Dice que al Presidente no le interesa y que la población tomaría muy mal que se ocupe de su “quintita”. Asegura que el Gobierno se enfrenta a un trilema, un monstruo de tres cabezas que obliga a resolver los problemas de a uno, en forma secuencial. Y confiesa que a Fernández “también le gustaría ir más rápido”.
Por Silvia Mercado.
Leandro Santoro es un caso atípico de radical, ya que desde muy joven, en lugar de mirar al principal partido de la Argentina con el rabillo del ojo con cierta envidia -como suele sucederles a muchos radicales-, prefirió cruzar el Rubicón y deambular por ese mundo fascinante y enloquecido que es el peronismo, capaz de cambiar de ideología pero jamás de vocación por el poder. Politólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en abril de 2015 fue designado como subsecretario para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia cuando Aníbal Fernández era jefe de Gabinete y, más tarde, fue candidato a vicejefe de gobierno porteño, en una fórmula que compartió con Mariano Recalde. En 2017 fue elegido legislador porteño por Unidad Ciudadana y, cuando llegó Alberto Fernández a la candidatura presidencial, se transformó en un consultor asiduo, aportando radicalismo y audacia, saliendo a defender al Gobierno allí donde a veces ni los propios peronistas entienden qué quiere hacer el Presidente. Dice que nuestro país es presidencialista, por lo tanto no hay margen para que la lapicera la tenga otro que no sea Alberto Fernández. Asegura que Argentina se enfrenta a un monstruo de tres cabezas, un trilema de deuda, inflación y caída del crecimiento, que no es fácil de resolver con recetas ortodoxas ni heterodoxas. Y que ir en forma secuencial, resolviendo los problemas de uno, es lo único posible.
- A ver, arranquemos por el principio. Vos estás cerca del Presidente, sos una especie de vocero informal. ¿Cuál es tu rol?
- El Presidente tiene un consejo de asesores que preside Juan Manuel Olmos y hay distintos intelectuales y políticos, desde Alejandro Grimson hasta Ricardo Forster, pasando por Dora Barrancos, y una serie de compañeros y compañeras más que contribuyen con la construcción de documentos y líneas de análisis para la comunicación y para la toma de decisiones del Presidente. Yo me sumé a ese equipo.
- Además, fuiste un crítico duro de Mauricio Macri, quizás anticipando problemas que después quedaron más claros. Ahora gobierna Alberto Fernández, pero ¿gobierna Alberto Fernández?
- Alberto Fernández es un líder moderno, pragmático, de centroizquierda, que tiene mucha sensibilidad social y que es consciente del grado de deterioro socioeconómico y de la región. Tiene como objetivo recomponer rápidamente los ingresos de los argentinos y las argentinas, pero sabe que tiene un problema que lo acucia, que se llama restricción externa: Argentina demanda más dólares de los que produce, y para colmo Macri nos dejó una deuda enorme muy mal perfilada, porque es mucha, vence mucha plata este año y muchos de esos bonos en dólares tienen legislación extranjera, y en el corto plazo. Es un combo muy explosivo.
- Ese es el problema con el que asumió el Presidente, pero no respondiste. ¿Él es quien toma las decisiones? Porque una de las dudas que existen en este contexto difícil es si él es el dueño de la decisión o está condicionado por la Vicepresidenta de la Nación. ¿Cómo es de verdad? Vos conocés ese mundo.
- Sí, por supuesto. Primero, algunas aclaraciones. Cristina no le dio la Presidencia, sino que le permitió competir. Alberto es presidente no porque lo puso Cristina, sino porque lo votaron millones. Segundo, la Argentina es un país presidencialista, el que manda es el que tiene la birome, siempre fue así. Además, fue Cristina la que eligió ese rol para sí misma y para Alberto, cuando decidió no competir y eligió alguien con personalidad. No estamos hablando de Putin y Medvedev, donde era claro que se trataba de un apéndice.
- En efecto, es una asociación que se hace. Putin estaba atrás de cada decisión de Medvedev. ¿Vos decís que Cristina no está atrás?
