos años. Llegó a instalase allí -sólo un par de semanas antes del aislamiento- sin conocerla: la buscó, la alquiló y la decoró Juliana Awada, que ya había estado al frente de las reformas en la Quinta de Olivos.
Los que la visitaron cuentan que es una elegante casona de estilo francés que no llama la atención en la cuadra ni es la más fastuosa del barrio en el que también vive el intendente de San Isidro, Gustavo Posse.
Macri resiste la embestida del Gobierno y asegura entre sus íntimos: “Al final, Lilita (Carrió) tenía razón: el objetivo de Cristina es llevar al país a ser como Venezuela”. Esa idea, que vertebró gran parte de la última campaña, está presente más que nunca en la cabeza de Macri.
Frente al intento de intervención y estatización de Vicentin, la empresa cerealera, el ex presidente se enojó (N de la R: esta nota se hizo antes de conocerse la presentación de la UIF), cuentan en su entorno, con el que llama “picotudo” de Funes de Rioja (de la conducción de la Unión Industrial Argentina UIA); con el presidente de Aluar, Javier Madanes Quintanilla y con el director de Celulosa, José Urtubey, que relativizaron la gravedad del anuncio (ahora fallido?) de Alberto Fernández. Urtubey dijo expresamente: “Esto no es una venezualización”. Todo lo contrario de lo que piensa Macri.
Habló con otros empresarios y apoyó los comunicados que después salieron de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), en los que se rechaza enfáticamente la intervención.
Está activo, chatea y habla vía zoom con diputados y senadores del espacio y sobre todo con Miguel Ángel Pichetto y con Patricia Bullrich.
Esta semana, salió fortalecido en la interna de la coalición ya que, finalmente, Pichetto fue propuesto para conducir por parte de la oposición la Auditoría General de la Nación (AGN), imponiéndose sobre el radicalismo que pedía para sí ese espacio.
"¿Qué querés que haga pobre Horacio? Lo amenazan con los fondos y con limitar la entrega de respiradores a la Ciudad", suele decir Mauricio Macri a sus colaboradores sobre el buen vínculo que mantiene Rodríguez Larreta con Alberto Fernández.
La otra convicción de campaña que repite enojado, junto “al final tenía razón”, es la idea de que el gobierno de Alberto es, en realidad, el gobierno de Cristina Fernández.
“Ella es la que dice qué se hace y que no. Es obvio ya, a esta altura, que Alberto no es el que gobierna. El ejecuta las órdenes de Cristina”, le dijo a un colaborador suyo después de la reunión de dos horas que mantuvieron la vicepresidenta y el presidente en la Quinta de Olivos y que coincidió con la activación de las causas de espionaje contra Arribas y Macri.
Y sobre esa causa dice que “está toda armada” y que "es absurdo que crean que tener una ficha de los periodistas que cubrieron el G20 sea espionaje ilegal”.
A un diputado con el que se whatsappea habitualmente le confió que es más el enojo que le provoca que “una y otra vez mientan” en relación a la falta de finalización de las obras durante su gestión, que la chicana que le dedicó el propio Cafiero. “Los dichos de Cafiero le dieron lástima (aunque activó la respuesta de 9 puntos que firmaron las autoridades del PRO) pero sí se calienta y putea cuando ve una supuesta inauguración de una obra que se hizo en su gestión”, consignó una fuente que tenía acceso diario a su despacho.
“Por ejemplo, el acueducto que inauguraron en Tucumán estaba listo para inaugurar tres meses antes de terminar el mandato pero Manzur no quiso hacerlo por la campaña”, agregó.
El ex presidente está enojado con la estatización de Vicentin. En la foto, Mauricio Macri con el CEO de la cerealera, Sergio Nardeli.
