El diputado nacional de UP cree que Milei tiene una concepción de la democracia de lobbies y que su fanatismo ideológico es impulsivo, no elaborado. El rol del PJ, Macri y las provincias.
Por: Tatiana Scorciapino.
El arribo presidencial de Javier Milei y sus formas de gobierno terminaron de desconfigurar un escenario político herido desde la irrupción del libertario en el juego electoral. Así lo entiende el diputado nacional de Unión por la Patria, Leandro Santoro, quien en diálogo con Tiempo advirtió: «El país tiene un sistema político absolutamente amateur. Es todo irresponsable, todo berreta».
Con este presente, el reciente candidato a jefe de Gobierno porteño quiebra la quietud de la dirigencia y llama a la reconstrucción total del espectro político nacional. «Entiendo que hay que hacer otra cosa: ampliar los círculos concéntricos, para luego armar un segundo nivel de acuerdos ya con los que piensan diferente pero vivimos en el mismo país. Porque este país no le sirve ni a la derecha. Así como estamos, con la sensación de fragilidad que hay, ¿qué tipo que tiene guita va a invertir en nuestro país? Solamente alguno que sienta que puede ganar mucha guita rápido para después sacarla y fugarla», advirtió.
–¿Qué balance hacés de estas sesiones extraordinarias?
–Un delirio. Absolutamente lisérgico. Nadie sabía el resultado de lo que estábamos haciendo, ni siquiera iniciada la sesión. Los ministros que venían a defender el proyecto se enteraban de la redacción cuando se la comentábamos nosotros y decían que estaban en contra de lo que decía, por lo que se comprometían a modificarla. Los diputados del oficialismo trataban de no exponerse demasiado para defender el proyecto y acordaban cosas con la oposición dialoguista, pero resulta que después cuando iban al papel decía cosas diferentes de lo que se habían comprometido verbalmente.
–¿Qué lectura hacés de los constantes ataques de Javier Milei?
–Él tiene una concepción de la democracia de lobbies, no cree en la democracia representativa y deliberativa. Cree en la democracia de las corporaciones y grupos de presión. A esos fijate que nunca los menciona. Cualquier conato de democratización del debate con la ciudadanía, él se pone incómodo. Se resiste a reconocer la legitimidad de los actores que estamos sentados acá, que por más que la sociedad, en eso coincido, tenga una visión negativa de la política en términos generales, a todos los diputados y gobernadores los votó la gente. Es una contradicción más en la que tenemos que vivir los argentinos: la sociedad puede no tener la mejor valoración del Congreso y al mismo tiempo esté en contra de cerrarlo. Podés decir que es raro, pero así funcionan las sociedades complejas hoy en el mundo.
Foto: Edgardo Gómez
–¿Por qué creés que sigue por esta línea?
–Por vanidad personal, no hay explicación política. Es la sensación de sentirse superior moralmente, estéticamente y de menospreciar la representación popular que ejercemos quienes no pensamos como él. En un segundo plano, está la consecuencia de su fanatismo ideológico, que parte de la premisa de que la verdad te asiste solamente a vos, y que el otro si no te acompaña es un enemigo. Y en tercer lugar, puede que piense que eso le «garpa» frente a su propio electorado. Al no poder bajar la inflación, recuperar el salario, ni crear buenos empleos les muestra que por lo menos se pelea con la política. Pero no creo que sea tan elaborado: él es impulsivo. Porque si no, habría una política más articulada.
–¿Cuánto lo ayudaría la incorporación de Mauricio Macri en el gobierno en el ordenamiento de la comunicación y la gestión?