- No, Cristina asesora al Presidente porque representa un sector importante de la Argentina. Nuestra coalición requiere de Cristina, del movimiento obrero, de los movimientos sociales, de Sergio Massa, de sectores del radicalismo. Obviamente tienen influencia en el proceso de decisiones, pero el que manda es el Presidente de la Nación. Eso es imposible de negar porque así funciona la Argentina para lo bueno y para lo malo. Yo preferiría que hubiera un sistema más de tipo parlamentario, pero la Argentina es presidencialista, pero para que eso suceda tendría que haber partidos políticos fuertes. Como no los hay, hay coaliciones. Lo mismo se planteaba con Macri. Cuando hablaba Lilita parecía que ella era la que conducía, que había vacío de poder. Gobierna Alberto Fernández, lo hace con una clara decisión de recuperar el poder adquisitivo del salario y los ingresos, pero reconociendo de manera muy seria y pragmática cuáles son las restricciones que tenemos.
- A ver, hablemos de las restricciones.
- La región es inestable. Tenemos problemas en Bolivia, en Chile, en Ecuador. En Brasil tenemos un presidente de las características que se ven. Solo en Uruguay las cosas parecen por ahora más tranquilas, pero porque hay un cambio de signo político después de 15 años, lo que habla de un malestar. Por otro lado, hay una restricción macroeconómica. Casi todos los países tienen déficit fiscal y, es más, el FMI sacó un informe mostrando que casi todos los países del mundo tienen déficit fiscal, de 190, son 160 los que lo tienen. Hay también un crecimiento, muy alejado del que se esperaba hace cuatro o cinco años atrás. Y, por último, hay un problema de concentración y extranjerización de la economía. No es lo mismo pactar con una burguesía pujante, con vocación nacional, que hacerlo con una burguesía que cuando hace un mango lo sacan fuera del país, con eslabones de la cadena muy concentrados que terminan haciendo remarcaciones preventivas. Finalmente, no hay dólares en el Banco Central para pagar la deuda que heredamos de Macri. Y obviamente si bien hemos recibido el apoyo del Fondo cuando dijo que nuestra deuda es insostenible, tenemos el problema con los bonistas particulares. Esto Alberto Fernández lo tenía claro desde antes de asumir, por eso yo digo que está gobernando con valentía y pragmatismo, porque como dijo en la campaña electoral, cuando tenga que ser ortodoxo lo será, cuando tenga que ser heterodoxo lo será también. Y siempre para defender a la gente.
Santoro fue jefe de la Juventud Radical. (Télam )
- Perfecto, ¿pero qué hacemos mientras tanto con la sensación de que el gobierno no arranca y la desconfianza se generaliza?. Hoy [el reportaje se grabó el viernes] tenemos el riesgo país por encima de 2500 puntos.
- Es mundial, el coronavirus está afectando la economía mundial, Estados Unidos bajó de manera estrepitosa -por lo menos para ellos- medio punto la tasa de interés, estamos frente a un tembladeral que muchos empiezan a comparar con la crisis del 2008/2009. Pero dejame decirte que la percepción de que el Gobierno no arranca o no depende mucho del lugar que tenés en la pirámide social. Si vos no tenías para comer, el Gobierno creó una tarjeta alimentaria que te da la posibilidad de alimentar a los pibes. Si vos estabas endeudado con el Anses, como le pasaba a 4.900.000 millones de argentinos, el Gobierno te bajó cinco puntos la tasa y te pateó para adelante las cuotas que tenías que pagar por tres meses. Si tenés una pyme, el Gobierno te está tratando de ayudar con una moratoria fiscal. Si tenías dificultades para comprar remedios y te pasaba que no llegabas a comprar las recetas que te daba el médico, está el plan del PAMI para hacerse cargo del 100% de una gran cantidad de medicamentos. Ahora, ¿la Argentina está andando a la velocidad que Alberto Fernández espera? No, somos conscientes de la situación actual. Enfrentamos un trilema, una serpiente de tres cabezas. No son tres problemas distintos, es un mismo problema que tiene tres formas de atacarnos: la deuda, la recesión económica y la inflación. El instrumental económico se divide con fórmulas ortodoxas y heterodoxas. Si vos intervenís con fórmulas ortodoxas para frenar la inflación, se te dispara la desocupación y se te enfría más la economía. Si vos querés inyectar recursos de una manera acelerada para expandir la demanda, un modo keynesiano, eso puede provocar que ese excedente vaya al dólar y la inflación. Es un problema enorme, porque se da esta situación insólita, de estanflación con endeudamiento externo. Entonces, secuenciamos la resolución de los conflictos. Primero resolvemos la deuda, porque es la manera de resolver el dólar, el problema más importante que tenemos. Segundo, tenemos que bajar la inflación para terminar con esta inercia inflacionaria, y eso lo estamos conseguiendo. Y en relación a la demanda, priorizamos a los que están más abajo, porque entendemos que si le damos a la maquinita para poder dar los aumentos que nos gustaría, provocaría un problema de inflación. El Gobierno tiene un diagnóstico claro. ¿Es lo que nos gustaría?, No, pero es el país que heredamos.
