El diputado nacional manifestó que las internas políticas deben mantenerse "en reserva, sin que salgan a la opinión pública". Por otro lado, aseguró que la gobernabilidad "en general, te la dan los dólares del Banco Central".
Leandro Santoro, diputado nacional (FdT), aseveró que "se necesita una alternancia porque, de lo contrario, la Ciudad se oxida, queda atrás y vieja". Además, afirmó que así "los porteños no pueden contar con un Estado eficiente que los ayude a progresar", en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Es posible para el panperonismo, ya trasciendo el Frente de Todos, triunfar en una Ciudad en la que salvo, sl no recuerdo mal, aquella elección de Antonio Erman González, nunca ganó el peronismo?
Lo importante es que los porteños sepan que hay una fuerza política que se puede hacer cargo del gobierno que no es el PRO. Básicamente porque uno gobierna mejor si sabe que hay una fuerza o un candidato que lo pueda reemplazar.
Cuando eso no ocurre, y no está planteado el escenario de alternancia en el horizonte cercano, los errores políticos no tienen costos, que es lo que viene pasando en la Ciudad hace mucho tiempo y con mayor intensidad en el último año.
Pensá que estuvimos tres años sin ministro de Seguridad, cuando se conoció el escándalo de Lago Escondido y pidió licencia Marcelo D’Alessandro y no tuvo ningún costo político. ¿Por qué sucedió eso? Porque los funcionarios políticos de la Ciudad llegaron a la conclusión de que la elección la tienen ganada, entonces, pase lo que pase y hagan lo que hagan, eso no va a tener el más mínimo impacto electoral.
Todo esto como botón de muestra de lo que viene siendo la Ciudad, que se quedó sin ideas y sin iniciativa, funciona en piloto automático. Y la agenda de problemas urbanos en el siglo XXI es super diversa.
No hemos logrado salir de la bicisenda y el Metrobús, para avanzar en un conjunto de soluciones que los porteños están reclamando en materia de salud mental, educación e innovación tecnológica.
Lo más importante acá es que se necesita una alternancia porque, de lo contrario, la Ciudad se oxida, queda atrás, vieja y los porteños no pueden contar con un Estado eficiente que los ayude a progresar y a desarrollar sus vidas.
La Ciudad, en el pasado, si bien no se elegía por voto directo el jefe de Gobierno antes de la reforma constitucional de mediados de los '90, pero en las elecciones en las cuales se elegían otros candidatos para presidente o legisladores nacionales, siempre era el bastión del radicalismo.
Es más, Ernesto Sanz creo que la refirió como la capital de radicalismo, la sede central, la casa matriz. Y el radicalismo, cuando perdió con el PRO la Ciudad, de alguna manera, perdió ese carácter de partido con capacidad de gobierno a nivel nacional.
En esa alternancia, ¿no imaginás que en algún momento puede ser el propio radicalismo el que sea la alternancia del PRO?
Lo que pasa es que el radicalismo hoy es socio del PRO y, para que te des una idea, hubo una movilización enorme en la Ciudad, durante el año pasado y principios de este, por el tema de Costa Salguero, porque se trató de privatizar toda la costa que hoy ocupa el predio de Costa Salguero y Punta Carrasco para llevar adelante un emprendimiento de lujo con helipuerto, un barrio cerrado.
El radicalismo de Martín Lousteau votó a favor de la privatización de esas tierras y permanentemente le dio el número en la Legislatura Porteña al PRO para que pueda llevar adelante todas las excepciones al código de planificación, que permitieron que hoy, por ejemplo, sea imposible alquilar en la Ciudad, porque los valores del mercado inmobiliario se dispararon como consecuencia, entre otras cosas, de la especulación inmobiliaria.
Y así podría seguir, desde la sanción o la nominación de jueces y fiscales, pasando por las leyes que le permitieron a la Ciudad habilitar la incineración de basura, la modificación de los códigos de edificación o la ausencia de debates profundos en el marco del plano urbano ambiental, que son todos instrumentos muy jurídicos, por ahí, desconocidos por la gente, pero que hacen al desarrollo urbano de la Ciudad o a la falta de desarrollo urbano.
En todos esos debates, el PRO y Evolución Radical, que es el bloque de Lousteau, votaron siempre igual.
