El fracaso electoral en la segunda vuelta, es un golpe tan contundente y expresivo de rechazo, hartazgo y cansancio, que lo saca a Daniel Scioli del juego político por mucho tiempo (sino para siempre) y reduce al kirchnerismo a su mínima expresión.
Lo recluye en Santa Cruz y sus estertores quedarán subsumidos al pequeño espacio feudal que supo recrear Néstor, pero que ni por asomo ostentará una mínima parte del poder que construyó su hermano. Los Kirchner fueron los autores de su éxito y los ejecutores de su caída. Desde Santa Cruz hemos sido testigos privilegiados de esta historia; de una década ganada para ellos en el poder y perdida para el resto que no estuvo vinculado con ese mismo poder. Anoche se expresó esa otra parte del país. (Por: Rubén Lasagno)
Murió el kirchnerismo y no fue de muerte súbita, fue largamente anunciada por la realidad. Queda claro que el relato no sirve para nada, si no hay algo firme que lo sustancie y este rechazo unánime del pueblo, el hartazgo vomitado en la cara de la presidenta como responsable primaria y a Daniel Scioli como el obsecuente necesario, es más elocuente que cualquier palabra, discurso o relato y se los graficaron las urnas.
Lo de anoche fue un juicio abreviado que le aplicó la ciudadanía a un gobierno corrupto, mentiroso, populista y arrogante. La sociedad se cansó de los traficantes de drogas que impunemente hablan y nos dicen qué hacer para “combatirla”, cómo hacerlo y financian campañas; se cansó de los discursos monocordes de muñecos parlachines como Aníbal Fernández, Capitanich; se cansó de la Cadenas, de los atropellos y los inventos de una argentina que solo veían ellos; de seguir blindado del mundo, de no ser dueños de su plata; los argentinos se cansaron del maltrato social y político, del ataque de los medios, de los desbocados, de la inflación, la inseguridad, la pobreza, de la presión impositiva, del despilfarro de fondos, del robo disimulado, o no, de un sector privilegiado de amigos; de los bolsos de dinero, de la máquina de hacer plata al servicio de delincuentes comunes… y mucho, mucho más, que sería interminable enumerar. De todo eso se cansó el pueblo argentino y lo demostró anoche.
Scioli, por su parte, pagó el precio de los tibios. Aquel gobernador de provincia que se mostraba cauto y casi independiente del poder central, aunque deslumbrado por el kirchnerismo, viró, torció, volvió y derrapó en el último tramo de campaña, vistiéndose con un traje de villano que no le quedaba bien y contradiciendo sus mismos discursos previos y básicamente su propia personalidad componedora, trató de parecerse a lo peor del kirchnerismo y la gente lo rechazó. Ahora Scioli está solo. El FPV cree que perdió por él, Cristina lo detesta tanto como La Cámpora y su capital político, quedó confundido entre los restos del gobierno deshilachado que andaba por allí, algunos que habían votado a Sergio Massa y otros que no quisieron votar a Macri.
El kirchnerismo como tal, ha quedado minimizado, reducido y confinado al espacio político de donde partió: la provincia de Santa Cruz. Sin embargo, aquí también el FPV perdió, porque en el mano a mano, Alicia Kirchner no pudo superar a su contrincante, Eduardo Costa e internamente está claro que el Peronismo local no coincide con el FPV y es posible que de cara al futuro, sea el PJ el que busque una reconversión para rearmarse y poder disputarle al Radicalismo las elecciones legislativas dentro de dos años y posiblemente la de gobernador en el 2019.
Ahora vendrá una etapa de resistencia del kirchnerismo y dependerá del nuevo presidente que descubramos la argentina que creció y se degradó en los últimos 12 años, pero que la mantuvieron oculta. El miedo de quienes deben dejar el poder es, precisamente, que perderlo, implica comenzar a recorrer el camino de las incertidumbres y los pasillos de los Tribunales.
Éste domingo murió el kirchnerismo como lo conocemos, como lo concibió su creador, Néstor Kirchner. Hoy vemos, a la luz de las enormes equivocaciones cometidas por Cristina Fernández, que el único capaz de sostener la lógica K dentro del FPV era Néstor Kirchner, con su maquiavélica concepción de la política y el tembladeral que producía cuando tomaba decisiones. Su esposa, lejos del timming y la locura de su esposo, ha sido un fracaso político. Ni siquiera supo elegir a los mejores candidatos y terminó perdiendo todo, creyendo que el capricho era el modo de conducir en un mar político agitado y con un país en llamas. No le fue bien y de aquel “54 por ciento”, que los militantes enrostraban desafiando “si querés gobernar, armá un partido y competí en las próximas elecciones” a la derrota de ayer, hubo solo un paso: el voto de la gente; y como querían los militantes K, la gente eligió y no fue precisamente a ellos ni a CFK, sino a Macri y tal vez en muchos casos no haya sido por Macri mismo, sino por la enorme necesidad de un cambio, luego del gran hartazgo que implicó vivir en la mediocridad y gobernados por ineptos y corruptos. (Agencia OPI Santa Cruz)
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