El 24 de mayo, la ciudadanía española dio un voto de confianza a las fuerzas políticas nacidas de la crisis económica y del desencanto con el establishment. Entre los ganadores está el catedrático tucumano Gerardo Pisarello, que desde este mes integra el Gobierno de Barcelona. Por correo electrónico, el nuevo vicealcalde comenta los retos del equipo que lidera la activista antidesalojos Ada Colau.
1 -¿Cómo llega un inmigrante tucumano a integrar el grupo de ciudadanos sin experiencia en la función pública que administrará una de las ciudades más importantes de Europa?
-Al igual que Ada (Colau), somos gente que llevamos años involucrados en los asuntos públicos. Yo mismo me he considerado siempre un profesor-activista. No he pertenecido orgánicamente a ningún partido, pero desde que era estudiante en Tucumán hasta hoy he acompañado un sinfín de iniciativas de cambio social en diferentes rincones de América Latina y de Europa. Gobernar Barcelona será un gran reto, claro, pero nuestra candidatura recoge el compromiso de toda una generación, y ha provocado un gran entusiasmo entre técnicos y profesionales muy competentes.
2 -¿Qué valores, expectativas, sueños y utopías hay detrás de “Barcelona en Comú” (“Barcelona en común”)?
-Barcelona es una ciudad fantástica: está llena de potencialidades, y tiene un gran tejido social y cooperativo. Pero corre el riesgo de convertirse en una simple marca comercial. Cada vez es más cara, y las desigualdades y la precariedad se han disparado de manera preocupante. Nuestro anhelo es que Barcelona esté al servicio del bien común y no de los intereses de una pequeña minoría. Queremos que sea una referencia en materia de participación; de respeto por los derechos laborales y ambientales; de innovación tecnológica, y que se convierta en punta de lanza de un cambio democrático que se vive en muchos otros rincones de España, de Europa y del mundo.
3 -¿Qué desafíos esperan a los líderes comunitarios surgidos del descontento que provocó la crisis económica española? ¿Qué sería un fracaso para ustedes? ¿Qué sería una victoria?
-Sabemos que los cambios no vendrán de la noche a la mañana. Pero fracasaríamos si no lo intentamos con suficiente valentía e imaginación, si nos resignamos a repetir los mismos errores de siempre ¿Qué sería una victoria? Frenar las desigualdades; devolver el poder y la voz a la gente; mostrar que se puede gobernar de manera honrada, y que podemos tener una ciudad sin vecinos ni barrios de primera y de segunda.
4 -¿Su sector se inspira en alguna experiencia política en concreto? ¿Qué contesta a los que dudan de que puedan llevar a la práctica su discurso anticorrupción, anticorporaciones y antiprivilegios?
-En Cataluña hay una larga experiencia de municipalismo transformador. Y mucho de lo que planteamos ya se hace de una forma u otra en ciudades como Berlín (Alemania), Bogotá (Colombia), Helsinki (Finlandia) o Curitiba (Brasil). Poner límites a las grandes corporaciones; democratizar la economía y acabar con la obscena relación entre política y dinero es hoy una demanda de sentido común. Se trata de objetivos difíciles de acometer, pero imprescindibles si no queremos terminar en una suerte de oligarquía global que arrincone las libertades más básicas y la vida en el planeta.
5 -¿En qué medida “Barcelona en Comú” representa a la izquierda? ¿Puede ensayar una definición ideológica de su coalición?
-“Barcelona en Comú” es una plataforma plural conformada en torno a objetivos concretos: combatir la malnutrición infantil y los desalojos por razones económicas; evitar la mercantilización de bienes comunes como el agua; impulsar la participación de la ciudadanía en la asignación del presupuesto y poner fin a los privilegios en el ejercicio de la función pública. Hay gente que viene de la militancia política en partidos o en movimientos sociales, y gente que no. Pero no pedimos el carnet a nadie. Nuestra consigna básica es más y mejor democracia.
6 -Su grupo ha sido muy crítico con las opacidades y los excesos del poder político tradicional. ¿cómo atacarán esas falencias?
-Primero, intentando dar el ejemplo. No puede ser que un alcalde cobre 10.000 euros al mes cuando el salario mínimo está en 640. Hicimos una campaña austera y queremos tener un gobierno austero. Vamos a reducir las retribuciones desproporcionadas de los cargos electivos; vamos a escuchar más a las trabajadoras y trabajadores municipales; vamos a levantar algunas alfombras, y vamos a abrir puertas y ventanas para que corra un poco el aire.
7 -¿Hasta dónde están dispuestos a llegar en el afán de parar o impedir los desalojos de quienes no pueden pagar sus hipotecas?
-Hay que actuar en el corto y en el largo plazo. Si los desalojos se producen por impago de alquiler, mediaremos y ayudaremos a las familias más vulnerables. Cuando los dueños de los inmuebles sean pequeños propietarios, introduciremos incentivos para que alquilen. Y cuando se trate de grandes entidades financieras, sobre todo de aquellas que han sido rescatadas con dinero público, las sentaremos y les recordaremos públicamente sus obligaciones. En el mediano plazo, Barcelona tendría que reforzar el parque de viviendas públicas de alquiler para estar al nivel de París (Francia) o Amsterdam (Holanda).
8 -¿Cuál es la posición de su plataforma política respecto del movimiento independentista de Barcelona?
-España ha entrado en una deriva centralista y autoritaria inaceptables. Defendemos el derecho de la ciudadanía de Cataluña a decidir libremente cómo se quiere relacionar con el Estado, tal y como ha sucedido en Escocia o Canadá.
9 -¿Qué lugar ocupará usted en el Gobierno de Barcelona?
-Dependerá en parte de los acuerdos y conversaciones con otras fuerzas políticas. Pero, en principio, sería una especie de segundo de la alcaldesa (Colau), un vicealcalde con funciones en ámbitos concretos como la economía o las relaciones internacionales.
10 -¿Cuál es su mensaje para los tucumanos y argentinos que buscan un cambio político, pero no saben cómo lograrlo?
-Que cuando la gente común, la gente sencilla, se organiza, consigue mucho más poder del que le quieren hacer creer. Ninguno de los derechos y de las libertades que tenemos ha caído del cielo. Hay que creer firmemente en los propios sueños y batallar por ellos. Y no aceptar nunca la realidad existente como la única posible.
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