Cerca de Alberto Fernández consideran "desopilante" la idea promovida por referentes del kirchnerismo duro y afirman que la relación de la propia Cristina Kirchner con Nicolás Maduro se enfrío.
Lo había pedido el canciller Felipe Solá, lo reiteró el presidente Alberto Fernández el miércoles, en el plenario de jefes y Estados del Mercosur. "Argentina quiere que el Estado Plurinacional de Bolivia se sume" al bloque, afirmó el Presidente, en defensa del ingreso de un flamante aliado ideológico (con Luis Arce a la cabeza) en un conglomerado común en el que sus posiciones están, muchas veces, en franca minoría.
La jugada es, a los ojos del kirchnerismo duro, necesaria pero insuficiente. Distintos dirigentes políticos que se referencian en la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y que sostienen sólidos lazos con el chavismo presionan al Gobierno para que aproveche la presidencia pro tempore del Mercosur (asumida en la misma reunión) y promueva el regreso de Venezuela al bloque común, del que fuera suspendido en 2017 y por unanimidad de los miembros permanentes.
Un tema claramente incómodo para el Gobierno, que descarta por el momento cualquier movida en ese sentido, mientras mantiene el mayor silencio posible sobre las violaciones a los derechos humanosperpetradas por el régimen de Nicolás Maduro y denunciadas por el informe Bachelet de la ONU.
"Sería central que se la pueda reincorporar e inclusive nombrar un embajador o embajadora en Venezuela. Las últimas elecciones tuvieron una participación democrática realmente importante, hay que ayudar a que se levante el bloqueo y que se integre a la discusión latinoamericana", afirmó a LA NACION Daniel Catalano.
El secretario de ATE Capital fue veedor invitado por el gobierno venezolano en las recientes elecciones legislativas, en las que Maduro -con una participación de solo el 31 por ciento del electorado- se aseguró el control de la Asamblea Nacional de Venezuela, eje del poder del denominado presidente encargado Juan Guaidó. Elecciones consideradas fraudulentas por 16 países de la región, más la UE y Estados Unidos, y que Argentina terminó apoyando de manera relativa en la OEA, tres días después, al abstenerse.
"Siempre es el momento, sobre todo cuando hay un pueblo que ayudó a la Argentina en los momentos más críticos, y que necesita hoy de nuestro apoyo, por eso es importante sortear el apriete del Norte y la derecha sobre cuál debería ser nuestra posición frente a Venezuela y abrazar a ese pueblo", agregó Catalano.
A su voz se suma la exembajadora en Venezuela Alicia Castro, que a través de Twitter dejó clara una postura similar. "Argentina tiene la presidencia temporaria del Mercosur. Tiempo para dar fin a la suspensión de Venezuela, ejecutada ilegalmente por el gobierno de [Mauricio] Macri, para desarticular nuestra región. Volver a forjar la unión de nuestros pueblos", escribió la frustrada embajadora en Moscú, con dedicatorias especiales para el Presidente y el Canciller.
Mientras desde la cancillería preferían no contestar directamente ("las políticas las define el Presidente", afirmaban cerca de Solá), una fuente diplomática escuchada por Fernández respondía con dureza. "Desopilante, y sin ninguna lógica. ¿Nos vamos a acercar más ahora, cuando somos los únicos que no los criticamos y encima nos pegan?", desafió el asesor presidencial, en relación a las durísimas críticas que el número dos de Maduro, Diosdado Cabello, dirigiera contra el Presidente, al acusarlo de "tibio" y "falto de solidaridad" por no defender más a Venezuela en los foros internacionales.
"Ni Cristina está tan cerca de Maduro como estaba antes, no tienen onda como sí tenían con [Hugo] Chávez", aseguró un funcionario argentino con militancia kirchnerista que conoce bien a la vicepresidenta e intentó despegarla de la presión sobre el Presidente, que se ejerce desde esos mismos sectores con las marchas "por una Navidad sin presos políticos" o contra el lawfare que denuncia la expresidenta en su contra.
Más allá de las posturas oficiales que relativizaban las muertes y fusilamientos en Venezuela -como la de su representante en la OEA, Carlos Rainundi, que habló de una "visión sesgada"-, en el Gobierno aseguran que las relaciones Argentino-venezolanas se mantendrán como están hoy, a nivel de encargados de negocios. "Defendemos el proceso electoral, criticamos las violaciones a los derechos humanos", lo resumió otro referente albertista, sin intención de entrar en colisión con la militancia pro-chavista.
En el Gobierno tomaron como un "triunfo" que en toda la reunión de presidentes -duró casi dos horas- nadie haya siquiera mencionado a Venezuela. Y calificaron de lógica la reacción de Fernández luego de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hablara de "defender la democracia en la región, aún sin mencionar a Maduro. El Presidente recogió el guante, y se mostró contento "por el regreso de la democracia a Bolivia" mientras esquivaba cualquier definición sobre uno de los temas más incómodos de su política exterior.
Más allá de las discusiones, la incorporación de Venezuela es, hoy, improbable. Todas las decisiones trascendentes, como las nuevas incorporaciones, deben tomarse en conjunto entre los cuatro miembros fundadores, y está clara la oposición de Brasil y el Uruguay de Luis Lacalle Pou a cualquier acercamiento con Caracas.
Las razones de aquella suspensión, basadas en la "ruptura del orden democrático" en Venezuela, apoyadas por el gobierno de Mauricio Macri y firmadas en agosto de 2017 por los cuatro cancilleres (incluido Rodolfo Nin Novoa, del Frente Amplio uruguayo) se mantienen vigentes, según fuentes diplomáticas argentinas y uruguayas, más allá de la ofensiva del kirchnerismo para forzar un acercamiento mayor al régimen venezolano.
Por: Jaime Rosemberg
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