Tras el ajustado triunfo, el próximo gobernador de Córdoba ensaya un escenario plebiscitario de su gestión para la campaña por la Intendencia de la ciudad capital.
La ajustada victoria que logró Martín Llaryora, con un fuerte retroceso del poderío territorial del PJ en el interior de provincia, es el motivo por el cual el próximo gobernador de Córdoba está decidido a jugar a fondo en la elección provincial, en la que busca convalidar con el triunfo de Daniel Passerini, el actual viceintendente, su gestión al frente de la Municipalidad capitalina. Entiende que una victoria de Rodrigo de Loredo representaría una derrota política en el inicio del "nuevo ciclo" del peronismo que él, Llaryora, debe comandar.
Por eso Llaryora está decidido a quemar las naves en esta campaña: y lo dejó claro en el lanzamiento que este viernes hizo Passerini, cuando, encendido, eufórico, en un modo "jefe de campaña", no sólo defendió su gestión sino que fustigó duramente a sus principales opositores, en particular De Loredo, quien, al igual que su socio Luis Juez, sigue sin admitir la derrota de Juntos por el Cambio: "Somos nosotros quienes vamos a hacer las obras que faltan, no vengamos con recetas viejas que hicieron que Córdoba retrocediera 20 años fundiendo la Municipalidad", dijo Llaryora, quien procura emparentar a De Loredo con Ramón Mestre y Juez. De ambos, De Loredo fue socio como candidato a intendente, en 2019 con el radical, ahora con el senador nacional.
"Ellos quieren que Córdoba sea la número 1 de Argentina, y nosotros queremos que Córdoba sea la número 1 de América Latina", dijo Llaryora en una alusión directa al radical, quien basa su campaña en el eslogan "Córdoba la Nº 1". "Córdoba no tiene límites, no nos vuelvan a hacer jugar en un partido chiquito", gritó Llaryora, quien enumeró una serie de logros que, entiende, tuvo su gestión."No podemos traer las recetas del fracaso; fueron un verdadero desastre", dijo sin medias tintas, apuntalando uno de los ejes de la campaña que pondrá en marcha el peronismo cordobés.
Llaryora también fustigó a Juan Pablo Quinteros, el concejal que se presenta en esta elección con el sello Somos Córdoba, y quien lo apodó "el señor de los rodillos" por la expansión de los murales y las acciones de ornamentación del centro de la ciudad: "Yo no me olvidé de esas críticas, porque él también fue funcionario de Luis Juez. Yo no creo que la gente se olvide. Tuve que empezar pintando cordones y cortando los yuyos porque esa fue la ciudad que dejaron Ramon Mestre y Rodrigo de Loredo", disparó hacia las dos bandas opositoras.
Daniel Passerini, Juan Schiaretti y Martín Llaryora.
Eufórico, Llaryora pidió que se cuente acta por acta en el escrutinio: "A nosotros no nos van a deslegitimar; y cuando tengan el resultado, que le pidan disculpas al pueblo de Córdoba. Acta por acta hasta la última urna. Cuando los votaron a ellos hace dos años, les reconocimos la victoria. Ahora que nos votaron a nosotros, esos mismos cordobeses son (para Juez y De Loredo) de tercera. Nos votaron porque les solucionamos los problemas a los vecinos de los barrios: el resultado electoral no es por lo que dicen estos infelices, sino por todo lo que hicimos en los barrios", dijo Llaryora, quien definió a la elección provincial como el primer tiempo.
"La ayuda que recibí del Gobierno provincial es la misma ayuda que va a recibir Daniel Passerini. Después del desastre que hicieron estas personas, le cuesta mucho a Córdoba salir de esa situación. No terminamos el primer periodo y ahora necesitamos consolidar: debemos hablar con cada uno de los vecinos para que nos den tiempo porque vamos por lo que falta", fue la orden que Llaryora dio a su tropa. "Los vecinos de la ciudad de Córdoba me pusieron de gobernador; y ahora necesito que me den una mano para poner a Daniel Passerini en la Municipalidad de Córdoba", pidió de frente Llaryora.
El peronismo capitalino copó el hotel Quorum, sede del acto que tuvo a Llaryora como actor central, aunque el acto fue el primero de la campaña de Passerini. En ese escenario, el candidato oficialista levantó a la militancia cuando dijo que hace cuatro años fueron votados por el 37,9 por ciento, mientras que el domingo último Llaryora logró "más del 45 por ciento y vamos a seguir contando", y dijo que los 60 mil votos de diferencia "son el piso de diferencia" para la elección local: "Los que hundieron el barco no saben agarrar los remos", chicaneó.
En la elección municipal, Llaryora se juega buena parte de su futuro gobierno: Juntos por el Cambio recuperó poderío legislativo y, de confirmarse el escrutinio provisorio, se quedaría con el Tribunal de Cuentas; por lo que obliga al peronista a un esquema de negociación permanente con la oposición, un escenario que se le complicaría aún más si De Loredo es el intendente de la capital.
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