La elección del juez como candidato a integrar la Corte Suprema de Justicia dejó al peronismo en estado de incertidumbre. Las señales confusas de Cristina Fernández de Kirchner. El papel de los gobernadores.
Mariana Verón
La pregunta no tiene respuesta entre los senadores más cercanos a Cristina Kirchner. “¿Vamos a votar a Lijo?”, se consultan entre sí. Los primeros días fueron de total sorpresa. Pasada una semana de la presentación de los candidatos para ocupar las vacantes en la Corte Suprema por parte de Javier Milei, lo que vino para el mundo kirchnerista es desconcierto. Nadie les dice qué hacer.
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Eduardo “Wado” de Pedro responde que no está al tanto y agrega que si hubo un tanteo, por él no pasó. Es el que tiene más margen de acción, pero hasta ahora no bajó instrucciones. Juliana Di Tullio aporta algo similar con un escueto “no fuimos consultados” cuando el resto de los senadores de la bancada les preguntan por Ariel Lijo. Consultaron incluso a otras bancadas. Por lo menos al radicalismo tampoco lo testearon.
Cristina Kirchner no fija el rumbo. El domingo a la noche, después de la multitudinaria marcha por un nuevo aniversario del golpe cívico militar del 24 de marzo, la ex presidenta se acercó hasta el local partidario donde La Cámpora se juntó para hacer un balance de la manifestación. Ella compartió unas empanadas, saludó afectuosa, pero no dijo nada.
La incertidumbre con el correr de los días es palpable entre los más cercanos a la ex vice, y nadie ni siquiera quiere hablar ante la falta de una línea clara por parte del Instituto Patria. Es evidente que les genera incomodidad. Si de librepensadores se tratase la política, difícilmente levantarían la mano para votarlo, pero lo cierto es que las señales no acompañan. Más bien, no existen.
El único que habló fue José Mayans, jefe del bloque Frente Nacional y Popular, que tiene 17 integrantes y conforma con Unidad Ciudadana, que preside Di Tullio, con otros 16, los 33 senadores que se resumen en el kirchnerismo. De ahí hay que entrar en los matices. El senador formoseño, que tiene terminal en el gobernador de su provincia, Gildo Insfrán, se mostró abierto a debatir la conformación de la Corte Suprema y destapó todo tipo de especulaciones respecto al posicionamiento que entonces tendría Cristina Kirchner. Mayans no es Cristina, aclaran en el bloque, como si hiciera falta. Pero nadie cierra la puerta.
¿Es posible un acuerdo entre Milei y Cristina? Los vasos comunicantes existen, pero no hay allegados a la ex presidenta que puedan explicar si se activaron con el caso Lijo. Más bien deslizan que no, o lo suponen, pero tampoco lo descartan, para aportar más confusión. El silencio genera más dudas y sacan cuentas. Tampoco les serviría hablar. En definitiva, es un problema de Milei y la Corte en momentos de definiciones de fallos fundamentales que podrían derivar en otro revés para la gestión oficial.
Lo que empezó a crecer en el mundo cristinista es una sospecha de que un posible acuerdo, si lo hay, viene por otro lado. No con el Patria, sino con los gobernadores, una suerte de prenda de cambio en medio del comienzo del segundo intento por aprobar la ley ómnibus. Hablar de acuerdo también es mucho. Quizás es sólo un anzuelo sin testeo que lanzó Milei. Pero por ahora nadie descarta que de llegar el pliego al recinto, el interbloque no aporte 33 votos, sino que sume lo justo y necesario al oficialismo y sus aliados, con senadores salidos del espacio de Mayans. Tampoco hay tantos que respondan a los gobernadores. El Senado se mueve hoy con una lógica más autónoma, pero lo que supo tejer Lijo son relaciones con todos y en especial con quienes ostentaron poder, como los ex gobernadores que hoy tienen bancas, entre ellos, Juan Manzur o Sergio Uñac. La tarea de conseguir votos es del candidato.
En el peronismo siguen sin entender el movimiento que hizo Milei, pero especulan. ¿No será un acuerdo con Pichetto?, se preguntan algunos sobre cómo pensaría el hoy diputado de Hacemos Coalición Federal si manejara los hilos del Senado. Esa teoría indicaría entonces que los dos tercios que se necesitan para la aprobación del pliego de un juez terminen saliendo de la mayoría de 39 que logró Victoria Villarruel en el inicio del año, hoy una ficción, y otros 9 con relaciones propias del sector que comanda Mayans. Primero deberían resolver que el macrismo efectivamente vote a Lijo, que le tiene aun abierta la causa del Correo a Mauricio Macri. Y que Villarruel, que ya se mostró en contra del juez, se alinee a la Casa Rosada. Otros especulan con el accionar de Sergio Massa, de buena relación con el magistrado de Comodoro Py.
Para entender qué le pasa al kirchnerismo con Lijo hay que mirar primero quién es Lijo desde la óptica K. Para quienes estuvieron cerca de Cristina en los últimos tiempos, el juez es “casta judicial pura”, con lo bueno y con lo malo. Qué sería lo bueno. “Con códigos, no hace derecho creativo”, aporta una dirigente que lo conoce mucho. Y sabe jugar con los tiempos, como con Macri. “Es el rey de la cronoterapia”, le describe una fuente.
Cristina lo recusó en el año 2017, cuando tomó la primera parte de la causa Memorandum con Irán que después pasó a Claudio Bonadio. Además, no le perdona que mandó a escuchar su vida privada a través de la pinchadura del teléfono de Oscar Parrilli, conversaciones que después aparecieron mágicamente en los medios. A cargo de la oficina de escuchas legales estaba Juan Tomás Rodríguez Pont, durante 10 años secretario letrado del juzgado de Lijo.
Para Cristina Kirchner, si viene de la mano de Ricardo Lorenzetti, peor aún. “En esto tenía razón Néstor”, suele confesar cuando admite que se equivocó en confiar en el magistrado, que ocupó la presidencia del tribunal cuando ella estaba en la Casa Rosada, a contramano de lo que le aconsejaba el ex presidente sobre la conveniencia o no de cerrar un acuerdo con Lorenzetti. “No va a mandar a votar nada que lo favorezca”, dan por seguro a su lado.
Cuentan incluso que ella fue inflexible cuando se definía el inicio del juicio político a los miembros de la Corte por parte del gobierno anterior. Pidió especialmente que fuera contra todos ante la especulación entonces de si Lorenzetti quedaría afuera de la embestida. Tampoco el juez promovió votos que puedan ser leídos como señales a la ex presidenta, aunque sea en soledad, como puede ser una nueva interpretación de qué es una asociación ilícita, sólo como ejemplo. Por lo menos entre quienes más conocen a Cristina, no ven un acuerdo para mejorar su situación judicial por la enemistad anterior, y mutua, entre los actores en pugna.
En todo caso, de existir un acuerdo, podría darse por el lado del nuevo titular de la Procuración, pero los nombres que transcendieron tampoco hablan de un acercamiento al kirchnerismo. Más bien todo lo contrario.
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