A pesar de la recesión y el desplome del consumo, las empresas oligopólicas de la alimentación amasaron fortunas. Sin tope a las remarcaciones salvajes y abriendo el juego a la “timba financiera”, los grandes grupos de la alimentación como Arcor y Molinos, se garantizaron ganancias millonarias a costa del hambre de millones, que golpea con más fuerza a los niños y niñas.