La distribución de las comisiones en el Senado abrió una grieta en el acuerdo político entre el oficialismo y el massismo, que puede tener nuevos capítulos. En Diputados, el FpV sigue en asamblea.
Como esos noviazgos de la farándula, que no terminarán en Registro Civil pero es necesario sostenerlos para mantenerse en lo alto de la cartelera, los amoríos de verano entre Cambiemos y el Frente Renovador ya muestran signos de crisis de pareja.
El desacuerdo por el reparto de las comisiones en la Cámara de Senadores de la Provincia va más allá de quién se quedaba con el control de la estratégica comisión de Asuntos Constitucionales y Acuerdos (ACA), reclamada por los hombres de Sergio Massa y defendida a capa y espada por Cambiemos.
Al menos en la Cámara Alta, el oficialismo dio una muestra de poder y envió una señal clara: también se puede acordar con otros sectores sin someterse a todas las peticiones del massismo. Y la peor noticia para el Frente Renovador fue el primer freno a sus demandas, aun cuando hubo intentos del propio Sergio Massa de cerrar las comisiones por afuera de
la rosca del Senado y tratar el asunto directamente con el Ejecutivo.
Los legisladores de Cambiemos se pusieron firmes y blindaron ACA, por donde pasa la aprobación de los funcionarios judiciales, un nicho donde el FR pretende hacerse fuerte. Por eso todavía queda un capítulo que hasta podría marcar el divorcio: la designación de los representantes de Diputados y del Senado para el Consejo de la Magistratura.
“Al compromiso del Frente Reno-vador con la sociedad de ser garantes de la gobernabilidad, Cambiemos le respondió abrazando al FpV”, trinó el titular de la bancada massista, Jorge D’Onofrio, tras la sesión donde quedaron votadas las comisiones y el FR mostró su enojo ausentándose. “Cambiemos hizo kirchnerismo explícito”, se quejó después.
“Pero, ¿qué pretenden? ¿Cómo le vamos a dar ACA, que siempre es del oficialismo? Si cedemos a eso, en la próxima sesión le dicen al vicegobernador que se vaya y ellos gobiernan la cámara”, ironizó un influyente senador de Cambiemos. No faltaron los comentarios como “nosotros salimos primeros, ellos terceros, y resulta que ahora quieren mandar en todos lados”.
En las álgidas negociaciones de la semana pasada, el propio D’Onofrio puso en aviso al oficialismo del Senado de que la negociación de las comisiones estaba afuera, y se en-cuadraba en el acuerdo político entre Sergio Massa y María Eugenia Vidal. De inmediato, Roberto Costa se comunicó con Federico Salvai, ministro de Gobierno y operador político de la Gobernadora.
El presidente del bloque de senadores de Cambiemos fue muy claro en la conversación con el representante del Eje-cutivo: “Asuntos Constitucionales no se entrega, de ninguna manera; no te debe temblar el pulso en ésta”, le dijo. Salvai dejó correr las negociaciones por parte del Senado, y se hizo como los legisladores del oficialismo querían.
En el medio hubo otras cuestiones que elevaron la tensión. La negociación se cortó de manera abrupta cuando el Frente Renovador entendió que no conseguiría lo pedido y Cambiemos estaba dispuesto a sesionar sin la presencia de los massistas en el recinto.
Entre las peticiones renovadoras estaban otras comisiones importantes y, fundamentalmente, un castigo a legisladores con un paso por el Frente Renovador y hoy distanciados de esa fuerza. En una de las juntas previas, el pedido fue sacarles las comisiones a Alfonso Coll Areco y Roque Cariglino (ambos en Justicialismo Bonaerense). “Porque ellos perjudicaron a nuestro espacio”, fue la explicación. Tarde: Roberto Costa ya había cerrado el acuerdo con los bloques chicos y no lo iba a romper.
Esos legisladores, más el alejado re-cientemente del GEN Omar Foglia (también obtuvo una presidencia), permiten a Cambiemos tener potenciales aliados que lo dejen más cerca de la mayoría. De hecho, en el escenario actual, si el espacio consensúa con sólo uno de los otros bloques grandes puede alcanzar el número para sacar las leyes. Más aún: con el PJ y el FpV y sin el Frente Renovador, también logra la mayoría especial.
Cada vez más dirigentes de Cambiemos observan preocupados el ascenso del massismo en la Provincia a partir de los lugares cedidos por el nuevo gobierno. Y el asunto fue tema de conversación ha-ce un par de semanas en una reunión ampliada del gabinete nacional.
El radical Ernesto Sanz fue quien se encargó de sacar el tema. Sin rodeos, pidió más intervención política en la Provincia de funcionarios na-cionales y del propio Mauricio Macri. Habló de un posible incendio, y hasta usó una expresión de índole sexual para decir que si eso sucediera, Massa se quedaría con la suma del poder en el territorio más fuerte del país.
Parado en el rol de “garante de la gobernabilidad”, el FR apuesta a continuar con una alianza estratégica que le permita seguir construyendo poder propio bajo el amparo de ese acuerdo. Y por ello evitaría acelerar la ruptura. En el oficialismo tampoco acelerarán los tiempos, pero empiezan a cambiar algunas cerraduras.
En definitiva, ambos saben que es solamente un amor de verano, cuyo final no está en el altar. Profesan religiones distintas y cada uno tiene a su Mesías.
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