El desembarco de "Manino" Iriart en el gabinete causó un fuerte revuelo. Por el estrecho vínculo con la Provincia y por las connotaciones políticas. ¿Podrá Pulti mantener la línea de trabajo que anunció?
Rodolfo Iriart ya está a cargo de la principal estructura del gobierno municipal: la supersecretaría de Seguridad. Un Centro de Monitoreo para más de mil cámaras, Policía Local, coordinación con el Comando de Patrullas, Escuela Municipal de Seguridad, Centro de Análisis Estratégico del Delito y más.
La pregunta que surge de inmediato es si la decisión de entregarle un área tan sensible a un dirigente del riñón del sciolismo fue de Gustavo Pulti o la tomó el propio gobernador. Está claro que el jefe comunal se hará cargo hasta las últimas consecuencias de la designación. Así lo hizo en una entrevista con 0223 el martes por la tarde: “Está acá porque lo decidí yo”. Sin embargo, la declaración pública del intendente no es la única versión de los acontecimientos y la sensación que recorre la ciudad es que la voz de Scioli pesó en la definición.
Cuando el intendente decidió convocar a Alberto Binder para que sea su referencia en la política de seguridad del Municipio fue un cachetazo para la Policía Bonaerense. Cuando intentó crear una policía municipal superadora a la actual fuerza también. Lo mismo ocurrió cuando creó una Escuela de Seguridad Municipal para mejorar la formación que los efectivos reciben en la Provincia o cuando convocó a Fernando Telpuk para dirigir la Policía Local, un hombre con fama de ser implacable frente a la corrupción policial. La designación de “Manino” Iriart como secretario de Seguridad parece un retroceso en esa idea de horadar el poder de la Bonaerense.
Ya hemos repasado desde este mismo espacio algunos de los excesos o errores que cometió el exsecretario Adrián Alveolite. Muchas veces también contrarió esa línea de seguridad democrática. Sin embargo, a diferencia del exdiputado sciolista, Alveolite es completamente leal a Pulti. “Manino”, aunque el intendente insista en recordar que fue candidato en quinto puesto en 2003 en la lista de Acción Marplatense, está lejos de ser un hombre de su confianza.
Alveolite era un funcionario resistido no solo por la oposición política de Mar del Plata, sino también por la cúpula de la Policía Bonaerense. Para explicar esto hay distintas versiones. “La Bonaerense no lo quería porque decían que los perseguía”, señalan los pultistas. Desde la otra vereda cuentan algo distinto y sostienen que el ansia de figurar en determinados procedimientos complejos en los que no tenía atribución para estar generaba resquemores. No es un dato menor que el exsecretario de Seguridad esté cerca de afrontar un juicio oral por el delito de abuso de autoridad y falsedad de instrumento público.
Una combinación de ambas versiones podría acercarnos a la realidad. Alveolite cometió equivocaciones y en la vereda de enfrente tenía una de las corporaciones más poderosas y con más vicios de la Argentina: la Policía Bonaerense. Que el lector establezca los porcentajes de responsabilidad.
Esa idea de cambiar la lógica de una superestructura jamás se compatibilizó con los resultados inmediatos que demanda la ciudadanía. En cualquier encuesta la inseguridad es la principal preocupación de los marplatenses. Y las medidas a mediano y largo plazo que planificó el gobierno, aunque pueden acercar la solución de fondo necesaria, jamás modificaron esa preocupación.
Con ese panorama, cinco homicidios en cinco días hicieron que la olla a presión estallara. Los medios nacionales comenzaron a hablar de una ola de homicidios en Mar del Plata. Pulti viajó a Ezeiza para buscar el auxilio del ministro de Seguridad Alejandro Grandos. Y así desembarcó Néstor Franco en la ciudad, un hombre de confianza del ministro que lejos está de ser un especialista en seguridad. “No sabe nada”, confió una fuente a este medio.
Después de La Matanza, General Pueyrredon es el distrito con más electores en toda la provincia de Buenos Aires. Todos los días, el gobernador debía escuchar los cuestionamientos a su decisión de finalizar la emergencia en seguridad. Y muchos de ellos se pronunciaban en Mar del Plata, donde la situación era crítica. En estos días, por caso, Sergio Massa y su candidato en Mar del Plata Javier Faroni insistieron con el pedido. Por eso, ese movimiento no fue suficiente.
-El problema es que la policía no le da bola a nadie– le habría dicho Pulti al gobernador.
-Ponelo a ‘Manino’ y se acaba el problema con la Bonaerense– habría sido la respuesta.
La esperanza de Pulti es justamente ésa. Que con Iriart y todo el respaldo que posee del gobierno provincial la Policía Bonaerense mejore su actuación. Pero hay un punto que genera, cuanto menos, dudas en un sector importante de la dirigencia política. ¿Esa mejora se logrará a partir de plantársele cara a cara a las autoridades policiales, con el respaldo de Scioli y Granados detrás, o llegará de la mano de cierta complicidad con los vicios y las prácticas de la fuerza? Solo el tiempo dilucidará la incógnita.
La incorporación abre, además, una serie de especulaciones políticas. Pulti, hasta aquí, evitó definirse por uno u otro candidato. En algún momento pareció mostrarse más cerca de Florencio Randazzo y compartió varias actividades cuando el ministro de Interior y Transporte. Sin embargo, pocos días después le palmeó la espalda al gobernador y en las últimas semanas volvió a predominar la presencia del mandatario.
Algo similar hizo con los aspirantes a la gobernación. Junto a Diego Bossio se mostró en reiteradas oportunidades, incluso Mar del Plata fue escenario del sorteo nacional del Procrear en febrero. Sin embargo, días atrás no sólo fue anfitrión del presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, sino que además el hombre de Chacabuco deslizó que sería un honor que Pulti sea su compañero de fórmula.
El intendente ya tiene resuelto moverse en este 2015 dentro de la senda kirchnerista. Desde allí intenta hacer equilibrio para no perder la simpatía de ninguno de sus dirigentes. ¿La llegada de "Manino" Iriart cambia el panorama? ¿Implica que Scioli su candidato a presidente? Nadie se atreve a afirmarlo, pero cuanto menos la balanza comienza a inclinarse.
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