La guerra de egos entre el economista y el tigrense boicotea al espacio. La mano de los K.
La primera traición la sintió Sergio Massa. Roberto Lavagnale había perjurado que no sería candidato y él se imaginó como el líder de la tercera posición, ahora que por fin su “avenida del medio” insinuaba con ensancharse. Pero las arengas de Eduardo Duhalde, más un grupo de empresarios interesados, subieron al economista al ring y tiraron la promesa por la borda.
El tigrense no se sorprendió, en definitiva la traición es inherente a la política. Pero exteriorizó su bronca e indignación: de repente a su avenida se le sumaba un conductor de peso. Si no fuese porque se debaten el futuro de una importante candidatura a presidente, para las elecciones que están a la vuelta de la esquina, podrían parafrasear la clásica canción de Los Pimpinela, que repite hasta el hartazgo: “Me engañaste, me mentiste”.
Hubo una segunda traición, pero fue a la inversa. Massa presentaba sus 10 puntos anti crisis en un acto en la Sociedad Rural que se pareció mucho a un lanzamiento de campaña, a principios de abril. Pero sus flirteos con el kirchnerismo incomodaron al economista, que aprovechó para marcar distancia: “Ese no es mi proyecto”.
La lucha, en definitiva, se reduce a la candidatura: Lavagna quiere lograr el “consenso” alrededor de su figura. Massa, junto al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quiere enfrentarlo en una interna. Si hay arreglo, será en el minuto anterior al cierre de listas, porque nadie dará el brazo a torcer por ahora.
En Salta repiten una explicación que poco tiene que ver con cuestiones ideológicas: “Con la plata que gastamos hasta acá, ni se nos ocurre no participar”, dicen apelando al humor. En Tigre juran que seguirán por el mismo camino: “Massa va a morir con las botas puestas”.
Por el lado de Lavagna, ya está en marcha el “plan B”, si los otros dos precandidatos no hacen caso a su deseo. En el massismo lo llaman “operativo sello de goma”.Tienen el dato de que el ex ministro de Economía podría jugar solo, por fuera de Alternativa Federal, con un partido independiente. “Sabemos que están reclutando fiscales por todo el país”, sostiene una fuente cercana a Massa.
Después de los chispazos hubo un pacto de no agresión y en las últimas horas acordaron bajar el tono. Mucho tuvo que ver la buena gestión de Marco Lavagna, el hijo del economista, quien es el que lleva y trae la información que se cuece en lo más profundo del armado de Alternativa Federal.
Congreso. El último intento por hacerlo cambiar de idea al ex ministro de Economía fue el miércoles 10, cuando Miguel Ángel Pichetto lo citó para que se reuniera con el bloque de senadores del PJ. Lavagna expuso delante de 15 legisladores su idea de hacer un frente nacional en el que el peronismo no K sume al socialismo y al radicalismo. Pero algunos lo recibieron con cierta hostilidad: su idea de consenso sin interna no prende en muchos. “Si vamos a las PASO, nos vamos a fortalecer”, le dijo el catamarqueño Dalmacio Mera, primo de Urtubey. Lavagna no lo escuchó.
Alternativa Federal representa hoy un diálogo de sordos. Todos intentan disuadir, pero nadie es permeable a un argumento. Todos siguen tirando de la cuerda, pero a esta altura son conscientes de que un paso en falso sería catastrófico. “Si Lavagna se baja a último momento, porque no quiere dar la interna, arruina lo que se construyó hasta ahora. Porque no habrá tiempo para que Massa o Urtubey consigan retener los votantes. Se nos van a hundir todos en la grieta”, se sincera ante NOTICIAS un armador de Alternativa Federal.
Los K. En el kirchnerismo ven de afuera esta parodia de Los Pimpinela, pero no sin interés. Es que desde hace un tiempo coquetean con Massa y hasta se atreven a elogiarlo: “Sergio tiene una trayectoria y a eso se lo reconocemos”, comenta un armador kirchnerista. Y agrega: “En cambio Lavagna estaba corrido y ahora quiere ser candidato, empujado por Techint. No son así las cosas”.
Según reconocen, hay un diálogo fluido entre Máximo Kirchner y su lugarteniente “Wado” de Pedro con Massa y su cuñado Sebastián Galmarini. Pero en Tigre hacen equilibrio para no mostrar esa cercanía. Ese movimiento pendular no hace más que enojar a Lavagna y a su nuevo entorno socialista (liderado por el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz), quienes lo creen poco fiable.
El jueves 11, al cierre de esta edición, Lifschitz se reunía con Urtubey en Rosario, con objetivos muy distintos. En Santa Fe aseguraban que buscaban convencerlo del consenso, atrás de Lavagna. En Salta, por el contrario, indicaban que el objetivo del mitín era conseguir que el anfitrión entienda la necesidad de que todos los interesados vayan a internas.
Los números los muestran como los más competitivos de su espacio. Según la consultora Synopsis, si las elecciones fuese hoy, Lavagna sacaría un 16,5 por ciento, mientras que Massa llegaría a 10,7. Los dos están por debajo de Macri y Cristina Kirchner.
Una reflexión en forma de broma suelen hacer a espaldas del tigrense por la sangría que sufrió en el último tiempo. Después de conservar intacto el Frente Renovador durante el gobierno de Cambiemos, aún estando en el llano, a Massa se le fueron Felipe Solá, Daniel Arroyo, Facundo Moyano y los Lavagna, entre otros. “Hizo una buena carrera, pero se le salieron las ruedas en la última curva”, se mofan en el peronismo. De todas maneras, Massa no va a desistir. Habrá más peleas entre los Pimpinela del peronismo.
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