Publicado por editora La Vanguardia, acaba de aparecer “Luces y sombras”, el nuevo libro del tresarroyense Guillermo Torremare, que trata sobre “los partidos políticos argentinos y los derechos humanos”. La obra cuenta con prefacio de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe P.de Bonafini y prólogo del doctor Fabián Salvioli, presidente del Comité de Derechos Humanos de la ONU. Adelanto exclusivo de “El Periodista”
Por Guillermo Torremare (*)
A finales del siglo XIX Friedrich Nietzsche escribió: “La locura en el individuo es algo raro, pero en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, constituye la regla.”
Algo de eso se verifica al analizar la relación entre los partidos políticos argentinos y los derechos humanos. Ocurre que aquellos tienen una extraordinaria capacidad para proponer y desarrollar políticas públicas con contenido de derechos humanos, pero también son diestros en contradecirse, desertar de sus ideas y vulnerar expectativas.
“Luces y sombras” indaga las coherencias y contradicciones que manifiestan los partidos en cuestiones de derechos humanos. Para hacerlo, revisa sus agendas en este tema, analiza las tres iniciativas legislativas con contenido de derechos humanos más importantes de la década kirchnerista, escruta qué posición asumió cada fuerza al darse el tratamiento parlamentario de aquellos proyectos, intenta explicar las razones que motivaron las diferentes conductas partidarias en los debates, y finalmente exhorta fundadamente a todas las tradiciones políticas democráticas y populares a nutrir con perspectiva de derechos humanos sus propuestas y acciones.
Los partidos políticos
La primera parte del libro analiza el aporte a la agenda de derechos humanos, tanto histórica como actual, hecho por cada una de las principales tradiciones políticas argentinas.
Señala que el compromiso de los conservadores fue escasísimo, casi nulo. Entre la sanción de la Ley de Residencia (norma destinada a expulsar extranjeros) en 1902 y las declaraciones de su máxima referencia actual, Mauricio Macri, señalando que debía “terminarse el curro de los derechos humanos”, existe más de un siglo en el cual esta corriente representó intereses para los que los derechos humanos no tuvieron cabida.
Del radicalismo dice que nació y se desarrolló al calor de la lucha por un derecho humano fundamental, el del sufragio universal. Sus principales gobiernos –en especial los de Yrigoyen, Illia y Alfonsín-, desarrollaron políticas públicas con contenidos de derechos humanos, mayormente de naturaleza civil y política, pero no estuvieron exentos de violarlos repetidamente, llegando también a acompañar experiencias dictatoriales y a nutrir con sus representantes elencos de gobiernos de facto.
La tradición socialista aparece como la menos contradictoria por estar sustentada sobre una matriz ideológica para la cual la satisfacción de los derechos humanos ha sido un norte permanente, pero sería ingenuo no pensar que esa aparente coherencia se apoya en la circunstancia de no haber llegado a tener la responsabilidad del gobierno del país, y aún con esa ventaja, tampoco su historia luce inmaculada.
El peronismo es presentado como quien en mayor medida se ha exhibido contradictorio en materia de derechos humanos. Construyó su identidad dando vida real a los derechos sociales al mismo tiempo que retaceó el goce de libertades civiles y políticas a quienes fueran sus adversarios. Durante su segunda época –entre 1973 y principios de 1976-, logró el mejor índice de redistribución del ingreso de la historia y paralelamente dio anuencia a la existencia de la Triple A, la mayor organización parapolicial clandestina que se recuerde. En su tercera etapa –el menemismo-, desarrolló un acabado programa económico neoliberal que dejó altísimos índices de pobreza e indigencia. En la siguiente –el kirchnerismo-, se propuso desandar ese camino mediante una política de inclusión social y reconocimiento de derechos, no exenta de contramarchas.
Tres proyectos con contenido de derechos humanos
La segunda parte analiza las tres iniciativas legislativas con contenido de derechos humanos que demostraron el mayor grado de audacia política del gobierno y que generaron un debate público que por momentos dividió a la sociedad en bandos irreconciliables.
La primera es la de ratificación de la Resolución 125 del 2008, sobre retenciones móviles a las exportaciones agrarias, consistente en gravar las exportaciones con un alto porcentaje, el que iría variando de conformidad al precio del producto exportado. Tuvo el propósito de regular el mercado y evitar los desfasajes generados por los precios internacionales, financiar la estructura del Estado y también recaudar para afrontar –focalizadamente-, algunos derechos económicos, sociales y culturales como el acceso a la salud, a la vivienda popular, a la infraestructura vial rural y al trabajo mediante el fortalecimiento de la agricultura familiar.
La segunda, conocida como Ley de Medios, exhibe el fin legal de defender el derecho a la libertad de expresión, el resguardo del pluralismo, hacer lugar a la expresión de la diversidad y la atención de sectores vulnerables.
