La semana más crítica del Gobierno se coronará con las elecciones del próximo domingo en Santa Fe.
Es la primera elección provincial del año en la que el presidente le pone el cuerpo al candidato de Cambiemos, el radical José Corral, a pesar de los informes de las consultoras que lo ubican tercero detrás del peronismo y del Frente Progresista.
En Santa Fe, el gobierno no cuenta con aliados estratégicos como lo fue Omar Gutiérrez en Neuquén o Lorena Matzen, delfín de Weretilneck, en Río Negro donde pudo amortiguar la mala performance de sus candidatos conformándose con la derrota del kirchnerismo.
Haber dinamitado el vínculo con el socialismo dejó a la Casa Rosada sin placebo y tuvo que apostar a todo o nada a la fórmula Corral – Martínez aunque las encuestas no le sonrían y lo ubiquen tercero en el podio. Se lo recordó Mirtha Legrand al mismo José Corral.
Los esfuerzos por revertir la tendencia incluyeron el desfile de funcionarios nacionales; desde Horacio Rodríguez Larreta, el ministro de Interior Rogelio Frigerio, su par de seguridad Patricia Bullrich y la inefable Elisa Carrió quien disparó contra Bonfatti al relacionarlo con la banda Los Monos.
Lifschitz, quien se puso al hombro la campaña a la gobernación de Bonfatti, salió a criticar la gira de funcionarios y le pidió al presidente “que deje de mandar alcahuetes” porque a Corral “no lo van a levantar ni con todo el gabinete, ni con un guinche”.
Mauricio Macri no acusó recibo del enojo del gobernador y se sumó a darle el apoyo a su candidato el miércoles cuando participaron juntos de una reunión con tamberos en la localidad de Venado Tuerto mientras el mercado empezaba a dar señales de inquietud.
Al otro día, con el dólar amaneciendo al borde de los 47 pesos y el riesgo país atravesando la barrera de los mil puntos, Macri debió suspender una entrevista a una radio rosarina programada para la mañana que terminó concretándose por la tarde. La coyuntura económica dejó poco margen para mensajes de campaña y se limitó a una crítica superflua sobre la inseguridad.
En el PRO extrañan la figura de Miguel del Sel, el Midachi que en el 2013 irrumpió en la arena política y quedó a poco más de dos puntos de la gobernación y cuatro años después repitió la hazaña quedando a solo 1.400 votos.
Por el lado del peronismo, la compulsa entre Omar Perotti y María Eugenia Bielsa promete un final ajustado aunque el senador registra mayor intención de votos en las encuestas. “El voto de María Eugenia es un voto inorgánico, independiente, que difícilmente pueda reflejarse en los sondeos” advierten en su entorno, donde no descartan que pueda haber sorpresas.
Como sea, es la primera vez en doce años que en el PJ se respira optimismo y huele poder. El desafío para Perotti, en caso de ganar las PASO, será fidelizar el voto de Bielsa sabiendo que un porcentaje puede virar hacia el candidato socialista. Igualmente, confían en sumar algún porcentaje del voto útil que en las primarias elige a Corral, refractario a la continuidad del progresismo.
Por su parte, el socialismo lleva como candidato al ejecutivo provincial al ex gobernador Antonio Bonfatti quién no necesita instalar su imagen y concentran esfuerzos en la carrera a la intendencia de Rosario en una interna apasionante.
La candidata del partido de la rosa, Verónica Irizar, deberá superar a Pablo Javkin, un ex radical y presidente de un pequeño partido, para darle continuidad a treinta años de gobierno socialista.
Javkin, a diferencia de su competidora apenas conocida por el electorado, lleva varias campañas al hombro y amenaza la hegemonía socialista prometiendo revitalizar la gestión y al Frente Progresista.
“Es David contra Goliat”, aseveró Javkin aludiendo a la impresionante campaña que desplegó el oficialismo municipal para instalar su candidata pero el resultado es incierto.
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