El lado B del superávit, caída de los ingresos, un ajuste brutal del gasto público y dudas sobre el cepo

El lado B del superávit, caída de los ingresos, un ajuste brutal del gasto público y dudas sobre el cepo

Los números de la economía no sólo ponen en duda si se podrá y como sostener este balance positivo, además abren un interrogante sobre si el presidente Milei y el ministro Caputo cumplirán su promesa de levantar las restricciones cambiarias.

 

Carolina Berardi

Por sexto mes consecutivo, el Gobierno nacional anunció haber alcanzado el superávit tanto fiscal como financiero. Sin embargo, la contrapartida de este logro es un ajuste sobre los ingresos de la población: vía recorte de jubilaciones y salarios y aumento de tarifas.

Desde el Ministerio de Economía publicaron los datos referidos a los ingresos y gastos del Estado en el mes de junio de 2024. Por sexto mes consecutivo, se alcanzó el superávit fiscal y también financiero: es decir, el Estado recaudó más de lo que gastó (incluyendo los intereses de deuda). El resultado fiscal fue positivo por 488,6 mil millones de pesos y luego de pagar los intereses, el superávit financiero fue de 238,2 mil millones de pesos.

El lado “B” de este logro es un ajuste brutal del gasto público: en junio se derrumbó 35,2% en términos reales con respecto a un año atrás, superando las caídas de mayo (-28,7%), abril (23,7%) y marzo (28,6%). En términos acumulados, en lo que va del semestre, el Estado gastó 32,2% menos que en el primer semestre de 2023.

Los ingresos del Estado tampoco muestran cifras para celebrar: se desplomaron 14,8% en términos reales, constituyendo el peor registro del año (el segundo peor fue marzo con -8,6%). A su interior, los principales tributos muestran caídas de dos dígitos: el IVA recaudó 20,1% menos que un año atrás y aportes y contribuciones a la seguridad social, 9,5% menos. La excepción la aporta el rubro “Resto tributarios”, cuyo principal componente es el impuesto país: creció 76,1% con respecto a junio de 2023, cuando la alícuota no era tan alta ni abarcaba tantos conceptos. 

Estos números dejan entrever algunas cuestiones: por el lado de la actividad económica, lejos estamos de tocar piso si miramos la evolución del IVA, que se aproxima como indicador de actividad. Tampoco están los salarios cerca de recuperar el poder adquisitivo –y con ello de reactivar el consumo– si observamos la caída de aportes y contribuciones. Finalmente, la importancia que adquiere el impuesto país mes a mes en la recaudación del Tesoro despierta alarmas en torno a la sostenibilidad del superávit: “Resto tributarios” representó 13,4% de los ingresos. ¿Cómo podrían entonces reducir la alícuota del 17,5% al 7,5% que prometieron llevar adelante Milei y Caputo si se sancionaba la ley Bases? Más aún, ¿cómo podrían prescindir de la totalidad de este ingreso al levantar el cepo?

Por el lado de los gastos, prácticamente todas las partidas muestran derrumbes de dos dígitos. Las jubilaciones mostraron una contracción de 17,8% interanual y las asignaciones (universales y familiares) se recortaron 1,3% repercutiendo en los ingresos de estos grupos de población.

Los mayores recortes se produjeron en subsidios. Los energéticos se redujeron 81,2% interanual, cuya contracara es el incremento tarifario que está llegando a los hogares, comercios e industrias y los del transporte cayeron 48,9% con boletos más elevados en términos reales que hace un año atrás, y cuyo incremento adicional viene siendo postergado por el Gobierno desde febrero. 

y el componente principal del ajuste lo constituyen los salarios estatales (explican el 85% del gasto de funcionamiento), cuya partida presupuestaria se desplomó 18,8%, impulsada no sólo por la reducción de la planta de personal sino sobre todo por la licuación de los sueldos.

Las transferencias a las provincias tampoco escaparon del recorte de Milei: se redujeron 72,2% con respecto a junio de 2023, alcanzando todos los rubros: salud, seguridad social (con partidas nulas para las provincias que no transfirieron sus cajas a la ANSES) y educación, por la eliminación del FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente) y los recortes tanto en alimentos para comedores escolares como en financiamiento para la implementación de la quinta hora en la primaria. 

Las universidades se declararon en emergencia (https://www.cin.edu.ar/sin-salarios-dignos-no-hay-universidad/) y ¿la respuesta? desde el gGobierno fue prácticamente no transferir recursos: se desplomaron 95,1% interanual.

Por último, la inversión tampoco repuntó: se ubicó 74,4% por debajo de la realizada en junio de 2023, producto de la paralización de la obra pública, interrumpida por escasas excepciones. Una de ellas es la planta compresora de Tratayén, que permitirá inyectar más volumen en el gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Esta obra fue detenida en diciembre pero luego de los traspiés que sufrió el Gobierno en materia de abastecimiento de gas, se aceleró su construcción y finalización.

En suma, en lo que va de 2024, el oficialismo celebra un superávit alcanzado a través del ajuste principalmente de jubilaciones y obra pública. Estos dos componentes explican la mitad del recorte. Otro 16,2% es atribuible a la reducción de subsidios, 10,6% al funcionamiento del Estado y 9,7% a diversas prestaciones sociales como puede observarse en el gráfico elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

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