Por Eduardo van der Kooy
No intervenga la AFA porque la FIFA no lo puede permitir”. La advertencia se la formuló Gianni Infantino, el titular del fútbol del mundo, a Mauricio Macri, la última semana de mayo, durante una teleconferencia.
Esa tensa pulseada entre el Presidente y el dirigente italo-suizo que reemplazó a Joseph Blatter, cercado por escándalos de corrupción, concluyó en las últimas horas con la integración de una Comisión Normalizadora de la Asociación del Fútbol Argentino. Aquellos dos hombres parecen haber sellado la paz.
No sería ése, sin embargo, el dato de mayor relevancia. Quizás Infantino se haya sacado una mochila de encima. Posee otras de mayor volumen. Pero para Macri, aunque parezca exagerado, podría tratarse de un triunfo político como no lo tuvo durante estos siete meses en aquel terreno específico. El Presidente recibió infinidad de herencias explosivas y casi todas todavía –salvo la salida del cepo y el acuerdo con los fondos buitre– no logró encauzarlas con solvencia. Los aumentos en las tarifas del gas lo metieron en un laberinto. Las expectativas del segundo semestre siguen siendo sólo eso.
El Fútbol para Todos, la herramienta política más potente del ciclo cristinista, fue otro de los desquicios que quedó en las manos macristas. Con un despilfarro de dinero (más de $ 8 mil millones desde el 2009) que el Estado ya no puede afrontar. Que derivó, además, en el procesamiento de tres ex jefes de Gabinete: Juan Manuel Abal Medina, Jorge Capitanich y Aníbal Fernández. Macri pretendía garantías políticas en la AFA para enfrentar el ordenamiento de ese deporte y de los clubes quebrados.
Interpretando la integración de la Comisión puede concluirse que el Presidente, en ese aspecto, salió hecho. Armando Pérez, el titular de Belgrano de Córdoba, fue siempre su candidato cuando la AFA navegó las elecciones que fue incapaz de realizar. Después del empate 38-38, sobre 75 sufragios, esa posibilidad se derrumbó. Javier Medín es ahora otro de los miembros. Se trata de un abogado, asesor letrado de Boca durante el mandato de Macri y un tiempo de Daniel Angelici. El tercer comisionista es Pablo Toviggino, del Consejo Federal. Representa a la Liga de Santiago del Estero. También tuvo el guiño presidencial a través del secretario General, Fernando de Andreis. Sería un aval para el fútbol del interior más humilde. Tal vez, la única indigestión tolerada por Macri fue la designación de Carolina Cristinziano. Abogada ligada a Rosario Central y ex representante de futbolistas. Pero vinculada además a la Conmebol. Allí radica la razón de su presencia. La selección fue tan difícil para contentar a todos –en especial a Macri– que aquella Comisión quedó incompleta. Debían ser cinco miembros. Se detuvo en cuatro.
El Presidente logró sortear, de esa manera, tres escollos muy complicados en su afán por encarrilar la AFA. Aún antes de su procesamiento, Luis Segura, el ex vice de Julio Grondona y tras su fallecimiento titular de la entidad, había resignado cualquier ambición. Pero Marcelo Tinelli y Hugo Moyano siguieron en carrera. Ahora deberán esperar hasta fin de año para dejar hacer a la Comisión Normalizadora. El conductor de TV ya sufrió el desgaste de aquel comicio irregular en el cual no pudo doblegar a Segura. El líder de la CGT sigue teniendo como impedimento la negativa de sus pares de River, Boca, Racing y San Lorenzo. No sería poca cosa.
La victoria podría encerrar costos potenciales para el Presidente. Tinelli tiene en la imitación de Macri a uno de sus puntos fuertes en el ciclo de ShowMatch. Favores, hasta ahora, no le hizo. No tendría por qué hacérselos al tratarse, al fin, de un espacio de humor. Pero al conductor de TV nunca le agradó, aunque no lo diga, que Macri lo haya relegado en la puja por la AFA. El Presidente se comporta de manera opuesta a Tinelli. Sostiene que se ríe con su imitación. Es una verdad bien relativa.
Con Moyano la pelea podría adquirir otra escala. Al titular de Independiente, salvo la presencia de Pérez, no le agradó demasiado la integración de la Comisión Normalizadora: “¿Esos perejiles quiénes son”?, le comentó a su yerno, Claudio “Chiqui” Tapia, mandamás de Barracas Central y hombre que suele aglutinar las voluntades de los clubes del Ascenso. El problema con Moyano no estaría estrictamente en el fútbol. Más bien fuera de él. Macri y el dirigente cegetista poseen una alianza implícita en estos meses del duro ajuste económico. Pero el gremialista advirtió que si la situación social no mejora en la segunda mitad del año se verá forzado a volver a protestar en la calle.
El interés por normalizar la AFA prescindiendo de los dirigentes más mentados produjo un cortocircuito impensado. El de Macri con Angelici, su amigo. Ese desacople venía de arrastre. El titular de Boca mantiene una relación encrespada con Elisa Carrió. La diputada lo acusó de interferir en la Justicia. Entre varias cosas, ser el promotor de la renuncia negociada del juez Norberto Oyarbide. Esa cuestión conmovió el interior de Cambiemos, la coalición oficial. Angelici empezó debatiendo en público con Carrió. Hasta que el Presidente intervino para que se llame a silencio. Obedeció.
Pocos días antes de la oficialización de la Comisión Normalizadora Angelici había juntado las cabezas de los clubes –con excepción de la Liga Rosarina– para la formación de la Superliga. Esa salida no implicaba una solución para el estatus de la AFA. Pero el titular de Boca se la ofreció como una ofrenda a Macri. El Presidente la dejó de lado y dio prioridad a la designación del cuarteto normalizador. Nadie conoce los motivos verdaderos del incordio entre los amigos, aunque pudo haber incidido algún estallido emocional. Aseguran que Macri quedó enardecido con la eliminación de Boca de la Copa Libertadores por obra de Independiente del Valle de Ecuador. Tanto habría sido su enojo que Angelici, advertido del rumbo que podía tomar la situación, lo llamó por teléfono tres veces el viernes pasado. En ninguna de esas oportunidades el Presidente lo atendió. Aquella derrota impactó tan hondo que Angelici resolvió zamarrear los alfombrados en su club. Quizás tratando de enmendar errores que, en ese campo, le venía marcando el propio Macri. Pudo haber incidido, en menor medida, otra cosa: el Presidente jugó a la continuidad de Gerardo Martino al frente de la Selección nacional después de la derrota en la final ante Chile, por la Copa América Centenario. Incluso le pidió un favor a Angelici, de cara a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, que su amigo no cumplió.
Nadie podría suponer que ese vínculo se haya roto. Está a la vista: Angelici recaló ayer en la Liga Sudamericana con los votos de 31 de los 33 delegados participantes. Solo se ausentaron los de San Lorenzo e Independiente. En suma, Tinelli y Moyano.
Macri ganó su primera batalla –como si se tratara de una tanda de penales– con la nueva Comisión en la AFA, aunque queda pendiente el tema más delicado: la financiación del campeonato. Que debería conservar –según el macrismo– dos principios básicos, no totalmente respetados, del Fútbol para Todos: que los partidos sean televisados, sin excepción, a todo el país; y de forma gratuita. El Presidente estaría dispuesto a hacer un esfuerzo por lo menos hasta fines del 2017, luego que pasen las elecciones legislativas. No posee todavía la receta para cumplir con ese sueño. Esa sería la tanda de penales que se viene.
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