También “se calentó” -según la misma fuente- cuando se conoció que una populosa comitiva acompañó al presidente Fernández a Villa La Angostura. “Fernández fue a mi lugar en el mundo con una banda de gente rompiendo cualquier norma de seguridad encima a inaugurar una obra que nosotros ya habíamos inaugurado", se enojó.
En tiempos de pandemia, Macri no es fanático del alcohol en gel, ni saluda con los codos. Barbijo, sólo cuando sale. La ochentena le parece una “pantalla” que utiliza el poder político para que la vicepresidenta pueda realizar lo que él considera “los 4 grandes cambios con los que planea radicalizar el gobierno”. Las fuentes consultadas cuentan que no fueron pocas las veces que enumeró esos motivos en conversaciones con su ahora amigo Miguel Ángel Pichetto.
En ese plan, siempre según Macri, están la reforma judicial, el nombramiento del nuevo procurador general, la intervención de Vicentin como un caso testigo aleccionador para el resto del empresariado endeudado con el erario público y la intervención de la Justicia de Jujuy, como primer paso para convertir el caso Milagro Sala en el Lawfare testigo con el que podrían cerrarse muchas de las causas por corrupción.
“No puede hacer un caso testigo con Boudou o con De Vido, pero sí con Sala que para los organismos internacionales de derechos Humanos es solo una dirigente social que no cometió delitos”, parafrasean quienes lo escucharon.
La ochentena es, para Macri, una "exageración que viola las libertades individuales” y asegura que si él estuviese a cargo del gobierno “hubiese confiado en la responsabilidad de los argentinos y respetado sus libertades”.
Hace pocos días circuló una foto de Macri con barba y algunos kilos de más, pero aseguran en su entorno que no es actual, ya que está en la misma forma que cuando dejó el gobierno sólo que no transmite electricidad con la mirada, obvio.
Tal como consignó el periodista Fernando González en el diario Clarín, el ex presidente está inscripto en un torneo sudamericano de bridge que se juega en equipo. Figura con su nombre y apellido real en la red social que utiliza para jugar.
También resultó muy divertida con la serie de Netflix “El presidente” -que cuenta la historia no oficial de Julio Grondona- y con el documental histórico “La guerra de Vietnam”.
-¿Y qué autocrítica hizo sobre la derrota?, le pregunté a la misma fuente.
-Que la campaña del 2015 se hizo subestimando problemas y la del 2019 sin interpretar lo que pasaba en la calle.
-¿Y sobre la gestión?
-Macri cree que, de un lado, tenía una oposición que obturaba cualquier avance y del otro, todos en contra pidiéndole que baje el gasto público en el primer año de gestión aún teniendo minoría en ambas cámaras.
-Pero, ¿quiénes serían los del otro lado?
Una de últimas actividades en las que apareció Mauricio Macri, a comienzos de año, en Villa La Angostura junto a militantes de PRO. Tiene pocas autocríticas sobre su gestión.
La fuente consignó que Macri los llama “la derecha”. O sea la base electoral que justamente lo votó en 2015.
Sobre el tema también lo escuchó decir: “Al final me cargan a mí por eso de que armé el mejor equipo de los últimos 50 años y ahora decime uno de los ministros actuales que se compare con los que yo tuve”.
O sea que la autocrítica es sólo sobre las estrategias de campaña pero sobre el gobierno en sí mismo, nada.
Entre sus pasatiempos, como todos, mira Netflix. Pero no sólo las bélicas o la serie El presidente. Cuentan que le gustó El Castillo de Cristal, basada en una historia real.
Siempre según las fuentes de su entorno consultadas la incertidumbre sobre el futuro de Macri no existe. El está activo y esperando el momento de salir al ruedo. Su zanahoria es “mantener unida la coalición” que lo llevó al poder y “fortalecer los liderazgos” que existen y los que surjan. Sabe que el Gobierno lo quiere de enemigo.
Y no va a exponerse en la mira de ese gatillo en los próximos días, pero muy probablemente lo haga en pocas semanas.
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