El Ministro de Desarrollo Productivo inauguró el primer congreso internacional de cannabis, organizado por el Gobierno. Participaron especialistas y productores. Hubo consenso de legisladores para regular el uso adulto de la marihuana.
Hace tan solo unos años hubiera sido inimaginable que el Gobierno -del partido que sea- organizara un congreso internacional sobre cannabis. Sin embargo, la potencialidad que muestra el negocio de la industria cannábica en países que regularon su producción, como Estados Unidos, Canadá o Israel, abrió la ventana de una posibilidad cierta para el país de generar nuevos ingresos, fuentes de trabajo y mover el mercado consumidor.
Con una proyecto de ley que permitirá la fabricación de productos a base de la planta milenaria con media sanción del Senado, y a la espera de su aprobación en Diputados, el Ministerio de Desarrollo Productivo nacional organizó el Primer Congreso Internacional Cannabis y Desarrollo Productivo con la participación de empresarios de diversos países, cultivadores, militantes, médicos, funcionarios provinciales y legisladores nacionales.
“Hoy ya no estamos para discutir qué es el cannabis medicinal y su relevancia sino un pasito más: pensar el futuro de esta industria en Argentina, cómo trabajamos una industria de calidad y aportar soluciones a mucha gente que lo necesita. Es un desafío hermoso pensar una industria nueva desde cero, cómo la desarrollamos con presencia de cooperativas, de Pymes, con investigación aplicada, que pueda plantear un producto de calidad”, abrió la jornada el ministro Matías Kulfas, como anfitrión e impulsor del proyecto de ley que contempla la creación de la Agencia Regulatoria de la Industria del Cannabis.
El ministro de Desarrollo Productivo nacional aseguró este martes que el del cannabis medicinal y cáñamo (como se reconoce a la planta en su uso productivo) es “un sector con excelentes oportunidades de desarrollo para la Argentina” y que el país “tiene mucho para aportar” en un contexto de crecimiento exponencial de la actividad en varios países del planeta.
“Estamos convencidos que este sector puede generar un gran desarrollo productivo para el país. Argentina tiene un sector agropecuario con trayectoria, posee experiencia en materia de investigación y desarrollo para mejorar las variedades de genéticas y semillas y es una actividad que genera una gran cantidad de eslabonamientos, con más de 200 productos y subproductos en insumos, tecnología y cultivo”, comentó el ministro.
No hay dosis letal ni evidencia de que el cannabis provoque adicción”, dijo la neuróloga Silvia Kochen
Sobre la potencialidad de Argentina, Kulfas explicó: “Tenemos un sistema de investigación y desarrollo, hay redes, una red del Conicet que trabaja este tema y realizó aportes significativos. Hay iniciativas provinciales, lo que queremos en este congreso internacional es reflexionar sobre el camino que hemos emprendido”. Y repitió la proyección de 10.000 empleados nuevos para 2025 generados por la industria del cannabis que ya había hecho al presentar el anteproyecto de ley, aunque esta vez agregó: “Otros sectores dicen que pueden ser mucho más de 10.000 empleados. Ojalá, que haya más trabajo. Estamos en las puertas de algo nuevo que nos llena de entusiasmo”.
El Congreso fue organizado alrededor de cinco mesas con temáticas diversas a través de las cuales los invitados explicaron las diversas aristas del mundo del cannabis, la industria y su relación con la ciencia, el conocimiento y las economías regionales.
En la mesa de “Avances legislativos”, las diputadas nacionales Mara Brawer y Carolina Gaillard junto a Anabel Fernández Sagasti y Alfredo Luenzo, del Senado, coincidieron en la necesidad de que luego de aprobada la ley de regulación de la industria del cannabis se debata en el Congreso una ley de regulación del uso adulto para poner fin a las detenciones de consumidores y cultivadores.
Las declaraciones fueron en consonancia con las que semanas atrás hizo el presidente Alberto Fernández, quien manifestó su apoyo al debate legislativo. “Cuando a mí me invitan a esta discusión la primera tentación mía, es decir bueno debatamos, pero sin hipocresías. Lo primero que tenemos que hacer es terminar con la hipocresía. La marihuana hace daño, el tabaco mata de cáncer y el alcohol degrada al ser humano. Si estos dos son legales, explicame porque está la ilegalidad en este lado”, le dijo al periodista Julián Leiva. En ese sentido, los cuatro legisladores que participaron del Congreso coincidieron en la necesidad de una modificación de la ley de drogas actual.
En relación al proyecto de ley que tiene media sanción en el Senado, el Gobierno quiere que haya una industria nacional del cannabis, que los aceites, los preparados, los productos vinculados como bebidas o el desarrollo de textiles se puedan fabricar en el país y propiciar también la exportación.