El conflicto por los alquileres en la Ciudad
Nosotros, todos los días leemos cuatro tapas de diarios internacionales, y cuando leemos una europea no pasa una semana sin que un título de tapa principal no tenga el Airbnb en su título, diciendo de que hay que ponerle un freno, que se elevan los precios de los alquileres del Airbnb y es imposible para gente alquilar.
Si bien Europa adelanta a los países en vías de desarrollo y, paralelamente, esto tiene más que ver con el turismo, que no llega de la misma manera al Hemisferio sur que al Norte, ¿cuál es tu posición respecto de Airbnb y lo del costo de los alquileres?
Lo que pasa es que no nos tenemos que comparar con Europa, porque acá es Capital contra Capital. Buenos Aires está en la liga de las 15 capitales más importantes del mundo, entonces, el fenómeno de Airbnb, que es alquiler temporal para turismo, le pega de lleno, y no puede justificarse diciendo "nosotros estamos en Sudamérica y entonces las soluciones llegan más tarde".
Uno de los problemas de la agenda del siglo XXI que Buenos Aires no está abordando es este, la regulación de Airbnb. En Buenos Aires tenés casi 20 mil departamentos ofrecidos en esa plataforma y otros tantos en otras plataformas similares. Departamento que se ofrece en Airbnb se cobra en dólares y se quita del mercado tradicional de alquileres.
Por eso es tan importante regular Airbnb, no solamente para defender la industria hotelera, sino también para la oferta de departamentos sencillos, que es el principal problema que tienen los porteños.
Persona que tiene que renovar contrato de alquiler, perdón por la metáfora poética, pero "tiene los huevos en la garganta", no sabe lo que va a hacer con su vida. Todos los días me reúno con gente que me cuenta exactamente el mismo problema.
Entonces, ¿qué hizo la Ciudad con el Airbnb? Construyó un registro, por iniciativa del jefe de Gobierno, para tratar de regularlo. Hoy de las 20 mil propiedades que están publicadas en la plataforma, están en ese registro menos de mil.
El segundo punto que es importante saber: el exlegislador Di Filippo presentó un pedido de informe porque tenía una información, y eso se lo confirmaron, de que la Ciudad hizo un acuerdo con Airbnb donde se niega o se retira de la posibilidad de llevar adelante acciones legales contra Airbnb.
Todas las capitales del mundo regulan Airbnb, ponen requisitos. Algunas, por ejemplo, limitan la posibilidad de meter determinados departamentos de determinados barrios. Otras les cobran impuestos para equiparar con la tasa que se le cobra a un hotel o para generar fondos para subsidiar la demanda de los alquileres tradicionales. En definitiva, intervienen sobre ese mercado. En la Ciudad, se hizo muy poco y ese poco se hizo mal.
El rol de la UCR dentro de Juntos por el Cambio
¿Creés que el PRO usa al radicalismo, como usó a Lilita Carrió, para hacer una especie de mejora de su imagen y que continúa siendo así hoy en día también?
En su momento, creo que al radicalismo le servía porque no tenía candidatos nacionales y llegaron a un acuerdo de mutua conveniencia. El que rompió los códigos fue Macri. Con Sanz, en su momento, habían acordado la construcción de un frente político electoral, y cuando Sanz no se incorpora al gobierno de Macri, se genera una ruptura.
Sanz se retira de la política, y el expresidente anuncia, en una conferencia de prensa rara, que en realidad el gobierno no era de la coalición, sino del PRO, y que el radicalismo era una suerte de socio parlamentario. A partir de ahí fue una debacle, porque nadie pudo explicar cómo era la letra chica del acuerdo que se había firmado después de la Convención de Gualeguaychú.
Esto habla de la improvisación del sistema político argentino, porque que haya coaliciones de partidos heterogéneos es algo normal. Ahora, que no haya en el caso del radicalismo, es llamativo porque, a diferencia de lo que pasa en el peronismo, es un partido en serio.
Quiero decir, el peronismo es más un movimiento nacional donde el partido es una rama más de un conjunto de instrumentos que forman parte de una identidad, que hasta jurídicamente tiene una mirada mucho más detallada programática. Sin embargo, el radicalismo no pudo dar respuesta a esto.
O sea, no sé si es que lo usa o no supieron cómo recomponerse después de ese desacierto. En términos políticos, que es lo importante, terminaron representando lo mismo: una suerte de antiperonismo bobo. Y construyeron una identidad asociada a una tradición que no es la nuestra.
