Recién empiezan a mejorar las ventas y los productores ya remarcaron los precios de las golosinas. Crónica dialogó con los comerciantes preocupados por el nuevo incremento.
Cerca de finalizar el año, se suma otro aumento a la larga lista de los ya aplicados en el rubro de los alimentos. Las empresas productoras de golosinas incrementaron sus precios un 15% promedio en noviembre y los kiosqueros transmitieron a Crónica su preocupación porque "recién comienza a verse una mejora tras los meses de parate por la pandemia", y los clientes "están cuidando mucho el bolsillo", aseguraron.
"Subieron las golosinas en todas sus versiones, como caramelos, chupetines, alfajores y galletitas", dijo a este diario el titular de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), Adrián Palacios, quien destacó que "en noviembre, al tener más circulación de potenciales clientes en la calle, se ha retomado la actividad económica, pero no es la misma recaudación".
"Los aumentos que autorizó el Gobierno nacional a las empresas fueron con un tope del 5% y nosotros cada vez que el gobierno autorizaba, desde UKRA alertábamos a las autoridades nacionales del abuso de algunas distribuidoras y empresas que remarcaban por encima de ese límite", indicó el presidente de la entidad.
Precios de hoy
Según los precios relevados por Crónica, un alfajor triple de primera marca cuesta $70, mientras que uno simple ronda los $40. Un segunda marca triple en promoción está 1x$30 o 2x$50. Y si es de tercera línea, 1x$20 o 3x$45. "Las segundas marcas y las ofertas son las más requeridas", aseguran los kiosqueros que suelen aplicar esta estrategia para atraer a los consumidores.
En cuanto a los chocolates, uno con maní de 90 gramos de primera marca está $130, mientras que otro aireado de 100 gramos de primera línea ronda los $250. "Incomparable", dijeron desde el sector. Los chocolates de 70 gramos de terceras marcas rondan entre los $50 y los $70 y los de 165 gramos alcanzan los $120.
Por el lado de los caramelos, la bolsa de primera marca de 160 unidades está $460. Las segundas y terceras líneas, en tanto, con la misma cantidad están a mitad de precio. "Tenemos los productos económicos adelante y los caros atrás, porque todo lo que se vende ahora son los más baratos", sostuvo Claudio Páez, responsable de un kiosco ubicado en avenida Rivadavia 4.035, del barrio porteño de Boedo.
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"El sector se encuentra en una depresión porque no hay dinero en la calle. No generamos ventas, que es nuestro motor. La gente no tiene un mango y además hay muchos colegas que, al cortarse el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), también lo sufrieron. Hay empresas que toman decisiones arbitrarias. Si el Gobierno les autoriza entre un 5 o un 7%, ellos aumentan un 12% o un 15%", afirmó Páez.
Y concluyó: "Hay muchas golosinas que se dejaron de vender. Los reconocidos huevos de chocolate ya no se comercializan, al igual que los bombones con avellanas o las tabletas importadas desde Suiza. Hoy por hoy la gente consume mucho segundas marcas".
Uso de barbijos en los negocios, de acuerdo al protocolo sanitario (Jonatan Moreno/Crónica.
En ese sentido, Ernesto, kiosquero de Villa Urquiza consultado por este medio, señaló que "los aumentos son desmedidos e injustificados. Cuando se produjo un movimiento en el dólar blue o ilegal, las empresas metieron un incremento". "La realidad es que el año iba tranquilo, pero muchos aprovecharon después de octubre para remarcar sin razón", precisó sobre el proceder especulativo de los proveedores a la hora de modificar los precios.
"Desde que empezaron con los aumentos -siguió Ernesto- se vio frenada la venta de golosinas. Tuvimos un noviembre muy flojo, pese a que en nuestro local se venden muchos alfajores y chocolates. Generalmente, se retrae siempre la venta cuando las cosas suben. Yo tenía la promoción de turrones a $10 y lo tuvimos que aumentar a $20 o 3x$50", detalló y lamentó: "Hay productos que subieron mucho, y hay otros que cuando estaba el precio quieto daban pie a la aparición de promociones, que siempre que se registran incrementos, desaparecen".
De acuerdo con el testimonio del comerciante de Villa Urquiza, "también hubo un aumento fuerte en bebidas justo cuando es la época de aguas y gaseosas". En ese marco, mencionó la picardía de las grandes firmas para realizar aumentos encubiertos. "Como el Gobierno presiona a las empresas para que no aumenten un producto, las marcas sacan latas nuevas con un nuevo precio", precisó el trabajador, que todos los días se levanta bien temprano por la mañana para sacar adelante su local.
En el barrio
La necesidad de activar protocolos para atender clientes y establecer medidas de distanciamiento social alteró por completo las rutinas en kioscos. Sin embargo, para Palacios, presidente de UKRA, estos negocios funcionaron mejor durante la cuarentena porque la gente empezó a concurrir a los más cercanos.
“En los comercios se fueron adaptando a los productos de limpieza, higiene personal y el dueño del kiosco fue incorporando nuevas tecnologías, como por ejemplo las aplicaciones de delivery, el cobro de tarjetas, de servicios municipales y de telefonía móvil”, precisó el referente del sector.
Distinta fue la suerte de los del microcentro, que debieron pelearla mucho más ante la falta de turistas y oficinistas que solían transitar la zona. Ahora, eso parece ir quedando atrás, ante las recientes reaperturas.
Ayuda estatal
“Tuvimos un Estado presente que se ocupó de los vecinos. Y de los comerciantes que pudieron acceder a los préstamos a tasa accesible”, argumentó Palacios.
El Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) beneficiaron a millones de argentinos en los meses más duros de la pandemia. “Eso ayudó también a que la gente no deje de comprar por completo”, cerró.
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