Lagarto Guizzardi: Córdoba fue siempre muy rebelde

Lagarto Guizzardi: Córdoba fue siempre muy rebelde
Es el rostro con mayor audiencia de las mañanas televisivas locales desde hace una década. Nació en Río Ceballos, pero a los pocos meses su familia se fue a un pueblo de la provincia de Buenos Aires y regresó a La Docta ya de adulto, previo paso por Rosario. Asegura que la tele es “su nuevo amor”, pero dice que si lo apuran se queda con la radio.
Es un caso raro el de Aldo Guizzardi: tiene menos tonada que un recién nacido; muchos creen que es rosarino, pero vivió más tiempo en un pueblo del interior de Buenos Aires que en la ciudad costera del Paraná; cada semana informa desde su programa el derrotero de los equipos de fútbol locales y sin embargo es hincha de Central; y su nombre de pila es desconocido de manera proporcional al grado de popularidad de su reptilesco apodo.

El comerciante, el ama de casa, el tachero, casi nada conocen de un tal Aldo, pero todo el mundo sabe quién es el “Lagarto”.

Pasaron apenas 10 minutos del mediodía, y el estudio más nuevo de Canal 12 es un hervidero: los integrantes de la mesa de El Show de la Mañana se sacan los micrófonos mientras los miembros de un grupo musical guardan los instrumentos y el equipo de técnicos ordena todo.

Es parte de la rutina habitual de un grupo de trabajo que lidera la franja horaria de la media mañana televisiva local desde el año 2005, encabezado por un tipo que, a pesar de las foráneas particularidades mencionadas unas líneas atrás, es tan cordobés como la peperina, el ferné con Coca o los cambios en el sistema de transporte.

“Yo no soy ni de cerca rosarino. Sucede que mi primer paso como profesional lo desarrollé en esa ciudad. Ahí me hice amigo de gente con la que iba a la cancha y empecé a simpatizar con Central, equipo del que finalmente terminé hincha. Pero yo nací en Río Ceballos y cuando todavía era muy chiquito nos fuimos al lugar de donde son oriundos mis padres. Podría decirse que dividí mi infancia entre Colón, en la provincia de Buenos Aires, y Río Ceballos, porque veníamos todos los veranos. Ya de grande me radiqué definitivamente acá.

–¿A qué edad te viniste a Córdoba?

–Después de vivir en Colón me fui a Rosario, donde terminé el secundario y empecé a trabajar. Luego me vine a Córdoba, a los 17, 18 años.

–¿Cómo te iniciaste en los medios?

–Fue en Colón, en una radio. Cuando llegué a Rosario lo hice para terminar los estudios con la idea de seguir medicina. Terminé muy temprano el secundario, a los 16. Finalmente me inscribí y la verdad es que no me gustaba mucho. Como ya tenía una base, me fui a probar a Radio Splendid, donde justo estaban haciendo un concurso para locutores de turno. Y quedé. Trabajaba los sábados a la noche y los domingos a la mañana. Después ya me vine a Córdoba a estudiar periodismo en la Escuela de Ciencias de la Información, “La Escuelita”. Soy de la primera promoción, del año 72, antes de que la cerraran en el 75.

–Viviste en otra provincia y volviste de grande. ¿Qué rescatás del cordobés?

–Cuando me vine a instalar aquí, esto era otra Córdoba. Lo que me enamoró del cordobés fue la actitud de rebeldía que tenía, una actitud que reinaba en cada rincón de esta ciudad en aquella época. Córdoba siempre fue rebelde, era noticia en todos lados porque era protagonista de los grandes acontecimientos, de los grandes cambios. Desde lo futbolístico hasta lo político. Y me cautivó esa sensación de rebeldía. Yo regresé a principios de los setenta, cuando todavía se vivían los ecos del Cordobazo, había muchas luchas estudiantiles y presencia obrera en las calles. Se respiraba ese espíritu rebelde justo en un momento de mi vida en el que integraba el mundo universitario.

–Dijiste que aquella no es la misma Córdoba que la de ahora. ¿Dónde ves ese cambio?

–Si bien Córdoba era una ciudad con ese espíritu rebelde que mencioné, también es verdad que parte de su sociedad era conservadora. Ese punto yo creo que se ha ido acentuando y se ha perdido algo de esa rebeldía, producto de la serie de acontecimientos que siguieron en todos estos años. La veo un tanto aplacada.

–¿Y a la ciudad cómo la ves?

–A la ciudad de Córdoba siempre le faltaron cinco para el peso. Córdoba nunca pudo redondear un proyecto de ciudad planificada que pueda sostenerse. Creo que tuvo buenos intentos, y si tengo que enumerar algunos puedo citar la recuperación del río por parte de Mestre padre, que fue una buena iniciativa pero quedó a mitad de camino porque nadie la continuó; la descentralización que ensayó Martí, que también quedó inconclusa. Después vino una sucesión de gobiernos complicados, y en ese sentido me parece que Córdoba tiene la cara que sus gobernantes le han dado. Y esa cara no es de lo más linda.