Yo me considero alfonsinista, me formé en el radicalismo, y nosotros teníamos, de lo que eran los grandes líderes de la social democracia europea que construyeron el Estado de Bienestar en Europa o que habían ayudado a repensar la convivencia entre el capitalismo y la democracia en función de un pacto social, una democracia con sentido social.
Hoy el PRO es el principal aliado del PP, entonces, hay ahí una alianza contranatural que desnaturaliza y te explica, entre otras cosas, por qué, no solamente yo, sino que muchos otros correligionarios, decidimos irnos del partido y construir otra experiencia política.
Si vos estás de acuerdo con un proyecto de país y resulta que te toca acompañar, me parece que todo el mundo lo hace contento. El problema es cuando te toca acompañar y encima desnaturalizan tu identidad.
Evolución, que generó la mayoría de los nuevos candidatos del radicalismo, conducido por alguien que venía de haber participado del Frente para la Victoria, como lo es Lousteau, ¿qué es en la historia radical? ¿Es la renovación radical? ¿Es algo distinto a esa historia radical? Vos como corazón radical, ¿cómo ves a Evolución y específicamente a Lousteau?
Es el grupo de Enrique Nosiglia, ahora asociado con Daniel Angelici.
Pero Nosiglia estaba con Raúl Alfonsín. Recuerdo especialmente una discusión con Raúl que me defendía a Coti con uñas y dientes. Es más, fue la única pelea con él, en 1989.
Exacto. Eso después cambió. De hecho, la última vez que se discutió el Comité Nacional, cuando Raúl quería ser presidente del Comité Nacional, ya la relación era distinta básicamente porque Nosiglia, y no haciendo una crítica, sino simplemente una descripción, se había transformado en un operador pragmático.
Si bien es cierto que había sido una persona clave de la transición democrática, acompañando a Alfonsín, después que terminaba el gobierno de éste inició un proceso de acercamiento con otros factores de poder que habían generado una suerte de camino paralelo y propio.
Siempre se declaró alfonsinista, pero cuando uno hablaba en el radicalismo de Nosiglia lo hacía hablando de un pragmático del poder y, entre otras cosas, construía relaciones con sectores tan disimiles como puede ser el poder económico o Luis Barrionuevo.
¿Wado de Pedro no cumpliría ese papel de Nosigilia? ¿No sería su equivalente desde el FdT?
No. Tiene otras caractérísticas.
¿Cuándo sea grande?
Wado tiene vocación de hablar en público, ser candidato. El último reportaje que dio Nosiglia fue a Carlos Pagni y hacía 20 años que no hablaba. Voy a hacer una comparación fea y con una persona muerta, pero el equivalente en el peronismo fue el Chueco Mazzón o en algún momento José Luis Manzano.
No habló cuando dejó, pero fue ministro de una cartera política, no era una persona escondida. Es correcto lo que vos decís de que no hablaba, pero no podemos decir que Nosiglia sea simplemente alguien en las sombras.
No, vos lo comparaste con Wado, que quiere ser candidato, son lógicas distintas.
¿En términos de qué representa Evolución? Es una alianza con el poder real. O sea, es Angelici, que es el dueño de los bingos, y un sector importante del juego. Es Nosigilia y es Emiliano Yacobitti, que es el poder en la Universidad de Buenos Aires.
Y además, después desde ese lugar lograron articular generacionalmente con un montón de radicales, como es el caso de Maximiliano Pullaro, de quien soy amigo y que puede llegar a ser gobernador de Santa Fe. Nos criamos juntos, y él nunca fue amigo de Lousteau, ni de Yacobitti. Tiene una tradición y una trayectoria propia que viene desde hace tiempo.
El balance de gestión del Gobierno
Alejandro Gomel (AG): Siguiendo con esos paralelismos, le quedan seis meses de gobierno a Alberto Fernández, y algunos lo quieren comparar con el final del gobierno de los últimos seis meses de Alfonsín.
¿Cómo ves este final de gobierno de Alberto? Algunos lo catalogan como que quedó aislado, fuera del armado de lo que es la ingeniería electoral del FdT para las PASO en primera instancia. ¿Qué paso con Alberto?
