Abogado de profesión, docente en la UBA, fue hasta ahora un operador político en la sombra de los grandes nombres. Incluso un feroz crítico de Cristina Kirchner, su vicepresidenta.
De bajo perfil y alejado durante años de la política activa, Alberto Fernández se convirtió en la sorpresa de la campaña electoral cuando Cristina Kirchner se postuló como candidata a vicepresidenta y anunció que eligió como su compañero de fórmula a su exjefe de Gabinete. Este martes 10 de diciembre, el abogado de 60 años, se convertirá en el octavo presidente elegido democráticamente desde el final de la dictadura tras obtener el 48% de los votos. El resultado de las elecciones, el 27 de octubre, fue sorprendente para alguien que solo en una ocasión anterior se había presentado a una elección popular, en 2000, en las legislativas de la ciudad de Buenos Aires. Su desempeño político más destacado fue como jefe de gabinete del fallecido Néstor Kirchner y también de Cristina, en 2008, con quien rompió al cabo del primer año de gobierno, con declaraciones hirientes, en medio del enfrentamiento de la expresidenta con los propietarios del campo y de los grandes medios de comunicación.
Para algunos académicos, ese episodio aparece ahora como una muestra de independencia ante quienes piensan que puede convertirse en un mero "títere" de su vicepresidenta.
"Fernández se le paró a Cristina Kirchner en 2008 y le renunció. Ella no lo pudo controlar entonces, mucho menos podrá ahora" desde la vicepresidencia, en caso de que su fórmula resulte victoriosa, consideró el analista Raúl Aragón. "Si gana Fernández, gana Cristina, y va a gobernar ella. La que tiene el poder en ese espacio es Cristina Fernández de Kirchner, no tengan ninguna duda", advirtió el senador Miguel Ángel Pichetto, excompañero de fórmula de Macri. Quienes lo rodean, aclaran, sin embargo, que Fernández en el poder nunca dejará de escuchar y pedir opinión a Cristina. "El Frente de Todos existe porque Cristina tuvo una enorme generosidad, sería un ingrato si no dijera eso", dijo él. "Creo que ella leyó mejor que nadie lo que hace falta en Argentina y se dio cuenta de que para hacerlo tenia que dar un paso al costado". "Liberal, progresista, peronista" El diputado Daniel Filmus lo destaca como una persona con la que se puede "charlar, distenderse, conversar muchos temas".
"Es un hombre que en diversas circunstancias mostró la capacidad de articular a actores muy diversos y de muy distintas ideas para concertar políticas de mediano y largo plazo", indicó Filmus. Sus críticos, sin embargo, lo consideran camaleónico por haber acompañado a sectores ultraliberales, como el de Domingo Cavallo, y a los gobiernos populistas del kirchnerismo. En su defensa, Fernández dijo que se siente "un liberal de izquierda, un liberal progresista". "Creo en las libertades individuales y creo que el Estado tiene que estar presente para lo que el mercado requiera. Y soy un peronista. Estoy inaugurando la rama del liberalismo progresista peronista", aseguró.
"Fernández es un dirigente moderado, que se destacó a lo largo de este proceso histórico como un operador exitoso. Ha sido muy eficiente a la hora de transmitir la estrategia política del 'kirchnerismo' inaugural, el de Néstor, y también ha sido un dirigente sumamente apto para las tareas de Gobierno", dijo Mariano Fraschini, politólogo y docente de la UBA. "Se trata de un dirigente que ideológicamente pivota en el centro político. Se caracteriza por la búsqueda de consenso, y la ampliación de la base de sustentación", agregó. Sin un partido propio y luego de años alejado de la política activa, su principal reto será tomar las riendas de un gobierno de coalición, según el analista político Enrique Zuleta. "Fernández es una persona muy experimentada. Domina los temas internacionales y los de la deuda. Está muy preparado. Es un hombre de gobierno, pero no es un hombre de Estado. Su mayor desafío será administrar esa coalición heterogénea", opinó Zuleta. "Creo en las libertades individuales y creo que el Estado tiene que estar presente para lo que el mercado requiera.
Y soy un peronista. Estoy inaugurando la rama del liberalismo progresista peronista" (Alberto Fernández) Privacidad y reserva Nacido en la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Fernández se convierte en el primer presidente porteño -de los elegidos democráticamente- desde Roberto M. Ortíz, que asumió el poder en 1938 y gobernó hasta su muerte en 1942. El presidentes de facto Eduardo Lonardi, Alejandro Lanusse y Roberto Viola nacieron en la Ciudad, al igual que los mandatarios interinos José María Guido y Raúl Lastiri. Hijo de la señora Celia Pérez e hijo adoptivo del juez Carlos Galíndez, segunda pareja de su madre tras separarse esta de su primer esposo, el joven Alberto estudió en diferentes centros escolares de su Buenos Aires natal.
