Conectaron. Mauricio Macri y Jair Bolsonaro descubrieron que tienen muchas cosas en común y que esa unidad de criterio puede abrir un capítulo inédito en las relaciones diplomáticas entre Argentina y Brasil.
Macri inició su primera gira del año con módicas expectativas, asumiendo que Bolsonaro relativizaba la importancia del Mercosur y tenía una estrategia cuasi militarista para resolver la crisis de Venezuela. Bolsonaro, a su turno, consideraba que Macri forzaba su estrategia internacional y perdía tiempo con un gradualismo económico que hackeaba su reelección.
Puesto en movimiento los prejuicios de ambos mandatarios, la Cumbre de Brasilia no tenía otra alternativa que concluir con un comunicado oficial de color gris y escrito en léxico florentino para mantener las apariencias. Pero Macri y Bolsonaro asumieron que tenían códigos similares y en un chasquido de dedos se propusieron unir fuerzas y diseñar una estrategia geopolítica que puede influir en el orden global.
Macri llegó a Brasilia con la táctica de aplicar el método del factor humano que usó Nelson Mandela para gobernar un país racista con mayoría negra. Mandela se apoyó en el rugby y ese deporte de elite hizo el milagro de unir a una nación atravesada por el virus del apartheid. El presidente argentino interpretó a su ícono del siglo XX y planteo su reunión con Bolsonaro en clave amistosa y distendida.
Acertó: su colega brasileño describió a su familia ensamblada y confesó los malos momentos que le hizo pasar Boca Juniors cuando Macri estaba a cargo del equipo más popular de la Argentina. Macri sabe lo que es una familia ensamblada y mucho más de la historia xeneize. Pero las coincidencias no terminaron aquí, al momento de buscar otros puntos de contactos: los dos eran perdedores en sus respectivas campañas electorales, y los dos derrotaron estructuras de poder que aparecían invencibles para el establishment y los medios de comunicación.
Fue en ese momento que Macri y Bolsonaro comprendieron que podían construir una estrategia geopolítica común para Argentina y Brasil. Y ese sentimiento compartido fue respaldado por una secuencia realista en el ejercicio de poder. Todos los ministros y secretarios argentinos que participaron en las seis reuniones oficiales propuestas por Brasil, coincidieron frente a Macri que sus contrapartes locales trasmitían buena fe e intenciones políticas para alcanzar acuerdos estratégicos.
Y esos probables acuerdos, que implican el motor de la relación bilateral, están relacionados a la seguridad de las fronteras, el terrorismo, la colaboración judicial, la lucha contra el narcotráfico y el lavado de activos, la flexibilidad del Mercosur, el intercambio comercial, la cooperación en materia satelital y nuclear y la participación conjunta en misiones de paz ordenadas por Naciones Unidas. "Mejoraran las relaciones históricas entre Argentina y Brasil", sintetizó Macri ante Infobae.
Esta opinión del presidente argentino ya tiene su correlato. Bolsonaro cree que el Mercosur es una construcción ideológica apoyada en una estructura jurídica que atrasa décadas. Macri comparte la posición de Bolsonaro, pero estaba solo en el bloque regional cuando proponía cambios profundos al funcionamiento del Mercosur. Ahora, los dos jefes de Estado con más volumen político en la asociación multilateral, pueden promover una nueva lógica económica y legal del Mercosur que beneficie por igual a sus cuatro socios (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
La predisposición de Bolsonaro respecto al Mercosur no terminó en el capitulo modernización y aggiornamiento. Macri también logró en Brasilia que Bolsonaro avalara la negociación con la Unión Europea, una quimera multilateral que se inició hace ya veinte años. "Queremos cerrar el acuerdo cuanto antes. Porque beneficia al Mercosur y a las economía propias de sus cuatro integrantes", enfatizó el canciller Jorge Faurie en diálogo con Infobae.
(Presidencia)
La unidad de concepto geopolítico que lograron Macri y Bolsonaro en su primera reunión – a ratificar con el correr del tiempo–, incluyó también la situación institucional de Venezuela. Macri encabezó todas las decisiones diplomáticas multilaterales enfocadas a lograr una remoción pacífica de Nicolás Maduro, pese a la constante presión de la Casa Blanca.
A priori, Bolsonaro aparecía alineado con Donald Trump y su conocida tendencia de resolver las diferencias golpeando la mesa. Pero el presidente de Brasil volvió a sorprender a su colega argentino: se mostró proclive a respaldar las decisiones pacíficas que tome la sociedad venezolana para terminar con el régimen populista.
En este contexto, el Planalto va a acompañar a la Casa Rosada en su ofensiva diplomática contra Maduro, a pesar de las coincidencias ideológicas que unen a Bolsonaro con Trump.
Macri y Bolsonaro abrieron un capítulo histórico en las relaciones bilaterales. Ambos presidentes juraron defender el espacio común del Mercosur, profundizar las relaciones bilaterales y actuar en tándem cuando así lo proponga el orden global. Es un desafió gigantesco que debe ser validado en decisiones y acciones conjuntas. No alcanzará con las palabras o los discursos políticos. El orden global cruje y el Mercosur necesita un lugar en el mundo, distinto al que ocupó en las últimas décadas.
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