Lo dije en un reportaje que me hizo Jorge, en donde me preguntaba si era como Alfonsín, e incluso el título de ese reportaje fue: "Alberto Fernández no es alfonsinista", ni representa lo mismo. Los ejemplos históricos, muchas veces, son imposibles de comparar y mucho más con situaciones de la actualidad.
Hay un problema con el diseño de la construcción de poder. Es algo que no se resolvió de entrada. Un proyecto político, antes de ser un proyecto económico, es un proyecto de poder. Lo mismo le pasó a JxC en esto que estábamos contando recién de la letra chica de un acuerdo que no se logró instrumentar correctamente y que provocó, entre otras cosas, que duraran solamente cuatro años y no puedan ir por una reelección.
Hubo un problema en el diseño del poder, que en el caso del FdT, incluso, fue más grave que en el proceso electoral y político que llevó adelante Macri.
Habrá que verlo cuando termine, porque además el problema de hacer un análisis sobre un gobierno que está terminando es que mis palabras pueden impactar sobre el desenlace natural de un mandato que está llegando a su fin.
Es decir, seguramente cuando el periodo de Alberto termine sentiré más libertad para hacer algunos análisis, compartiendo cosas que uno observó desde un lugar privilegiado, porque tuvo la chance de estar muy cerca del Presidente, fundamentalmente, al principio del gobierno, y ver algunos procesos que son interesantes para la democracia argentina.
En definitiva, el "diferentismo" es la forma en la que cual se ordena el sistema político argentino y requiere de mucha reflexión, porque el sistema de poder del sistema de partidos tradicional es un sistema que funcionaba con un montón de reglas y normas que hoy no existen.
Entonces, por ejemplo, cuando se tiene un partido homogéneo, con un líder partidario que, además, es presidente y decide llevar adelante un proyecto político, cualquiera sea este, desde el traslado de la Capital, por poner un ejemplo de Alfonsín, hasta un programa de privatizaciones como el de Menem, tiene un bloque parlamentario y de poder que lo acompaña y se alinea automáticamente.
En el caso de los "diferentismos", los acuerdos se van construyendo con una agenda de más corto plazo. Entonces, no hay tradición ni hay cultura de construir acuerdos programáticos sobre la marcha sobre la base de que los liderazgos son liderazgos que están obligados a consensuar.
En general, nosotros venimos de una tradición más caudillista, donde el poder de disciplinamiento del jefe partidario garantiza cuotas de gobernabilidad que son más difíciles de construir en los esquemas frentistas que estamos teniendo hoy. Le pasó al gobierno pasado, le pasa este gobierno, y me animo a decir que le ocurrirá al que viene, sea cual sea y del partido que sea.
Hay que reflexionar mucho sobre el poder político en esta democracia más debilitada y en esta sociedad más fragmentada.
AG: ¿Algo así como que Alberto no tuvo el acompañamiento desde el Congreso en algunos casos?
No tuvimos ni tenemos, creo yo, ni el FdT ni JxC, un diseño institucional que permita anticiparse a los problemas antes de que éstos lleguen a la opinión pública y puedan encausarse políticamente.
Te pongo el caso del parlamento, pero podría pasar exactamente lo mismo en materia de acuerdos sobre políticas públicas o de ingresos, la negociación con la CGT y con el resto de las cámaras empresarias.
O sea, tiene que haber un dispositivo que permita que el ejercicio del poder vaya al mismo tiempo armonizándose con la acumulación de poder y con la generación de poder.
Una de las conclusiones que saco es que el poder político se gasta rápido, por eso hay que consensuar, sumar actores, encontrar mecanismos para que, cuando aparezcan diferencias, se puedan procesar en reserva, sin que salgan a la opinión pública.
Porque si cuando vos estás dando un debate eso se filtra, se descapitaliza el proyecto político, el presidente, el partido de gobierno, el frente, etc. Todo eso es algo que se viene dando como una constante de la cual no se reflexionó lo suficiente.
En Argentina, la gobernabilidad, en general, te la dan los dólares del Banco Central. Pero ahora, como hay una coalición de gobierno que es heterogénea, que tiene que darle respuesta a una demanda social heterogénea, ya que también hay una sociedad fragmentada, lo que tenés que reflexionar es cómo le incorporás, además de poder financiero, al poder político otras herramientas.
Hay que reflexionar sobre esto porque me parece que es la clave de la estabilidad democrática de los próximos años.
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