Y la tercera es la Ley de matrimonio igualitario, una reforma al Código Civil que quitó el requisito de la diferencia de sexos para contraer matrimonio, permitiendo –además-, la adopción. Su contenido de derechos humanos está dado por la consagración del principio de no discriminación y el derecho a la plena igualdad normados en la Constitución nacional.
Las intervenciones de los legisladores en el debate de estas iniciativas, de las que da cuenta el libro, demuestran el compromiso de algunos y desapego de otros, pero especialmente releva notorias contradicciones entre lo que algunas fuerzas prometen y luego hacen.
Lo que es y lo que debería
Los socialistas, que supuestamente pretenden una sociedad igualitaria, votaron en contra del proyecto que gravaba las ganancias extraordinarias de uno de los sectores más ricos de la sociedad y lo destinaba a financiar derechos económicos, sociales y culturales. Y más del diez por ciento del peronismo, contradiciendo a su propio gobierno, hizo lo mismo. El radicalismo, que con Alfonsín y De la Rúa intentó derogar la ley de radiodifusión de la dictadura, se negó a hacerlo cuando fue el kirchnerismo quien lo propuso. Todos los partidos dicen estar en contra de la discriminación pero, a excepción de los socialistas, se dividieron por mitades al momento de tratar y votar el matrimonio igualitario.
La coherencia en las agrupaciones políticas –que no es otra cosa que la esperable relación entre lo que se defiende, se propone y luego se lleva a la práctica-, por resultar de absoluta razonabilidad no necesita ser explicada. Pero no ocurre lo mismo con las contradicciones y por ello se dedica el último capítulo a ensayar posibles explicaciones de las discordancias para entender por qué cada partido actúa como actúa.
La sola caracterización de cada una de las tradiciones políticas investigadas no alcanza para prever con certeza la posición que podrían asumir en determinadas cuestiones con contenido de derechos humanos, incertidumbre a la que no son ajenas tres situaciones concretas y permanentemente observables en los partidos: las contradicciones internas, la adopción de un determinado rol para diferenciarse de sus adversarios sin importar la propia ideología y la vulnerabilidad frente a las presiones. En búsqueda de respuestas, el texto indaga pormenorizadamente en estas situaciones.
Finalmente afirma que más allá de las valoraciones que puedan hacerse respecto de las transformaciones operadas durante la década kirchnerista, en ella se generaron variadísimas propuestas políticas con contenido de derechos humanos -entre las cuales se destacan las tres iniciativas legislativas analizadas-, que contribuyeron a rediseñar valiosamente la identidad peronista.
El libro concluye expresando que si los derechos humanos, siempre y permanentemente, brindaran contenido a las propuestas y sustento a las acciones de todas las tradiciones políticas populares, estas lograrían ser más confiables, previsibles y eficientes, y a consecuencia de ello los argentinos tendríamos más y mejor democracia.
(*) Abogado y magíster en derechos humanos
EL PREFACIO DE “HEBE”“Este trabajo me encanta”
El prefacio de “Luces y sombras”, el libro de Guillermo Torremare, fue escrito por Hebe P. de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. “El Periodista” transcribe aquí sus conceptos:
“Me siento muy honrada con el pedido que me ha hecho la Editora La Vanguardia para escribir sobre este trabajo. Yo no tengo nivel académico para opinar de algo que es tan importante, pero puedo decir que estoy muy orgullosa de que haya gente que trabaje, sobre todo jóvenes, y vayan desenredando, pensando y haciéndonos pensar la relación entre los partidos políticos y los derechos humanos.
Estoy sumamente orgullosa de este honor, pero soy una mujer muy directa, no tengo nada de filosofía, no sé hacer cosas filosóficas. Solo sé qué es lo que me gusta y lo que no, y este trabajo me encanta. Me parece sumamente interesante, es un trabajo muy pero muy serio.
Los felicito y gracias por este honor”
EXTRACTO DEL PROLOGO DEL DOCTOR FABIAN SALVIOLILa opinión del presidente del
Comité de Derechos Humanos de la ONU
“No podría estar más de acuerdo con la conclusión a la que arriba Guillermo Torremare hacia el final de este libro cuando señala la importancia de la perspectiva de los derechos humanos para brindar 'contenido a las propuestas y sustento a las acciones de todos los partidos que componen las tradiciones políticas populares y democráticas del país'.
“Este trabajo muestra con solidez un déficit en el plano político argentino en lo relativo a la esperable congruencia entre la teoría y la práctica de los derechos humanos.
“Dicho déficit debe ser cubierto debidamente para que el Estado dé cumplimiento cabal a su fin principal, y una vez que el parlamento legisle consistentemente desde las perspectiva de los derechos humanos, se dirá -con razón-, que 'Luces y sombras, los partidos políticos y los derechos humanos', ha resultado una inevitable 'punta de lanza' para ello”.
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