La secundaria la cursó en el Colegio Mariano Moreno, en cuyas aulas inició vínculos con el movimiento peronista, proscrito desde el golpe de Estado militar de 1976. Luego de terminar el bachillerato se matriculó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para realizar la carrera de Derecho y cualificarse como abogado. Fernández es desde hace 30 años profesor de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó. Pero su vida es de muy bajo perfil y apenas se sabe, por terceros, que toca la guitarra, que compone canciones románticas, que es un apasionado del rock argentino y que es fanático de Argentinos Juniors.
"Toca la guitarra, le gusta Lito Nebbia, Los Ratones Paranoicos", contó su cercano colaborador Eduardo Valdés, ex embajador ante la Santa Sede. "Alberto tenía unos bigotes muy particulares. Me contó que se los dejó por el amor a Lito Nebbia, que era mi ídolo. La verdad es que los bigotes no se parecían a los de Lito y se lo dije". En contrapartida, creó cuentas a su perro collie Dylan, en Twitter (@dylanferdez) y en Instagram (@dylanferdezok).
Tiene un solo hijo, Estanislao, de 24 años, de una relación terminada en 2005. Actualmente vive en pareja con la periodista de espectáculos y actriz Fabiola Yáñez, en un departamento prestado por un amigo en el barrio de Puerto Madero. Nacido en la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Fernández se convierte en el primer presidente porteño -de los elegidos democráticamente- desde Roberto M. Ortíz, que asumió el poder en 1938 y gobernó hasta su muerte en 1942. Su hijo es "drag queen" (artista masculino que actúa vestido con atuendos propios de mujer) y "cosplayer" (quienes se disfrazan de un personaje específico) y Fernández dice sentirse "orgulloso" de él: "Es un hombre sano, es un tipo que trabaja, que todas las mañanas se toma el subte para ir a la compañía de seguros donde trabaja, estudia, vive con su novia, alquila un departamentito porque se le ocurrió irse a vivir solo hace dos años", contó en una entrevista, en la que definió a su hijo como "un chico de perfil bajo" que "se involucró mucho con los movimientos defensores de la no discriminación sexual".
El currículum político de Fernández es casi histórico. Alcanzó la jefatura de la Superintendencia de Seguros de la Nación Argentina en 1989, durante la Presidencia de Carlos Menem, su primer cargo político de importancia, y posteriormente, se desempeñó como diputado de la Ciudad de Buenos Aires, hasta que Néstor Kirchner lo convenció de tener un proyecto ganador. Fernández fue el jefe de campaña del ex mandatario y, tras la victoria en las urnas, se convirtió en su jefe de Gabinete. El peronismo fue "patético con Cristina", dijo Alberto Mantuvo el puesto tras la sucesión de Néstor a Cristina, hasta el 23 de julio de 2008, cuando rompió con la entonces presidenta, tras oponerse a la subida de aranceles a la exportación, que generó fuertes protestas del gestor agropecuario en aquellos días.
Desde entonces, se convirtió en un crítico de la líder argentina. "Del segundo mandato de Cristina a mí me cuesta muchísimo encontrar un elemento valioso", dijo hace cuatro años en una entrevista. En agosto de 2011, durante la campaña presidencial en la que Cristina buscó su reelección, Fernández publicó una lapidaria carta abierta en el diario La Nación, en la que tachó a la presidenta de "mentirosa" y deploró su "necesidad de construir un relato propio sobre la realidad que ampare el mundo dual en el que vive". Cristina, escribió Alberto, quería "emular a Orwell" al proponer "como verdad absoluta" una "historia novelada". En abril de 2012 Alberto manifestó: "La presidenta tiene que saber que no me voy a callar" y al final del mismo año arremetió contra el gobierno de Cristina porque "no profundizó el modelo, [sino que] lo perforó".
"Ella tiró por la borda todo lo que hizo Néstor, hay muchas contradicciones entre los gobiernos de Néstor y de Cristina", apuntó Fernández. "El PJ fue conservador con Luder, liberal con Menem, conservador con Duhalde, progresista con Kirchner y patético con Cristina", afirmó el ex funcionario a finales de 2015. Pero zigzagueante trayectoria política de Fernández dio un giro totalmente inesperado en 2018. El 7 de febrero reveló a los medios que días atrás, después de casi diez años de alejamiento, había sostenido con Cristina, una reunión en la que se abordó la superación de las divisiones que afectaban al peronismo y el kirchnerismo de cara a las elecciones generales de 2019, donde se trataba de derrotar a Macri. Una reunión que marcó su destino político.
"Lo tomé más como un reencuentro humano que político, porque cada uno sigue pensando lo que piensa. Fue muy lindo, nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir y saldamos muchas cuentas (...) Tenemos muchas visiones comunes, fundamentalmente la crítica sobre el presente", comentó Fernández a propósito de la reunión, para agregar: "Todos los peronistas tenemos que entender que con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede".
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