- Hablemos un poco de política. ¿El albertismo existe? ¿Se lo quiere ocultar? ¿Se lo quiere mostrar?
- Te lo puedo decir con total tranquilidad porque lo hablé con Alberto. A Alberto no le interesa armar un albertismo, entre otras cosas, porque la sociedad está tan mal que si ve a los políticos preocupados en construir su propia quintita, eso puede generar tensiones que pueden devenir en cualquier cosa. No hay margen para este tipo de cosas. Si vos me dijeras que la Argentina crece al 4 o 5%, bajamos la tasa de inflación, las variables macroeconómicas se normalizaron, ahí las disputas son comprensibles, porque habrá alguno que quiera reemplazarlo a Alberto cuando él culmine su período presidencial, en la oposición va a pasar lo mismo, el que es subsecretario va a querer ser secretario, y el secretario va a querer ser ministro. Son cosas razonables que suceden en gobiernos que tienen la situación controlada, en Gobierno que heredó este desastre, si nos ocupáramos de estos temas, la sociedad nos mata. No hay margen para esto.
- La última. ¿Por qué el Gobierno no sabe hacerse entender con el campo?
- Cuando Alberto dice que aprendió de la crisis del 2008, ¿qué está diciendo? Primero, que el campo es generador de divisas y es el principal motor de la economía argentina. Esos dólares son necesarios, ningún país en el mundo permite que sus bienes estratégicos estén totalmente desregulados. Si nosotros elimináramos las retenciones, ¿qué sucedería? Subirían los alimentos.
- ¿Pero si se necesitan los dólares, por qué no se les da incentivos para que pueden producir más y no menos?
- Claro que se les da incentivos.
- ¿Cuáles?
- El precio del combustible, por ejemplo. La posibilidad de importar insumos a un dólar diferenciado. A un productor que produce menos de 1000 toneladas se le cobra menos, porque se lo hace con un criterio más equitativo. Básicamente, porque los grandes no son los actores más legitimados para exigir sus derechos. A los pequeños productores, que son los que mueven las economías de los pueblos del interior, también les viene bien que alguien escuche sus reclamos. No se está pensando en poner retenciones para ayudar a la industria, sino para ayudar a pequeños productores, los que generan cítricos, manzanas, arroz, vitivinícolas.
- ¿Pero el Gobierno va a confrontar con el campo?
- El Gobierno no tiene ningún interés en hacerlo, eso te aseguro. Se va a seguir dialogando y si hay cosas que si se tienen que corregir, se van a corregir. Si hay que explicarlas mejor, se explicarán mejor. Lo importante acá es que se entienda que no se quiere penalizar al que exporta, sino distribuir con equidad dentro mismo del sector para que economías regionales que producen empleo y generan vida a los pueblos del interior, no se mueran. Esta es la intención que tiene el Gobierno, y seguir generando consensos.
Comentá la nota