La Casa Rosada bajó la orden de extender los discursos y denunciar un pacto desestabilizante. El fin de las negociaciones.
“Quisimos negociar y nos corrieron el arco”, protestó Luciano Laspina, diputado del PRO y presidente de la Comisión de Presupuesto, el primero de los discursos oficialistas en el debate de Ganancias, que terminó con un triunfo de la oposición.
Habrá muchos más: tras el acuerdo opositor, los operadores de la Casa Rosada enviaron la orden de estirar el debate con todos los oradores posibles y sumar presencia mediática mañana a primera hora, ya con derrota a cuestas.
El primer plan no funcionó: viejas conocedoras del reglamento, Graciela Camño (Frente Renovador) y Teresa García (Frente para la Victoria), pidieron una moción para acelerar la votación y con toda la oposición de acuerdo adelantaron su triunfo.
Antes había pasado la primera tanda de diputados de Cambiemos despotricando contra la unidad peronista, idea que habría madurado el viernes, durante el retiro espiritual del Gabinete en Chapadmalal.
El día anterior, Sergio Massa y Diego Bossio se habían unido para emitir un dictamen sobre Ganancias, ignorando las concesiones que el oficialismo había hecho el día anterior para buscar su apoyo, como la deducción de alquileres.
Mario Quintana, encargado de seguir estos asuntos, le planteó el escenario a Macri quien prefirió patear el tablero y empezar la campaña electoral, donde siempre se siente cómodo. El rival es el peronismo en su conjunta y su historia desestabilizadora, un fantasma capaz de olvidar las penurias económicas, creen en la Casa Rosada.
Ya lo habría pensado tras el fracaso de la reforma política en el Senado. “Esto me huele a Durán Barba”, bromeaban los diputados de Cambiemos, tras leer el guión oficial y anotarse para hablar. Fue uno de los pocos que pudo hacerlo.
Uno a uno empezó a cumplir. Incluso los aliados: el tucumano Juan Casañas, cercano al titular del Plan Belgrano José Cano, dijo que “Cristina Kirchner está muy contenta” porque había logrado poner “los patitos en fila”.
Emilio Monzó se mostró tranquilo durante todo el día, como si supiera lo que iba a ocurrir. En septiembre, le advirtió a Macri que debía incluir 50 mil millones de pesos en el cálculo de ganancias para 2017 y así evitar un contrataque. El presidente puso la mitad.
Según supo LPO, en su catarsis los diputados querían también hablar de un rebote económico “que todas las facciones peronistas buscan aplacar”. Como con la ley antidespidos, el trabajo era para explicar la derrota. Y hacerla menos dolorosa.
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