En ese sentido, el primer panel, “Experiencias Internacionales”, contó con la presencia remota del ex secretario general en Junta Nacional de Drogas de Uruguay durante el gobierno del Frente Amplio y uno de los impulsores de la regulación del cannabis en ese país, Diego Olivera, el cannabicultor y director de cultivo R&D, Cann-Il, Universidad Bar Ilan de Israel, Matías Litvak, cuya historia contó Infobae semanas atrás; el presidente de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis, Rodrigo Arcila; y Chanda Macias, directora ejecutiva en Ilera Holistic, una empresa de cannabis medicinal de Louisana, Estados Unidos. Macías es además una de las referentes del “feminismo cannábico”, fundadora de Women Grow, un espacio de formación de mujeres emprendedoras y usuarias medicinales de cannabis.
Los disertantes plantearon las ventajas y las dificultades del inicio de una nueva industria. Olivera explicó los procesos de regulación que siguió Uruguay desde 2013, durante el gobierno de José “Pepe” Mujica y detalló que la cuestión del cannabis se convirtió en una “política de Estado”. “El modelo regulatorio no afectó la salud, ningún indicador encendió una alarma que obligara a dar marcha atrás, no deterioró la percepción del riesgo, no se registró un incremento en el consumo de adolescentes, generó un impacto en la lucha contra el narcotráfico, provocó un desarrollo de mercado local pujante, contratación de profesionales y científicos y un amplio consenso político nacional”, comentó el especialista uruguayo.
Litvak, en tanto, contó cómo a Israel le sigue costando instalar la industria a pesar de que comenzó este proceso hace 13 años. “Hay muchos problemas, muchas compañías están quebrando porque no es fácil producir como se cree. Genera muchas dificultades. La estabilidad es muy difícil de lograr”, comentó pero celebró la iniciativa de Argentina y recomendó relevar los errores que cometió Israel para partir de esa base de experiencia.
El empresario y emprendedor Pablo Fazio, presidente de la Cámara Argentina de Cannabis (Argencann), destacó la potencialidad de la nueva matriz productiva en su participación de la mesa sobre “Cannabis y Desarrollo Productivo”. Según explicó, en Estados Unidos la industria generó 321 mil empleos directos en los últimos años. “El crecimiento del negocio pasó de cero hace 10 años y hoy ya hablamos de USD 23 mil millones y va por los 93 mil millones de dólares para 2025, la potencialidad de crecimiento si hacemos bien las cosas es muy importante”, destacó y reclamó una “rápida sanción en Diputados”.
Lo mismo reclamó el especialista Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) y profesor titular de Desarrollo Económico en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, quien consideró que la del cannabis “es una industria con perspectivas de crecimiento a futuro por el auge de que las investigaciones clínicas lleguen a buen puerto. Y eventualmente, a futuro, ojalá sea así, la progresiva legalización del cannabis para uso adulto, siguiendo los pasos de Canadá, Uruguay y algunos estados de Estados Unidos”.
No obstante, López destacó que en el mundo “las cosas marchan más lento de lo que las expectativas suponían”. Según explicó el especialista “las empresas cannábicas globales tuvieron un boom, una burbuja de sus cotizaciones en mercados de valores y luego se desplomó brutalmente, porque la expansión de los mercados iba más lento que las expectativas de los inversores”. También analizó que “nuestros vecinos Uruguay y Colombia legalizaron el cannabis medicinal, pero por ahora no han logrado concretar exportaciones significativas y el mercado interno en Uruguay está poco desarrollado”.
“Mi consejo es pedir paciencia y no creer que mañana vamos a estar exportando 500 millones de dólares en productos cannábicos, es una carrera de larga distancia y lo importante es ir aprendiendo”, aclaró López.
Desde La Rioja, Jujuy y San Juan llegaron referentes de las empresas estatales que por ahora están más avanzadas en el desarrollo de productos medicinales. El caso más significativo es el de Cannava, la sociedad del Estado jujeño que dirige Gastón Morales, hijo de Gerardo, el gobernador de la provincia.
“Cannava con 35 hectáreas genera 100 empleos. Proyectamos cultivar en 2.000 hectáreas, que nos permitirán generar 6.000 puestos de trabajo. Y ya trabajamos con más de 20 empresas locales para insumos”, destacó Morales, quien consideró que “el cannabis medicinal es un fenómeno de salud pública y se requiere una política estatal que garantice el acceso justo a los productos”.
Benjamin Enrici, presidente de Agrogenética Riojana SAPEM -una sociedad anónima con participación del Estado-, remarcó que “el cannabis es una gran alternativa porque genera alta rentabilidad en poca superficie” y detalló que el de La Rioja es “un proyecto de salud pública que implica un cultivo que se transformará en un aceite pata pacientes inscritos en Reprocann”.
Del Congreso también participó la neuróloga y becaria del Conicet Silvia Kochen, que integró el panel Conocimiento y Cannabis junto a Valeria Salech, presidenta de Mamá Cultiva Argentina, quien reclamó que la ley no se olvide de las organizaciones, y María Apólito, subsecretaria de Economía del Conocimiento.
“Tenemos evidencia sobre la eficacia del tratamiento en algunas patologías. Hay ensayos clínicos en todo el mundo. No hay dosis letal para el cannabis ni evidencias cientÍficas de que provoque adicción. Eso la pone en un lugar de mucho privilegio para el desarrollo científico”, remarcó Kochen.
Por Fernando Soriano
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