Días de radio. Si bien la actual popularidad del “Lagarto” se debe en gran medida al posicionamiento de El Show de la Mañana en la grilla de productos locales para TV, no puede disimular la pasión que lo embarga cuando describe la forma en que se trabajaba en radio allá por los 70 y los 80. Habla y le brillan los ojos.

“El primer medio en el que trabajé aquí en Córdoba fue LV2, como locutor de turno los domingos a la tarde. Recuerdo que terminaba el pelado Ayi y entraba yo. Por lo general, estaba en los estudios sin hacer nada porque justo en ese momento empezaban las transmisiones deportivas. Después participé en algunas cositas de LV3: me inscribí en un concurso para locutores y quedé elegido para estar en planta cuando todavía era estatal; pero simultáneamente Percy Llanos, que estaba en Radio Universidad, me convoca para ir ahí. Entre estar en LV3 y partir a Radio Universidad me decidí por esta última. Después tuve idas y vueltas, pero pasé por las tres emisoras”, dice con orgullo.

–¿La radio o la tele?

–En televisión estuve en el 10 y ahora en el 12, canal en el que ya llevamos 13 años de trabajo. Yo digo que la televisión es mi nuevo amor, vendría a ser como la novia del centro. En cambio la radio es la novia del barrio, la primera, y por lo tanto la que no se olvida. La radio siempre va a estar y difícilmente te haga reproches; la tele es la que te shockeó un poquito porque estaba cheta y bien vestida. Si tengo que definirme, me quedo con la radio.

–¿Qué fue lo mejor y lo peor que te pasó en tu profesión?

–Lo mejor es haber tenido la posibilidad de trabajar en grandes proyectos. Tuve la suerte de estar en los programas que hizo Jorge Zapata. El me dio la oportunidad de participar en ellos y conducirlos: Telemanías, La Pachanga y Muy Buenas Tardes. Hacíamos los tres simultáneamente y todos fueron proyectos populares y exitosos. Y claro que también rescato El Show de la Mañana, que es el proyecto que hoy tenemos. Porque fue un riesgo, apostamos y acertamos. Nos jugamos por una cosa novedosa que es esto de la mañana, de haberle ganado a la radio un espacio que siempre le perteneció de manera exclusiva.

–De hecho es un formato radial con imagen.

–Es así. Y me da mucho placer que ese proyecto que comenzó en 2005 hoy pueda competirle a la radio de igual a igual.

–En tu programa tenés mucho feedback con la gente a través de los mensajes, de las notas, de los llamados. ¿Cómo notás hoy al cordobés?, ¿qué le preocupa?

–Casi sin dudarlo, hoy el cordobés está profundamente afectado por el tema de la inseguridad. Si lo tengo que resumir en una palabra, la sensación que me dan los mensajes es que la gente tiene miedo. Después recién vienen todos los otros problemas cotidianos de las ciudades.

–¿Y como ves que reacciona ante eso?

–Hasta el 2002, el cordobés cargaba con mucho pesimismo y resignación. Pero a partir de ahí te podría decir que el cordobés poscrisis es un poco más optimista.

La bio del Lagarto

»Nació el 1º de febrero de 1954, en la ciudad de Río Ceballos. Poco después su familia se fue a Colón, en provincia de Buenos Aires.

»Quiso estudiar medicina en Rosario, pero los quirófanos no eran para él y empezó en la radio. A partir de los 18 años no paró de trabajar en los medios.

»Su mujer se llama Silvana, y trabaja a su lado como productora. Tiene un hijo de 12 años que se llama Lucca. Aunque fue papá “ya de grandecito”, asegura que se lleva muy bien con eso de la paternidad.

La Mole, los humoristas y el recuerdo de Percy

“Chau, culiao”, dice a modo de saludo general Fabio “La Mole” Moli cuando termina el programa. Más allá, en un rincón, Cacho Buenaventura tira un último chiste y todos, incluidos los técnicos, largan las carcajadas. El boxeador lee los títulos de la farándula una vez por semana y nadie aguanta el bloque sin reír.

Por los ciclos del “Lagarto” ha pasado gran parte de los humoristas cordobeses, los “viejos” y los que se están ganando un espacio importante. “Yo viví muy de cerca la llegada de la nueva camada, porque varios de los chicos que han salido trabajaron conmigo. Pero la primera vez que se pone en una mesa a un humorista en un programa de radio fue a mediados de los 80, en un ciclo de Universidad en el que estaba Chichilo Viale. Después lo traje en el 2000 a Mario Devalis y también incorporamos al Flaco Pailos. Yo veo en ellos y en Adrián Gómez a parte del nuevo grupo de humoristas. Y por suerte tenemos a los históricos de siempre, que son impresionantes, como Cacho”.

El “Lagarto” se deja un espacio para el recuerdo de alguien que lo marcó: “Me gustaría una radio como era Universidad en los 70, y ese tipo de radio hoy no está. Hay otro modelo, que no es ni mejor ni peor, pero es distinto. Todo lo bueno que yo aprendí lo saqué de ahí, trabajando al lado de Percy Llanos, que trabajaba en silencio pero dejaba una huella”.

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