–Mucho, es un error no incorporar al expresidente. Macri es un hombre de derecha pero un profesional de la política. Ganó en Boca, en la Ciudad dos veces, armó un partido político de cero, fue presidente de la Nación… Lo que veo es mucho peor que un gobierno de ultraderecha: es un gobierno completamente irresponsable conducido por gente que no entiende nada de política. Ojo, porque la desilusión después de la desilusión va a ser muy difícil de administrar. ¿Qué va a pasar en la gente que cree en Javier Milei, en el proyecto liberal o las ideas conservadoras si ve que el gobierno finalmente fracasa porque sus dirigentes no estaban aptos para llevar adelante el proyecto que le habían propuesto a la sociedad? Ojalá que se nutra de gente profesional que entienda cómo hay que construir consensos y cómo plantear las disidencias. Hoy fui a cargar la SUBE y te deja poner dos lucas nomás. No solamente son insensibles porque aumentan el valor del transporte (en la Ciudad se va a ir el subte a 700 pesos), no te suben los montos para que puedan cargar. Ninguno viaja en bondi, en subte, no conocen el país. Él piensa que se pelea con un gobernador y la gente porque le da like, lo apoya. Y en realidad la opinión pública es contradictoria, pide una cosa y después otra. Su propio electorado puede festejar algunas cosas y el día de mañana criticarle lo que le festejó ayer. La Argentina necesita dos años de gobierno de concertación. Dos años de tregua. Así como estamos, por el camino que nos lleva Milei, va a ser ingobernable para cualquier signo político. Hay que construir consensos elementales para que después la Argentina pueda iniciar un proceso de debate ideológico natural pero que no sea autodestructivo. Acá la premisa de cualquier espacio político es que le vaya mal al que está enfrente. Así no se puede, hermano. Además hay que pensar una alianza de otro tipo. Una alianza de la provincia de Buenos Aires, del Conurbano, con Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Hay que pensar un acuerdo del país productivo para tener un proyecto nacional. Porque la posibilidad de una balcanización la veo a la vuelta de la esquina así como vamos
–¿Cómo ves la posibilidad de que haya más espacio en el Frente de Todos para gente como vos, Grabois, Moreno?
–No creo que los dirigentes políticos que tengan vocación de transformación y de poder somos los que vamos a la televisión. Hay un montón de gente que trabaja con mucho ímpetu y sin embargo no tiene los niveles de popularidad que tenemos quienes vivimos en la Ciudad de Buenos Aires y podemos ir a cualquier programa.
Foto: Edgardo Gómez
–Bueno, pero hay una sensación de desamparo en la militancia.
–Lo entiendo perfectamente pero quiero ser consecuente y franco: es más importante ser buena persona que ser exitoso. No hay que sobredimensionar la visibilidad mediática. En segundo lugar, creo que la gente tiene que definir posiciones en función de un proyecto estratégico. El carro tiene que ir atrás de los caballos. Esto se ordena con ideas. Hay que tener un proyecto de país además de llegar a una concertación, que es un proceso de aprendizaje colectivo que va a demorar. Hoy Argentina no está para hacer un gran pacto de la Moncloa, pero tiene que ir hacia eso con acuerdos políticos que vayan balizando ese camino. En el mientras tanto hay que tratar de estabilizar la economía y redistribuir mejor el ingreso.
–Hablabas del gobierno de unidad con las provincias. ¿Ves voluntad de Llaryora o Pullaro de sumarse a Axel Kicillof?
–El libro El nudo, de Pagni, habla de una Argentina que hay que reflexionarla. Un conurbano que tiene un nivel de influiencia sobre las decisiones estratégicas del país que puede ser percibido por otro sector como un adversario o enemigo. Yo pago retenciones para que el gobierno nacional le dé planes a los vagos del conurbano para que voten al peronismo, por ejemplo. Ese mecanismo complejo y construido de mentiras y medias verdades, hay que saberlo leer para desmontarlo y después construir un consenso que sea más sano para la sociedad argentina. El recelo de personas del resto del país con el AMBA es histórico. Pero que haya planteos que pasen por la utilidad de seguir perteneciendo a un país como el nuestro, a mí me preocupa. Más cuando tenés un gobierno que se autodefine como anarquista.
–¿Cómo tiene que armarse el PJ entonces?
–El campo nacional y popular tiene que hacer una convocatoria abierta y generosa en función de un proyecto de país. Lo mismo que hicimos en la Ciudad. Hay que mirar cómo fue la construcción del PT en Brasil. Lula tuvo cuatro elecciones: en la primera era trosko, en la segunda era socialdemócrata, en la tercera era desarrollista. En las tres perdió. En la cuarta elección, con los pastores evangélicos adentro, con Alencar. La clave fue que no se le fracturó el PT. En Argentina si iniciaras ese proceso de expansión de los círculos concéntricos, no te faltaría el que te dijera que estás perdiendo identidad en lugar de entender que la estás expandiendo. Para tener capacidad para transformar la realidad tenés que tener poder político. Y no está en la Casa Rosada o la Quinta de Olivos. El poder político hay que construirlo y ejercitarlo para después vincularse con el poder real. Ese proceso de acumulación política que veo que tiene este gobierno y tenía el anterior también, te lleva a tener que tomar decisiones muy posibilistas y muy tácticas. El peronismo debería tener una lectura actualizada del poder.
Comentá la nota