La Libertad Avanza, la crisis de deuda se acerca

La Libertad Avanza, la crisis de deuda se acerca

La economía transita un nuevo filo de navaja que, más temprano que tarde, terminará en una nueva crisis de deuda. Otra vez, como tantas en el pasado reciente, la estabilidad macroeconómica de corto plazo depende absolutamente de la voluntad de los acreedores de seguir prestando, una situación de fragilidad extrema.

 El objetivo conjunto del gobierno y el FMI es la voluntad etérea de consolidar un poder político que se presume menos peor que el alternativo, pero sin que las dificultades económicas de fondo se conjuren. Por el contrario, sólo se aplazarán y agravarán. Se comprará tiempo carísimo a fuerza de aumentar el endeudamiento en moneda dura con un acreedor privilegiado, el FMI, que, una vez más, demuestra que su proceso de toma de decisiones es absolutamente político y muy alejado de lo técnico, sino es inexplicable que vuelva a tropezar con la misma piedra. El falso debate sobre si la deuda externa adicional que se tomará con el organismo es deuda nueva o no porque, para pasarla del Tesoro al BCRA, se harán movimientos contables intra sector público, ofende la inteligencia y demuestra la comunidad de intereses crematísticos entre el gobierno, el establishment de los economistas vinculados al sector financiero y los operadores mediáticos.

 

Regresando a las razones del curso de la coyuntura, no hace falta citar a los autores de siempre para recordar que el poder reside tanto en la sociedad política, el poder del Estado, como en la sociedad civil, el poder del mercado. En un mundo ideal es posible imaginar que, en la conducción de la producción social, ambos poderes imbricados se autolimitan. Pero hoy la sociedad política parece haber queda subsumida por la civil, aunque de modo imperfecto, lo que explicaría parcialmente el péndulo interminable entre dos modelos insustentables.

La dinámica es la vieja puja entre los modelos nacional-popular y neoliberal. Si bien las dos caracterizaciones son imprecisas, sirven para representar los momentos extremos del péndulo. El modelo nacional popular hace crisis por el lado de los déficits y el neoliberal por el lado del endeudamiento externo, pero lo común en ambos es que los dos terminan en procesos de restricción externa y, en consecuencia, alta inflación. Y no solo eso, ambos consumen stocks para financiar flujos. Los nostálgicos de los gobiernos de CFK pueden decir que no se endeudó, pero olvidan que liquidó stocks de reservas acumuladas en momentos de bonanza. Perder las elecciones de 2015 fue lo que evitó llegar al momento de la toma de deuda. Lo expuesto es una simplificación, pues al segundo gobierno de CFK le hubiese gustado tomar deuda, pero los mercados voluntarios vedaron esta posibilidad como retaliación por la reestructuración dura durante el gobierno de Néstor Kirchner, proceso en el que también incidieron los fondos buitre que operaron tanto en el poder judicial estadounidense como en el periodismo y la oposición locales.

Recapitulando, lo que se observa es una sociedad política subsumida por la sociedad civil, pero a la vez una sociedad civil dividida que, si bien por su propia naturaleza prefiere siempre las políticas pro mercado, se ve obligada a aceptar cíclicamente y a regañadientes gobiernos nacional populares producto de las crisis de deuda en las que desembocan las políticas neoliberales. El problema de fondo es que los gobiernos nacional populares tampoco construyen un modelo económicamente sostenible, ya que también terminan en restricción externa y alta inflación. Ambos modelos del péndulo se diferencian mientras duran por quienes son los que relativamente más beneficiados en la puja por el reparto del excedente, si el salario o la ganancia, pero ambos comparten la insustentabilidad porque ninguno de los dos resuelve el problema de fondo: la falta de desarrollo de la productividad para aumentar sostenidamente la producción y las exportaciones, reconstruir la moneda y alejar la restricción externa. Este es el consenso que la sociedad civil no consigue construir y la política no logra conducir. Ninguna de las dos parece en condiciones de tomar la posta. La sociedad política porque esta subsumida por la civil, un eufemismo para decir que perdió su liderazgo frente a la conducción del poder del dinero. Y la sociedad civil porque no logra consensuar un modelo sostenible en el largo plazo y opta por la tasa de ganancia de cortísimo plazo.    

La construcción de poder de La Libertad Avanza suma hoy el poder del Estado, el inmenso aparato de legitimación mediática, cuya parte en blanco se sostiene con la multimillonaria pauta de YPF, y el apoyo del “lamentable” gran empresariado local, calificativo que no es moral, de bien y mal, sino que refiere al abandonó de toda voluntad soberana de tener un proyecto de país. La alianza resultante es frágil, se compone de una unidad frente al espanto de que regrese el enemigo común, el incentivo de los negocios financieros fabulosos, habilitados por el dólar barato, las tasas altas en pesos y la valorización de los activos bursátiles, y por el poder de compra del dólar barato y la estabilidad ficticia conseguida a fuerza de las anclas cambiaria y salarial.

Luego, como LLA asumió con reservas internacionales netas negativas, no nació de un repollo, los principales sostenes iniciales del modelo no fueron, ni los stocks acumulados, ni el nuevo endeudamiento, sino el súper shock del blanqueo de cerca de 30 mil millones de dólares privados. Sin embargo, la opción por el sostenimiento del ancla cambiaria provocó que el superávit comercial y el propio blanqueo de capitales no tengan ningún efecto en la recomposición de las reservas internacionales. Dada la continuidad de las reservas negativas luego de 15 meses de gobierno, la continuidad del modelo de dólar barato depende de la continuidad del ingreso de dólares, dato que se hizo todavía más evidente y quedó plasmado en el DNU presidencial que faculta a un nuevo acuerdo de facilidades extendidas con el FMI y cuyos detalles se desconocen. No se juzga aquí la formalidad del mecanismo, solo se destaca la evidencia de la urgencia, lo que a su vez pone en primer plano la fragilidad del plan económico.

Por más que el gobierno se esfuerce en destacar las presuntas diferencias, los parecidos con la pre crisis de 2018 son abrumadores, incluso por la conducción del súpermesadinerista Luis Caputo y el comienzo de las advertencias en la prensa financiera internacional. La represión de fondo de este miércoles amenaza con ser solo el comienzo.-

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