El ex presidente espera poder darle dirigentes con espalda política para hacer frente a la profundización de la crisis. Además, se muestra como líder para encarar el cierre de listas internas del PRO con un posible acercamiento a Bullrich y expulsión de Larreta.
Por CARLA PELLIZA
Para enero, el gobierno nacional le pidió a los gobernadores que financien el subsidio al transporte con sus recursos. Pero les prometió, inmediatamente, que en febrero volverían a ser costeados por la administración federal. A menos de dos meses de iniciado su mandato, Javier Milei volvió a incumplir un pacto político que se suma a la larga lista de acuerdos y desacuerdos en torno a la ley ómnibus.
El impacto de la medida se sentirá en todo el país, principalmente en los municipios. Por eso, varios intendentes salieron a marcar su rechazo a la decisión del gobierno. La avanzada del gobierno en represalia por no haber conseguido aprobar la ley ómnibus, no sólo perjudicará a los habitantes de todas las provincias sino que mantendrá o ampliará la brecha entre áreas. “Bienvenido el orden fiscal, pero debe ser equitativo”, dijo el radical halcón Malbec Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza. No fue el único que se quejó.
Por supuesto, la medida no cayó bien en los gobernadores que en las últimas horas fueron insultados, señalados como traidores, desfinanciados y desoídos en la negociación parlamentaria. Lo que no quiere decir, claro está, que estén cerradas las puertas a un nuevo diálogo con la administración central por tratarse de una relación que no se puede cortar. Sin embargo, se espera que el costo político de las decisiones de Javier Milei recaigan sobre el gobierno nacional. Guerra de relatos.
Con prácticamente todos los sectores molestos o enojados por las distintas medidas gubernamentales, se descuenta que eventualmente se profundizará una crisis que demandará de experiencia y espalda política para poder sentarse con distintos actores. También que esos nombres no los tiene el actual gabinete.
Desde el entorno de Mauricio Macri repiten que no existe tal cosa como el co-gobierno. Pero lo cierto es que no existe en la actualidad, lo que no quita que pueda hacerlo en un futuro. No es un secreto, es un deseo bien conocido. El ex presidente, que no gusta de seguir la rosca minuto a minuto, dejó el país justo en la fecha clave para negociar cargos en el Ejecutivo. La tarea le quedó encomendada a Hernán Lombardi que no recibió el llamado a tiempo por parte de la nueva gestión.
Patricia Bullrich negoció a título personal y en el macrismo esperan el aviso de auxilio para desembarcar en el gabinete. Pero hay obstáculos. Actualmente, se analiza, el gobierno está en manos de cuatro personas: Javier Milei, su hermana y secretaria general de la presidencia, Karina; Nicolás Posse, jefe de gabinete, y el asesor Santiago Caputo.
No hay un interlocutor con el cual conversar o, al menos, con el cual mantener una misma línea argumental. Como con la ley ómnibus, unos dicen una cosa y otros plantean otra, dificultando el avance. En este caso, el desembarco. La relación gubernamental se volvió endogámica, sólo entre los cuatro fantásticos sin apertura a otros horizontes.
Mauricio tiene relación directa con Javier Milei. Conversan seguido, el presidente lo tiene como una fuente de consulta pero no baja ninguna orden para ir en dirección a un co-gobierno o, al menos, empezar a pensar uno. Como las decisiones pasan por las otras figuras, todo queda trabado.
Macri no tiene alta estima por Posse y con Santiago Caputo tiene un problema personal. El asesor es señalado como la persona que quiso borrar al macrismo del mapa mileísta al comienzo de la relación.
“Si no cambian en el gabinete a los dos o tres que le dan manija al presidente, me parece que van a terminar estrellando el auto”, dijo el periodista Eduardo Feinmann refiriéndose a la soberbia de algunos nombres del gobierno. Mencionó a los dos poco queridos por Mauricio.
El ex presidente tiene varios objetivos en mente. Uno, tal vez tan inmediato como la chance de un co-gobierno, es el de la presidencia del PRO. Mauricio no se pronunció sobre este tema pero ya se desplegó un operativo clamor que hace difícil ocultar las pretensiones. De lograr alzarse como candidato de unidad, quedaría proclamado a mediados de marzo como el nuevo jefe del partido. De no hacerlo, la definición se pateará a junio.
Quien asoma en esa pelea es Horacio Rodríguez Larreta, que mantiene su perfil de dirigente dialoguista con vocación por el consenso. El fracaso de la ley ómnibus le permitió volver a militar esa idea y se embarcó en la tarea de tantear el terreno junto a gobernadores, intendentes y empresarios para encontrar un lugar.
Su intención no es la de conducir el espacio amarillo, que él también fundó, sino la de darle ese lugar a las nuevas generaciones, intendentes, gobernadores, dirigentes con ideas frescas para alejar al PRO de la extrema derecha en la que hoy se encuentra. Si esa figura llegara a surgir y, aún más, llegara a ocupar la silla máxima con ideas similares a las que tiene Larreta, seguramente éste se quede dentro del partido. En caso contrario, no se ve comandado por Mauricio. "Se va a ir solito", dijo un bullrichista validando la idea.
El ex jefe de Gobierno porteño analiza que el PRO, en caso de quedar en manos de Macri, quedaría atado a la suerte de Milei y allí encontró una oportunidad. No es el único que lo piensa. De manera informal, varios dirigentes le plantearon una idea similar. Pero la tarea no será sencilla.
Mauricio tiene métodos muy prácticos y eficaces para convencer a otros de hacer lo contrario a lo que supieron manifestar. Larreta, por el contrario, sigue abrazado al discurso de que los votos de la gente no tienen dueño.
Además, hay chances de que Mauricio y Patricia Bullrich puedan intentar un acercamiento para cerrar las puertas a cualquier competencia. Hoy están alejados, pero donde hubo fuego... Probablemente, la novela tenga su capítulo cúlmine a fin de mes, corridos por el calendario de presentación de listas, plazo que finaliza el 19 de marzo.
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