Una labor silenciosa e ininterrumpida desde hace mas de 20 años

Una labor silenciosa e ininterrumpida desde hace mas de 20 años

Desde hace mas de dos décadas ,  el hogar Madre Micarelli, bajo la dirección de las Hermanas Franciscanas Misioneras del Niño Jesús y el apoyo del Estado provincial, viene realizando de manera continua y silenciosa   una fecunda labor de asistencia y formación integral de niñas y adolescentes.

 

La institución ubicada en Brandzen 243 tiene la apariencia de una casa común y corriente. Sin embargo -puertas adentro-, además de las comodidades que posee, tiene la calidez de un  verdadero hogar, donde veintidós niñas -de entre cuatro y diecinueve años- se reencontraron con  la contención y el cariño de una familia.

El hogar Madre Micarelli, de las Misioneras Franciscanas del Niño Jesús, viene realizando una  labor silenciosa, basada en el amor al prójimo y entrega a la infancia carenciada o en  situación de riesgo. Una labor comprometida y ejemplar impulsada por la inquebrantable fe que se expresa en la calidez humana y el acompañamiento, posibilitando a la infancia y adolescencia la concreción de sus sueños y aspiraciones.

Historia

Corría el año 1993 cuando las religiosas de la orden fueron invitadas por el entonces monseñor de la Diócesis, Dante Sandrelli, para hacerse cargo de cuatro niñas que huérfanas que vivían allí con una madre sustituta.

“Estábamos en Estanislao del Campo, donde la Orden tiene un hogar de ancianos y un jardín maternal, cuando el obispo nos había hablado acerca de las necesidades que existían en capital y no dudamos en replicar el trabajo que ya veníamos e iniciamos la obra”, recordó la hermana.

Fue así  como  el 12 de abril de ese mismo año comenzó a funcionar el Hogar Madre Micarelli en una casa que había donado una ex docente de la Escuela Nº2 llamada Juanita, cuyo sueño era que el lugar se convirtiera en un hogar  para niñas.

De a poco, se sumaron otras menores con realidades muy disímiles -algunas huérfanas, otras, víctimas de violencia familiar, abuso o maltrato. Historias de vida muy fuertes que solamente el cariño y la comprensión -sumados al tratamiento profesional que se les brinda- supieron mejorar, a la vez que dibujaron sonrisas en sus rostros.

“Con seguridad, el sueño de Juanita se ha cumplido ya que a lo largo de los 17 años que llevamos en la ciudad, muchísimas niñas han pasado por acá. Muchas de ellas ya formaron sus familias, aunque siempre regresan a visitarnos con sus hijos e inclusive alguna tienen sus hijas acá por razones de trabajo”, aseveró la religiosa.

La antigua casa de Juanita es hoy una institución  que se destaca por la prolijidad y el orden en cada uno de sus rincones. A la vieja estructura se sumó en el  2006 una moderna edificación de tres plantas con salida a la calle Rivadavia.

Salas de estudio, biblioteca, una amplia cocina equipada, comedor, sanitarios y hasta una capilla interna se encuentran en la planta baja, además de un extenso patio con juegos infantiles.

En el primer y segundo piso se encuentran los tres amplios dormitorios para las internas que son agrupadas según las edades.  En ellas se disponen hileras de cuchetas y placares incrustados en las paredes, destacando el orden y la calidez del ambiente.

Provista de todas las comodidades, la construcción fue totalmente financiada por el Gobierno de la Provincia, que además le proporcionó de personal de limpieza, cocinera, maestras y profesoras de apoyo y psicopedagoga  que cumplen funciones en el hogar además, de un subsidio mensual para solventar las necesidades.

“Un hombre noble”

La hermana Adriana Torres destacó el apoyo recibido desde un primer momento por el gobernador Gildo Insfrán. “Él es una persona de corazón noble, siempre dispuesto a ayudar a los necesitados. En una de sus visitas al hogar en compañía de sus hijas Sofía y Yanina, le habíamos planteamos la necesidad de contar un patio de recreación y le comentamos que uno de los terrenos adyacentes estaba en venta. Su respuesta fue Veremos que se puede hacer”.

“Al poco tiempo, levantaron una gran muralla y comenzó la demolición y posterior construcción. Pensamos que el terreno se había vendido, pero grande fue nuestra sorpresa cuando nos informaron que estaban construyendo el nuevo edificio para el hogar”, detalló.

“De manera silenciosa y sin hacer alarde, el Gobernador siempre se hace eco de las necesidades del hogar, siempre tiene presente a las niñas, haciéndoles llegar obsequios para Navidad, Pascua o Reyes o simplemente visitándolas. Somos testigos de la generosidad y solidaridad que tiene, por lo cual estamos profundamente agradecidas”, destacó la religiosa.

Torres comentó que sin la providencia divina sería imposible continuar con la labor del hogar que lleva el nombre de la fundadora de la congregación, la madre  Bárbara Micarelli, cuya principal premisa fue  fomentar la solidaridad de la sociedad en beneficio de los necesitados. Por este motivo, hizo extensivo su reconocimiento a todas las instituciones y personas que colaboran de manera permanente.

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